30 de agosto de 2010

QUE ME HA DADO CARACAS - Llego la Televisión.

Ya ubicados de nuevo en nuestra casa de Coche decidimos efectuar algunas modificaciones y mejoras al inmueble y al efecto quisimos, ante todo, hacerle un baño moderno, con cerámica hasta el techo, bañera, piso de granito y lámpara fluorescente. Aprovechamos que se presentó Angel, un primo margariteño que trabajaba de albañil y le pedimos un presupuesto. El vio lo que queríamos y nos sugirió tirar una placa que abarcara los dos anexos del patio y hacer así, de una vez, el baño nuestro, una habitación grande que sirviera de habitación de servicio, salón de plancha y deposito, un baño auxiliar. Todo eso por un lado y por el otro, cambiar la ubicación de la cocina, hacer un lavadero y un comedor auxiliar. Le aprobé el Presupuesto y que comenzara de inmediato, dejando otras obras para más adelante. Caracas seguía creciendo urbanísticamente e igualmente desde el punto de vista económico, con el establecimiento de empresas nacionales y multinacionales de diferentes índoles. La industria automovilística vivió un crecimiento inusitado. La empresa General Motors instaló una planta ensambladora en Antímano. La Ford no se quedó atrás y se instaló en Valencia, la Chrysler, la Fiat, la Volkswagen, la Jeep y otras encontraron un buen mercado para instalarse, al igual que las industrias conexas, Cauchos General, Cauchos Royal, Cauchos Good Year, Acumuladores Duncan y Fulgor, Baterías Good Year, Fabricantes de Radiadores, Camiones y Autobuses. Aumentaron los concesionarios de venta, que presentaban facilidades de pago, contribuyendo con esto al aumento de la demanda y el acceso de la clase media y media baja a la adquisición de vehículos. Otro incentivo fue la facilidad de crédito por la Banca y la variedad de modelos que salían anualmente al mercado y los diferentes vehículos lujosos que se traían importados. Cuando la mujer ingresó al mercado de trabajo, inmediatamente subió la demanda de automóviles y al igual cuando a estos se le incorporó como equipamiento normal, el aire acondicionado, la trasmisión automática y la dirección hidráulica. Los modelos importados eran: el Lincoln, el Packard, el Studebaker, el Cadillac, el Oldsmovil, el Nash, el Hudson, el Dodge y el Rolls Royce. Apareció una Tienda por Departamentos, con la instalación de la Sears de Venezuela, ubicada en un sector aledaño llamado Bello Monte, con un Edificio Central de dos plantas y un gran Estacionamiento de Vehículos al aire libre que tenía inclusive Bomba de Gasolina y trabajaba hasta las 10.oo de la noche y días feriados. Por primera vez hubo una tienda con sus artículos a la vista y acceso del público. Esta tienda causó revuelo e inclusive mucha gente iba al almacén con el deliberado propósito de traerse algo al descuido y los empleados y fiscales los veían, pero no decían nada, hasta que fue el momento oportuno y cada vez que veían a un ratero, lo agarraban a la salida y lo llevaban a la oficina para que pagara los artículos que se llevaba o lo presentaban ante el Inspector Vargas, famoso detective de la P.T.J. que estaba contratado por la Empresa. No solo se instaló la Tienda por Departamentos, sino que puso en servicio el Primer Mercado CADA, con alimentos y mercancía importada. Los T-Bon y Sirloin que allí se vendían fueron los más grandes y suaves que comí en mí vida. Al poco tiempo se instaló otra tienda por departamentos en Edificio propio, localizada en la Avda. Andrés Bello, con capital nacional, encabezado por la Familia Taurel, con relativo éxito y mucha afluencia de público, pero entró en crisis cuando se produjo el secuestro del niño Taurel, que costó mucho dinero rescatarlo y posteriormente secuestraron al propio Presidente de la Compañía. Todo esto creó la debacle financiera y finalmente, tuvo que cerrar sus puertas. El Gobierno Nacional terminó la Autopista Caracas-La Guaira, con la intervención de Empresas Inglesas y Francesas, que construyeron los dos túneles y los tres viaductos, empleando las más modernas técnicas para el momento y abrió un nuevo empuje a la zona del Litoral, creando además un vertiginoso proceso de construcción de casas de veraneo de familias pudientes, fundación de clubes, urbanizaciones lujosas, edificios de apartamentos, marinas, muelles de yates, restaurantes, hoteles, el nuevo puerto, con sus modernos almacenes y terminal de pasajeros, la ampliación del Aeropuerto, la Escuela Náutica, la inmensa Escuela Naval de Venezuela y el Terminal del Teleférico, entre otras. Se empezó a ver otra cara al Litoral, aumentó la población, aumentó el trabajo, se construyeron nuevas vías de comunicación urbana, hubo una nueva Aduana, se construyó la Avda. Soublette y se incorporó más la Parroquia Catia La Mar, al igual que Carayaca. La Industria Textil y la Manufactura de Vestidos para hombres y mujeres adquirieron un gran auge. Se instalaron las tiendas de Dovilla, Azteca, Montecristo, Wendel, Rori y otras, que abarataron los trajes, zapatos, camisas y pantalones de hombre, quedando para las familias pudientes, las Sastrerías de Félix Morreo, José Savino, Ramírez y algunos establecimientos que elaboraban los trajes a mano y a la medida, con telas finas o los traían del exterior. Los vestidos de damas tenían una variedad de tiendas que les ofrecían una gama de modelos de diferentes precios e inclusive hacían remates y ofertas especiales La construcción con todo su efecto multiplicador y el desarrollo de industrias conexas, sufrió un auge inusitado. Numerosas Urbanizaciones fueron apareciendo. A vuelo de pájaro citaremos algunas de ellas: San Bernardino, Vista Alegre, La California Norte y Sur, Prados del Este, Santa Cecilia, Santa Eduvigis, Bello Monte, Las Mercedes, Los Chaguaramos, Cumbres de Curumo, Los Palos Grandes, Los Ruices, Macaracuay, San Román, El Peñón, La Carlota, Campo Claro, Club Hípico, La Castellana, Boleíta, Las Acacias, Sebucán, El Marquez, La Florida, Chacaíto, Altamira y muchas más. Cuando uno echaba una mirada desde el cielo alrededor de la ciudad, veía en primer lugar, el cinturón de ranchos que cada día iba creciendo, de todos los cerros de Catia, el Cementerio, El Valle, El Calvario, 23 de Enero y el más impresionante, todo el Sector de Petare, con más de 1.000 barrios. Igualmente se veían como manchas, terrenos sin construir, pudiendo citar a espacios entre la Iglesia de Los Palos Grandes y Bella Vista, entre Chacaíto y Chacao, entre Chacao y La Castellana y el más grande, entre La Castellana y Petare, donde apenas se estaba promoviendo la creación de granjas agrícolas. La Empresa Granjas Arroyo ofrecía la venta de terrenos, desde una Hectárea en adelante, librándose así de los gastos por la dotación de servicios de luz, agua y cloacas. El Dr. Gustavo Arroyo era un riocaribero reconocido mundialmente como técnico en jardinería y agricultura, señalándose entre sus obras más importantes, los jardines de los siete edificios de la Urb. El Silencio y toda la jardinería y áreas verdes de la Urb. Altamira. Cuando el Gobierno Nacional terminó la Autopista Caracas La Guaira, se abrió para la población caraqueña la oportunidad del disfrute de las playas y el mar, creando un polo de desarrollo, especialmente de la clase media, pero al poco tiempo se puso en servicio La Ciudad Vacacional “Los Caracas”, integradas por casas y apartamentos que se alquilaban dotados del mobiliario y equipo necesario para pasar ocho días de vacaciones, pagando el módico arrendamiento de Bs. 180.oo. En este vergel, que estaba suficientemente mantenido, dividido en Sectores, con bastantes árboles de sombra, tenía cercano a cada sector, una corriente de río donde existían pozas y sitios de picnic e igualmente existían amplias playas, restaurantes, supermercados y tiendas. Lástima que esa experiencia no se mantuvo. Después de varios meses de espera, al fin se inauguró el Teleférico al Avila con se extensión hacia El Litoral Central, con el natural regocijo popular que podía ver la impresionante vista de la ciudad y de La Guaira, así como patinar sobre hielo y disfrutar de las ventas de frutos y productos, aparte del viento y el frío que impera en la zona. Nosotros nos asentamos firmemente en nuestra casa, donde estábamos rodeados de gente amiga y agradable que nos hacía los momentos agradables. Todos los días o temporadas cortas, las dedicábamos a efectuar largos viajes a Río Caribe, cuando se tardaban 19 horas en recorrer el camino, que era de tierra casi en su totalidad, pero al arribar al pueblo encontrábamos un ambiente grato y familiar, con mamá y papá en una actitud tan armoniosa y placentera que nos provocaba el volver. Eran reuniones familiares con asistencia de un numeroso grupo, que desde la mañana a la noche estábamos inventando actividades alegres al espíritu y al estómago, ya que encontrábamos todo tipo de frutas criollas, granjerías diversas, frutos del mar y diferentes hervidos de gallinas y de pescado, chorizos y morcillas del pueblo y lo más importante, los baños de mar que teníamos al frente y nos invitaba al solaz con sus límpidas arenas y sus olas maravillosas. Mi esposa se adaptó maravillosamente a todos los miembros de la familia, que siempre la han querido entrañablemente y tanto a ella como a mí nos jugaban constantes bromas, porque pasaba el tiempo y no cristalizaba la llegada de un heredero. Nosotros no les hacíamos caso pero empezamos a preocuparnos por esa situación y comenzó nuestra visita a médicos especialistas y seguir un tratamiento y otro. Las aventuras corridas en esos viajes y los chistes que ellos originaron son tan numerosos que haría muy larga esta narrativa El carro Mercury me está echando broma. Tengo que ocurrir con frecuencia al taller mecánico, cuando no es por una cosa es por otra. Vamos a ver si es posible cambiarlo. Por allí he visto un carrito Chevrolet Bel Air de 2 puertas y dos tonos, que se ve bien conservado y lo están vendiendo por Bs. 4.500.oo. Yo tengo en venta el mío y aspiro me den Bs. 3.000.oo y conseguir los Bs. 1.500.oo prestados. La Banca Comercial tuvo que adaptarse a las innovaciones que estaban ocurriendo en el Mundo. Ancestralmente solo existían en Venezuela, los conocidos; Banco de Venezuela, Banco Caracas, Banco Venezolano de Crédito y Banco de Maracaibo que inclusive tenían licencia para emitir billetes, respaldados por oro depositado en sus arcas. También existían unos Bancos extranjeros, que eran en realidad sucursales de Bancos del Exterior. Citaremos entre ellos, el Royal Bank of Canadá, el National City Bank, el Banco Holandés Unido y el Banco América del Sur. Estos eran los que operaban a puertas abiertas, ya que había otras Instituciones Bancarias, que operaban como oficinas cerradas en Edificios. Todos estos Bancos tenían actividades muy restringidas, sus socios eran algunos comerciantes prósperos que no aceptaban caras nuevas. Era muy difícil ser clientes de esos Bancos, aún para las Cuentas de Ahorros, ya que tener una Cuenta Corriente y movilizarla mediante chequeras era una labor grandiosa y se necesitaba gozar de la amistad de los miembros de la Junta Directiva. Inclusive hubo Instituciones Bancarias reacias a la modernización y cuando el Gobierno Nacional resolvió crear el Banco Central de Venezuela, que tendría entre sus responsabilidades, la exclusividad de la emisión de los Billetes, para lo cual los Bancos que tenían facultad de emitir esos Instrumentos, tenían un plazo fijo para cesar en esas actividades y consignar en las bóvedas del Banco Central de Venezuela, todo el oro que tuvieran en su poder, quedando esa facultad limitada solo en el Banco Central de Venezuela, al igual que la moneda fraccionaria. Una de esas Instituciones, concretamente el Banco Venezolano de Crédito, fundado y presidido por el Dr. Enrique Pérez Dupuy, aceptó cesar en la emisión de billetes, pero no así con la entrega de todo el oro que tenía en sus bóvedas y al efecto, introdujo una demanda contra el Gobierno Nacional, que llegó hasta la Corte Suprema de Casación, bajo la asesoría y representación de su Abogado, el riocaribero Alejandro Prieto, habiendo salido victorioso en esa querella, entregando solo una parte del oro y manteniendo en sus bóvedas otra parte sustancial. Yo hice crisis con el carro Mercury y endeudándome hasta la coronilla, hice negocio por el carrito Chevrolet Bel Air y en la primera oportunidad, me fui a Río Caribe con mi esposa y otros familiares. Después de rodar 18 horas y cuando ya teníamos el pueblo a la vista, en una colina, perdí los frenos como a las 5:00 de la tarde y como pensé que se me haría muy tarde, quizá de noche para buscar un mecánico, pedí a los pasajeros que bajaran a pié hasta el final de la colina, que yo bajaría el carro, ayudándome con la velocidad y el freno de mano, pero dejé a uno para que fuera con una piedra al lado del carro y si veía que el vehículo adquiría velocidad, le metiera la piedra al caucho trasero. No hubo necesidad de nada y frenando con la velocidad y el freno de mano, llegamos a la casa y para el otro día vino el mecánico y en una hora me reparó la falla. Gozamos de los favores del pueblo, el mar que teníamos al frente de la casa, el río al final de la playa y los dulces y granjerías a las puertas de la casa. Programamos visitas a los pueblos cercanos, fuimos a las casas de familiares y amigos, hicimos los honores a las comidas de mamá y finalmente emprendimos el regreso, contentos y con ganas de volver. Nuestra vida se desenvolvía normalmente en nuestra casa de Coche y no perdíamos oportunidad de visitar a nuestros amigos y de asistir a fiestas que se realizaban con frecuencia, por la celebración de matrimonios, bautizos o cumpleaños y si algo empeñó lo normal de nuestra vida fue la enfermedad de papá, que tuvimos necesidad de traerlo porque sentía dolores en el estómago. Lo vio el médico especialista, amigo de mi cuñado, quien le encontró úlceras duodenales y que era imperioso operarlo urgentemente. Lo operaron y salió bastante bien, pero a los pocos meses sintió nuevos dolores en el aparato urinario y hubo que operarlo otra vez. Frecuentemente tenía que ausentarme de la casa para ir a las Sucursales del Interior para hacerles las vacaciones a los Gerentes o a dirigir la formalización y entrega de viviendas, que ya se hacía en forma masiva. Eso me ayudaba un poco, porque ahorrando en la comida y hotel, podría obtener un pequeño beneficio. El tiempo seguía pasando inexorablemente, los sueldos se mantenían iguales, había mucho trabajo, pero ningún incremento en su monto, cuando los gastos familiares iban creciendo. Comencé a buscar alguna oportunidad de trabajo en otra Empresa o Institución, pero era difícil, ya que había una saturación de personal en la mayoría de las Empresas y eso me convenció una vez más, que debía estudiar cualquier carrera, para optar a una mejor posición. Los Bancos Comerciales tuvieron que abrir un poco sus limitaciones y al efecto, se crearon varios Bancos Privados. El Banco de Comercio fue uno de ellos y siguieron el Banco Italo Venezolano y el que causó más impacto, el Banco Unión, que tomó como emblema una casita, con la cual invitaba a la población a ahorrar para optar a una vivienda, contando con el crédito seguro del Banco Unión. Eso movilizó a una población numerosa que pasó a ser ahorristas por primera vez o emigrantes de otros Bancos. El Unión se vio obligado a crear Agencias en diferentes sitios de la Ciudad y en algunas Capitales de Estados. Igual hicieron otras Instituciones Bancarias que nacieron en el Interior del País, abrieron Sucursales en Caracas, que al poco tiempo superaron a la Casa Matriz. Siguió llegando gante a Caracas, arreciaron los problemas de carácter económico y social. No hay agua suficiente, hay problemas de recolección de basura, está cerrado el mercado de vivienda, faltan escuelas primarias, aparecen los ladrones y rateros, se acentúa la paternidad irresponsable y la prostitución infantil. Se hace patente el desempleo. Después de muchos anuncios y expectativas, hace su aparición la Televisión en Venezuela. Salió primero Televisa de Gonzalo Veloz Mancera y posteriormente Radio Caracas Televisión de la Familia Phels. Inmediatamente respondió el mercado, apareciendo aparatos de todas las marcas y facilidades de compra: Zenit, Phillips, Motorola, R, C. A, Victor, Westinghouse y toda una gama de marcas, que destacaron a sus vendedores a domicilio para colocar sus receptores de imagen. La campaña fue feroz, los vendedores dejaban en demostración sus aparatos hasta por una semana y no era raro ver en algunas casas, más de un reproductor encendido. El talento artístico criollo salió a relucir. Nuestros cantantes, actores, orquestas, locutores y técnicos, rápidamente se adaptaron a la nueva faceta que nacía. Las novelas, programas cómicos, cantantes y artistas en general, aparecían en la pantalla, compitiendo con programas y documentales extranjeros. Pero había unos programas que hacían vibrar al público, que creía fielmente en la veracidad de las refriegas entre los participantes. Esa era la Lucha Libre, cuyos programas se proyectaban una o dos veces por semana en los dos canales. Existían nobles y villanos, los buenos y los malos, los limpios y los sucios, los criollos y los extranjeros. Todo tipo de máscaras, cabelleras, capas, turbantes, bigotes y barbas, que muchas veces se jugaban en el ring para mayor emoción del público asistente, que había bastante, y el público televidente. El más nombrado, odiado o querido, era El Dragón Chino, un personaje capaz de todas las trácalas y que inclusive, cuando se veía en desventaja apelaba a una “sustancia” que le aplicaba al contrincante en los ojos y luego lo remataba con tacles, patadas voladoras y una terrible estranguladora. Cada luchador tenía su especialidad. Los livianos volaban por el ring, los pesados cazaban a los livianos y los enmascarados no se dejaban tocar las máscaras. Unos llegaban de la selva impenetrable, otros del Asia o de la China. Total que era un jolgorio. Por supuesto, había los criollos como Bernardino La Marca, que era un ídolo especializado en el “cangrejo” o el Apolo Venezolano, que lucía un cuerpo atlético y luchaba descalzo. Había también un gordito mejicano que llamaban “Montañita”, que todo el mundo le pegaba y no ganaba nunca, por lo cual el público lo quería con lástima. Era tanto el furor, que la gente discutía al tomar partido por uno o por otro. Como nosotros no teníamos televisor, ni mis vecinos tampoco, mi compadre Argenis Gutiérrez, que en paz descanse, nos invitaba todos los jueves y domingo para ir a la casa de Pablo, el hermano de mi esposa, que sí tenía televisión para ver las luchas y gritar de emoción por las actuaciones. Una vez anunciaron con bombos y platillos la inminente llegada del Campeón Mejicano, “El Médico Asesino”, que venía a enfrentarse con un terrible enemigo en las arenas del Velódromo, ya que el Nuevo Circo era chiquito. Mi esposa y el vecino no aguantaron la emoción y en la fecha anunciada nos presentamos en el Velódromo. Muchos gritos en las presentaciones, ofrecían la máscara de El Médico, anunciaron autoridades, el Réferi de Smokin, las muchachas que anunciaban el round con bikinis estrechísimos. Toda una Feria. Al fin comenzó la lucha y el Médico agarró al enemigo por las costillas, lo levantó en vilo y lo jamaqueó tres veces y el hombre se desmayó. Allí terminó la pelea. El público estafado se levantó en protesta, agarro los carteles y las casetas y los destruyó, persiguió a los porteros y anunciantes y finalmente empezaron a volar las sillas de hierro que habían colocado. Yo le sacaba el cuerpo a las sillas a la vez que buscaba a mi señora y al vecino, hasta que finalmente salí y los encontré muertos de risa, celebrando el acontecimiento. Recibimos la visita de la pareja formada por Licinio Pérez Páez y Magdalena Castillo de Pérez, amigos nuestros que venían a despedirse porque la semana siguiente se marchaban para la ciudad de Pittsburgh en Estados Unidos, para cursar unos estudios de Siderúrgica, becado por la Oficina de Estudios Especiales de la Presidencia de la República. Me entusiasmé cuando me dijo que todavía había chance para conseguir una beca y que acudiera lo más pronto a esa oficina para bregar el cupo. Yo vi la oportunidad de resolver mi problema de insatisfacción en el Banco Obrero y muy temprano me dirigí a la Oficina de Estudios Especiales de la Presidencia y hablé con su Director, el Profesor Rubén Gómez, quien me dijo que, lamentablemente, ya estaba completo el número de becarios para Estados Unidos, pero que estaba empezando un curso de aspirantes a becas para estudiar en Italia, en la ciudad de Terni, cercana a Roma y que este era el último envío de estudiantes al exterior. Que si quería, me inscribiera en ese curso y optara a la oportunidad. En la noche lo hablé con mi esposa, sopesamos la situación, vimos el pro y los contras y finalmente nos decidimos. Llevé mis recaudos a la Oficina de Estudios Especiales e inmediatamente me incorporamos al curso, que comenzaba a las 5:00 PM

26 de agosto de 2010

QUE ME HA DADO CARACAS-Mi único Matrimonio

Para el año 1.952, la República de Venezuela y especialmente Caracas estaban en plena etapa de crecimiento y desarrollo. Se construían las Avenidas: Urdaneta, Sucre, San Martín, Andrés Bello, Nueva Granada, Victoria, Intercomunal El Valle, Fuerzas Armadas, Los Ilustres, Los Próceres, Francisco de Miranda, Francisco Fajardo, Autopista del Este, O’ Higgins, Cota Mil, Cota 905, Baralt, Roosevelt y otras. Igualmente las obras mayores de : Autopista Caracas-La Guaira, Siderúrgica del Orinoco, Nueva Escuela Naval de Mamo, Nuevos Puertos de La Guaira y Puerto Cabello, Carretera a Oriente, Canalización Río Orinoco, Autopista General del Centro, Nuevas Escuelas Militar y Fuerzas Armadas de Cooperación, la Avenida Bolívar, Puente sobre el Lago de Maracaibo, la Ciudad Universitaria con sus monumentales: Hospital Universitario, Edificios de Escuelas de Medicina, Ingeniería, Arquitectura, Economía, Derecho, Ciencias, Sociología y Escuela Técnica Industrial al principio y luego Escuela Universitaria de Enfermería, los estadios de Beisbol y Futbol, el Rectorado y su Aula Magna, el Jardín Botánico, los aeropuertos de Maiquetía y la Carlota, Apertura Roca Tarpeya, nuevo Edificio Cuerpo de Bomberos, los hospitales de Catia, Coche y Pérez de León de Petare, los Mercados de Catia, Chacao, Coche, Petare, Los Rosales y el Cementerio. Las Fuerzas Armadas sufrieron transformaciones importantes. Se creó en Caracas el complejo de Fuerte Tiuna que unificó al estamento militar del Ejército, con sus diferentes cuarteles y batallones. Toda esa área unida al Círculo de las Fuerzas Armadas, el Instituto de Previsión Social de las Fuerzas Armadas, la Avenida Los Próceres, las Escuelas Militar y de las Fuerzas Armadas de Cooperación, configuró un bastión armado que siguió creciendo con el tiempo, incluyendo zonas residenciales. Se suman a estos elementos de Fuerte Tiuna, los demás Fuertes construidos en las zonas de Valles del Tuy, las capitales de Estado y ciudades importantes. Esto es solo el Ejército, porque si citamos a las demás fuerzas, empezando por la Armada tenemos la Infantería de Marina, con sus cuarteles y batallones, las unidades flotantes que incluyen fragatas, destructores, patrulleros, transportes, submarinos, remolcadores y hasta aviones y helicópteros; las Fuerzas Armadas de Cooperación, con sus cuarteles, puestos de comando y vigilancia desplegados en todas las áreas del País, Las Fuerzas Aéreas con sus aviones a reacción y sus Batallones y Bases del Interior cubren la seguridad territorial La Empresa Privada gozó de los beneficios de la situación económica y participó activamente en el desarrollo del País. El Sector Vivienda se vio favorecido con la construcción de varias urbanizaciones grandes, tales como: San Bernardino, Guaicaipuro, Florida, Las Palmas, San Martín, San Marini, Artigas, Vista Alegre, Parque Central, El Paraíso, Las Fuentes, El Pinar, Maripérez, Altamira, La Floresta, Los Chorros, Santa Eduvigis, Santa Cecilia, Los Palos Grandes, Prados del Este, Los Campitos, El Peñón, San Román, La California, El Márquez, Los Cortijos, Los Ruices, Las Acacias y otras Urbanizaciones, así como los Edificios y Apartamentos levantados en todas las Zonas de Caracas. Entretanto, la llegada de trabajadores del Interior del País y aún de los países vecinos, era continua, ya que era relativamente fácil lograr un empleo, aunque no se tuviera especialidad, la línea de transporte ARC y otras similares, llegaban diariamente cargados de gente, que inicialmente se alojaban en las pensiones de bajos precios o con parientes o conocidos, pero al poco tiempo buscaban su acomodo en los cerros vecinos y levantaban su rancho de tablas y techo de zinc. Ese proceso era creciente y acumulativo. Cada día venía más gente. De los Andes, de Colombia, de Oriente, de Barlovento y de todas partes llegaban, familias completas y aquí se quedaban. El Gobierno trajo de Europa un pequeño contingente de trabajadores, supuestamente especializados, para trabajar el campo, pero al poco tiempo se incorporaron a la vida urbana como comerciantes. Nació una nueva sociedad de albañiles y constructores que compraban a crédito una parcela de terreno en Los Chaguaramos, Santa Mónica, El Márquez u Horizonte y construían una casa bien bonita y cómoda, que ponían a la venta y al poco tiempo lograban venderla. Con el producto obtenido pagaban el saldo de la parcela y los materiales de construcción, compraban otro terreno y seguían el ciclo. Los venezolanos teníamos como distracción visitar esas casas, cuyos precios eran asequibles, pero nosotros teníamos muy poco. Del total de viviendas que se construían en Caracas, un 85 % era para la clase media y apenas un 15 % era para la clase obrera, siendo el principal oferente el Banco Obrero, con un numero bajísimo de viviendas. Los cerros se veían repletos de ranchos carentes de servicios, salvo la energía eléctrica que se la robaban de los postes. La Urbe presentaba dos caras: Una de la gente de ingresos elevados que podían asumir gastos sibaritas, tener viviendas lujosas, pagar mujeres de servicio, comprar alimentos caros. Ese estrato de población no excedía del 12 %. La otra cara era la de gente de ingresos bajos o medios bajos, que no podía acceder al mercado y estaba limitado hasta en su posibilidad de adquirir alimentos para él y su familia. Claro que esa división no era inalterable, ya que entre una y otra se iba formando una clase colchón que trataba de ascender en su escala social. Caracas gozaba de espectáculos, ferias, tiendas, venta de artículos finos, teatros, restaurantes, clubes, diversiones y salones de recreación. Con frecuencia venían los mejores toreros españoles, compañías de ópera, operetas y zarzuelas, cantantes clásicos y populares, orquestas de bailes y de salón, boxeadores, jugadores de béisbol, campeones de lucha libre, artistas de cine y de teatro, magos, malabaristas, circos y en general, era un buen mercado para el mundo artístico. Lo más popular era el Coney Island de los Palos Grandes y los juegos de pelota en el Stadium de San Agustín. Otros iban al Hipódromo o a las playas populares, ya que su ingreso no permitía otra cosa. La diferencia en el nivel de ingresos y la inflación que iba carcomiendo la capacidad de compra de la población, creaba cierto malestar, que aunado al tipo de gobierno dictatorial que nos regía y la imposibilidad de acceder a las altas posiciones, sumía a la población en una especie de apatía, donde trataba de sobrevivir y buscar siempre nuevas oportunidades. El Gobierno Militar tuvo la idea de organizar un programa de erradicación de ranchos, que se extendían en la zona de Catia, desde Agua Salud y El Manicomio, bordeando todos los cerros y piedemonte que allí existían. Los Barrios de: Ruperto Lugo, Los Frailes, AltaVista, Gramoven, Brisas de Pro Patria, Los Magallanes, La Laguna, Brisas de Pro Patria, Lomas de Urdaneta, El Amparo, Barrio Continente, Entrada al Junquito, Isaías Medina, Quebrada de Tacagua, Pro Patria Arriba, El Observatorio, el Atlántico, 18 de Octubre, Los Flores de Catia y Monte Piedad. Quedaban pendientes los Barrios de Petare, que eran tan numerosos como los de Catia, los del Cementerio, Cota 905, Barrio San Miguel, La Vega y Antimano. También los Barrios de San Pablito y otros de Caricuao, los del Atlántico y Artigas, Los del Guarataro, El Mamón, la Carretera a Guarenas, Mariches, Turumo, Baloa, Guarenas y Guatire. Este programa extraordinario fue encargado al Banco Obrero, que empezó con el Proyecto creado por el Arq. Carlos Raúl Villanueva, que se llamaba “Dos de Diciembre” y posteriormente “23 de Enero”, unido a otro macro proyecto llamado “Cerro Piloto.” El programa era costoso y ambicioso, hasta el punto que debió dividirlo en varias etapas. La Primera fue la denominada Sector Este, que comprendía a Monte Piedad y La Cañada de la Iglesia. Al efecto, fueron desalojados los habitantes de los sectores afectados, mediante la compra individual, previo avalúo, ofreciéndoles a los propietarios e inquilinos alojamiento en los Edificios de Cerro Piloto. Muchos aceptaron y otros preferían obtener el dinero en efectivo y buscar su alojamiento por sí mismos. Los Edificios eran de 15 pisos, con apartamentos de 2, 3 ó 4 habitaciones, dotados de todos los servicios y buenos acabados. También se construyeron Edificios de 4 pisos así como Escuelas, locales comerciales, iglesias, servicios de usos múltiples, centros cívicos y áreas recreativas y para deportes.Era un proyecto completo que resaltaba por sus colores y que cambió radicalmente el aspecto de la zona. El mismo patrón se aplicó en las otras etapas, llegando a conformar un conjunto de viviendas modernas, vistosas y admiradas por técnicos nacionales y extranjeros. Esta cantidad de viviendas construidas tanto en Caracas como el interior del País ocasionó un gran incremento de trabajo. La mayor responsabilidad para la tramitación de las negociaciones por esos inmuebles, correspondía a mi Sección de Boletines y Contratos, teniendo que desplazarnos muchas veces a las oficinas del Interior. Todo eso era con relación al Banco Obrero, ya que en mi parte personal, tenía que con la mudanza de Juanita a mi casa, aumentaron las visitas y mi tía Licha, que después de vivir muchos años en Caripito, donde trabajaba su marido, tuvo necesidad de trasladarse a Caracas, porque este se enfermó y ella compró en Los Magallanes, casi al frente de la casa de Paela, una casa pequeña, a la cual nunca se acostumbró y habló conmigo para ver se todavía había oportunidad de conseguir una casa en Coche, ya el proceso de negociación había terminado y apenas faltaban por formalizar, unas 17 casas. Tuvo la suerte mi tía Licha de que una de esas, quedara disponible y mi jefe me concedió la adjudicación para ella. Otro motivo de satisfacción y alegría, aunque la casa estaba ubicada en el medio de una Vereda larga y cuando había lluvia la gente se mojaba para llegar a ella. Mayo y Junio de 1.952 pasaron rápido y sin mucho que comentar, salvo que mi relación con la vecina se estrechó más, aunque todavía no eran amores formales. El más entusiasmado era yo y las visitas eran más seguidas, aunque la compañera de trabajo trataba de recuperar terreno, pero lo que faltaba allá, se incrementaba acá. La vecina tuvo que dejar el trabajo porque se sentía enferma y estaba muy delgada, por cuya razón decidió irse a los Andes buscando una recuperación de la salud. Yo me preocupé mucho por ello y a los pocos días empecé a notar su ausencia y con cierta periodicidad le escribía cartas y le mandaba periódicos y revistas. En el mes de Julio se produjo el nacimiento del Primer Sobrino, hijo de Juanita, que trajo alegría a la familia y fue motivo de fiestas y reuniones en la casa. Cuando mi vecina llegó de los Andes la recibí con todo el contento que provoca el retorno de una ausencia. Todo lo anterior quedó en el olvido, ya empezaban a sonar las campanas de matrimonio. Había una total aceptación de la vecina en el seno de la familia. El recién nacido recibió todo el amor de la vecina, que lo visitaba con frecuencia. Ya para Agosto estábamos enamorados y haciendo planes de boda. Como tanto ella como yo teníamos casa, decidimos quedarnos a vivir en la suya y traspasarle la mía a mi hermana Juanita, quien me cancelaría la cuota inicial y otros pagos efectuados al Banco Obrero, así como otros gastos efectuados por mí. Todo eso se ajustó en Bs.6.000.oo, que me serviría para cubrir parte de los gastos de matrimonio y un viaje de bodas a la Isla de Barbados. Teníamos que comprar un juego de dormitorio, pero como teníamos a un carpintero amigo, convinimos con él su fabricación, igualmente una nevera, una cocina y otros artefactos y muebles para la casa.Uno de los problemas que confrontamos fue seleccionar los invitados, ya que la casa era pequeña para un matrimonio y los dos teníamos muchas personas y familias que invitar. Resolvimos el problema programando el matrimonio para horas de la mañana.Los días previos al matrimonio fueron muy agitados ya que fijada la fecha para el 13 de Diciembre, se acercaba el día y todavía faltaban cosas por hacer. Finalmente y a empujones terminamos los preparativos y nos casamos en la fecha prevista en la Iglesia de El Valle, adornado ricamente y con asistencia numerosa de familiares y amigos. La fiesta fue rumbosa, abundancia de licores y pasapalos, la casa se llenó de gente y nos dimos cuenta del error garrafal que cometimos al hacer ese matrimonio en horas de la mañana, ya que la mayoría de los invitados empató la mañana con la noche y allí permanecieron por largas horas y cuando logramos aprovechar una oportunidad para huirnos de la reunión, un grupo de amigos decidió seguirnos hasta Macuto, donde habíamos conseguido una casa prestada para pasar la noche, ya que el vuelo a Barbados salía el día siguiente a la 9.30 AM. Allí estuvieron hasta las 2.00 de la madrugada, así que solo pudimos descansar 3 horas y nos quedamos dormidos, debiendo correr para alcanzar el avión, que por suerte, estaba retrasado. Era un vuelo especial de LAV, que se realizaba una vez a la semana directo a Barbados en un equipo DC4. Llegamos como a las 12.00 M a Barbados y tomamos un taxi para el Hotel Aquatic Club House, donde habíamos reservado habitación. Era un Hotel pequeño, enclavado una parte en tierra y el resto dentro del mar, con unas playas magníficas, mansas y claras. Cuando nos estábamos registrando en la Recepción, el Gerente nos informó que la tarifa era de $ 20.oo por día y por persona, incluyendo la comida, en el entendido que eran $ antillanos, a un cambio de Bs. 2.00 por $ o sea Bs. 600.oo por los 15 días que teníamos reservados. Como yo había llevado Bs. 2.500.oo, al pagar el Hotel, me quedaban todavía Bs. 1.900.oo. Me ofrecieron el alquiler de un carro con chofer o sin chofer. El primero por $ 90.00 y el segundo por $ 60.oo. Me quedé con el carro con chofer. Por último me ofrecieron la membrecía de todos los clubes de la Isla por $20.00 Ya cubiertos todos los aspectos, nos dirigimos al comedor para almorzar con un menú rico en productos marinos y cocina internacional. Almorzamos sabroso y nos fuimos a descansar de tanto ajetreo. El día siguiente nos desayunamos en la habitación con huevos, jamón, salchichón y café con leche. Salimos con el chofer hasta la ciudad para ver los comercios, el puerto y el área central. Buscamos inútilmente una tienda donde mi esposa pudiera comprar vestidos, blusas, zapatos y otros artículos que le hacían falta, pero las tiendas de damas no tenían nada de eso por estar en otra temporada. Yo sí encontré una Sastrería con cortes de casimir ingles, donde te hacían los trajes a la medida. Mandé a hacer dos a un precio de Bs. 160.oo cada uno y dos pares de zapatos Florsheim, pero de trenzas, ya que los mocasines no eran conocidos. Nos pasamos los 14 días de luna de miel, entre baños de playa, paseos por toda la isla, que es pequeña, visita de sitios históricos y de haciendas de esclavos. Como habíamos 8 parejas en luna de miel, hacíamos grupo para conocer los clubes sociales a los que estábamos afiliados y se comía y bailaba al compás de pequeñas orquestas que tocaban música inglesa y solo conocían a Barlovento y Alma Llanera y siempre nos recibían con eso y nosotros en reciprocidad le brindábamos una botella de whisky de mejor marca, cuyo precio era Bs. 21.oo. Hicimos cierta amistad en los 14 días que estuvimos juntos, especialmente las mujeres y nosotros en particular estrechamos lazos con un matrimonio maracucho llamado Eduardo Isea, que trabajaba con un cargo importante, en el Departamento de Recursos Humanos de la Empresa Shell de Venezuela y cuando regresamos a Caracas, nos visitábamos con cierta frecuencia durante algún tiempo, hasta que dejamos de vernos y se acabaron las visitas. El día 29 de Diciembre de 1.952 regresamos de nuestra luna de miel y nos establecimos en la casa de la vecina. Todo era alegría y diariamente salíamos de visita a familiares y amigos. Me preocupaba la salud de mi esposa, pero ella era y es reacia a verse con médicos. Al llegar la Navidad y el Año Nuevo organizamos reuniones y fiestas, contentos de una nueva vida que comenzaba.En la casa había bastante gente y nosotros empezamos a pensar en la posibilidad de mudarnos. Por una simple casualidad, en el Edificio Costa Rica, ubicado en la Avda. Vollmer de San Bernardino y que era propiedad del Banco Obrero, quedó desocupado un apartamento de una habitación en Planta Baja y rápidamente me fue adjudicado en alquiler. Nos mudamos a los pocos días, logrando así nuestra independencia, no obstante que no teníamos estacionamiento para el vehículo. Le pedí a papá que me consiguiera una muchacha de servicio para que ayudara a mi señora. A los pocos días nos llegó la ayuda solicitada, pero no una muchacha, sino una señora mayor que bastante nos ayudó e hizo la vida más llevadera a la señora, ya que era graciosa y contadora de cuentos. El apartamento era de Planta Baja y tenía problema de seguridad, ya que no quise ponerle rejas, ya que estaba esperando otro en el mismo Edificio. En efecto, a los dos meses me desocuparon otro apartamento, pero en el quinto piso sin ascensor, pero eso no nos arredró y nos mudamos a él. Todo iba bien, salvo el hecho de que la tía de mi señora empezó a sentirse mal del estómago y al llevarla al médico especialista, le diagnosticaron un cáncer avanzado. Se hizo lo posible para su cura, pero fue imposible y finalmente murió. Aquello afectó muchísimo a mi señora, ya que ella fue quien la crió y la atendió como una verdadera madre. Los otros hermanos sufrieron el impacto, ya que la difunta era una santa, generosa con todo el mundo y que se dedicó a hacer el bien a todo el que la conoció. El 1.953 fue un año aciago. Comenzó con la muerte de la tía-madre de mi esposa y continuó con la desaparición de mi abuela Carmen Olimpia, la verdadera Jefa y creadora de la familia. Cuando mi tía Licha se mudó a su casa de Coche, se encontró el refugio para que toda la familia se encontrara. Allí se hacían hervidos de pato los días festivos y los fines de semana. Su marido era el primer patrocinador de las rochelas de juegos de dominó y lotería de animalitos, acompañada de mi abuela que le agradaba jugar carnaval con agua aunque no fuera fecha de carnaval, reírse de los chistes familiares y formar desordenes. Igualmente, cuando había un hecho serio que nos afectara, ella era la primera en hacerse presente. Después de fallecer la tía-madre de mi esposa, mi cuñada, la Trabajadora Social, que hizo un post grado en su materia en México, se vio obligada a renunciar al cargo que ocupaba en el Banco Obrero y entonces me acordé de mi amigo Eduardo Isea de la Shell y le planteé la posibilidad de lograr algún cargo en su Empresa. Me dijo que preparara un Curriculum, anexando sus documentos y la respectiva planilla de solicitud de empleo y que de haber algo, con el mayor gusto me ayudaría. No habían pasado 15 días cuando me llamó para decirme que había un cargo, pero en Mene Grande en el Zulia, pero que de aceptarlo, mi cuñada debía tomar posesión en una semana. Mi cuñada acepta el reto y empieza a preparar sus cosas para el viaje, pero le advierte a mi esposa que ella se lleva a la señora de servicio que tiene tantos años con ellos y que la casa va a quedar desocupada. Eso nos obliga a desocupar el apartamento de San Bernardino y mudarnos de nuevo para Coche, donde nos sentimos bien.

24 de agosto de 2010

QUE ME HA DADO CARACAS-Mudanza a mi casa de Coche

Comenzando el año 1.952 volvimos a nuestra oficina de Coche para terminar en el más breve plazo, el proceso de Negociaciones por las viviendas. Hasta ese momento, se habían tramitado las adjudicaciones de un 85 % de las casas y los apartamentos estaban todavía en proceso de remate de la construcción. La Oficina Central me apuraba para que asumiera la jefatura de la adjudicación de los apartamentos de la Urb. “Francisco de Miranda” (Casalta) y de la Urb. “San Martín”, frente a la Maternidad Concepción Palacios. El Banco Obrero había contratado personal adicional, cónsono con su crecimiento y tuvo que irse adaptando a las modernas normas de construcción, administrativas y legales. En Venezuela no existía una Ley que regulara la venta de apartamentos y tenía que acogerse, cuando se podía, al Código Civil y por ello, la Junta Administradora del Banco Obrero encargó a dos prominentes abogados encabezados por el Dr. J. J. Faría De Lima, para que hiciera un estudio de las diferentes Leyes existentes en el mundo sobre esa materia y propusiera el modelo a someter ante el Congreso Nacional. No era fácil estudiar a fondo esos documentos en breve plazo y preparar un modelo de Ley que fuera aplicable a nuestras viviendas, dado el carácter eminentemente social que se aplica en su programación. En efecto, el Banco Obrero desde su creación construía viviendas unifamiliares o concedía créditos para la construcción y para ambos casos, se garantizaban las operaciones, mediante documentos debidamente registrados, pero cuando edificó viviendas multifamiliares, se encontró con el problema de que no podía vender los apartamentos, porque no había una Ley para ello y entonces tenía que adjudicar los apartamentos en arrendamiento simple, debiendo cargar con el costo de los servicios. Ya para el año 1.948, cuando el Banco Obrero cumplió 18 años de actividades, tenía, en Caracas, además de El Silencio, que ya mostraba signos de ser oneroso para su mantenimiento y conservación, a las Urbanizaciones de Apartamentos: Los Rosales, El Prado de María, Pariata, Bella Vista y varios Edificios dispersos en varios sitios de Caracas. La situación era más grave en los Edificios construidos por la Empresa Privada en todas las parroquias de Caracas, que al no poder vender, tenían que alquilar sus inmuebles. No se notaba la pérdida de los propietarios, al vivir el País una relativa estabilidad monetaria y la inflación era baja, además de cargar a los inquilinos parte de los gastos de administración y servicios. Poco a poco la iniciativa privada iba sustituyendo las viejas casas coloniales, las casas de vecindad, las pensiones de mala muerte y los espacios vacíos en el Área Metropolitana, por edificios de 3, 4 ó 6 pisos, dándole a la Capital un nuevo y creciente aspecto de comunidad urbana. Las nuevas urbanizaciones proliferaron en las zonas del Este de la Ciudad, obligando al Gobierno Nacional a trabajar urgentemente en el suministro de agua potable y la eliminación de excretas, así como la Empresa Electricidad de Caracas a incrementar el suministro de energía. La Comisión designada para estudiar la creación de una Ley para la venta de apartamentos, no pudo presentar su proyecto definitivo sino unas normas para ese fin, denominada “Ley de Venta de Apartamentos”, que evidentemente tenía un carácter provisorio y así fue aprobado por el Congreso Nacional, quedando ese Organismo encargado de redactar una verdadera Ley de Propiedad Horizontal que finalmente fue redactada, debatida y finalmente aprobada en el año 1.969. La “Ley de Venta de Apartamentos” vino a llenar el vacío y significó un incentivo a la construcción privada y sirvió de base para que el Banco Obrero abandonara la política de arrendamiento de sus viviendas y en su lugar se adjudicaran los apartamentos en negociación de venta a plazos, dejando el compromiso de pago de los servicios a cargo de los compradores, pero inicialmente no pudieron adoptarse algunas medidas, por lo novedoso de la Ley. Las primeras viviendas que fueron negociadas bajo este régimen fueron los 780 apartamentos de la Urb. “Francisco de Miranda,” los 525 de la Urb. San Martín y los 416 de la Urb. “Delgado Chalbaud”, nuevo nombre de la Urb. Coche. La Urb. “El Silencio” que consta de 845 apartamentos, distribuidos así: 162 de 2 habitaciones, 429 de 3 habitaciones y 254 de 4 habitaciones, más 400 locales comerciales, significaron un paso tan avanzado, que su administración ameritaba una permanente toma de decisiones sobre una materia donde no habían precedentes. Para adjudicar los apartamentos hubo necesidad de designar una Comisión de notables para escoger los arrendatarios definitivos, dentro de un universo de más de 6.000 solicitantes, que comprendían a profesionales jóvenes, ejecutivos medios, periodistas, comerciantes, vendedores, militares de baja graduación, empleados, profesores y en general, familias de clase media baja. Como quiera que se estableció el disfrute para familias de ingresos limitados, se fijó un ingreso familiar máximo per cápita, inferior a Bs. 250.oo mensual y si después de mudado lograban ingresos superiores a ese límite, tenían que desocupar el inmueble. Eso ameritaba una inspección permanente y la realización de informes sociales y en muchos casos, la intervención de la Consultoría Jurídica. También se efectuaba un control sobre la cocina con que fue dotado el apartamento y la colocación de cuadros en las paredes que solo podía hacerlo el funcionario del Banco Obrero. Se controlaba igualmente la producción de ruidos molestos y el celo por el mantenimiento de jardines y pasillos, así como el uso de patines y bicicletas en los pasillos. Mantenía el Banco Obrero en sus Urbanizaciones un cuerpo de vigilantes civiles desarmados que cuidaban las 24 horas todas las dependencias y cualquier contravención era tramitada ante los Organismos Policiales. Para la limpieza de pasillos contaban con obreros rasos y para el mantenimiento de jardines tenían a su servicio unos obreros especializados. Para la parte administrativa cada Urbanización estaba dividida en zonas y cada zona contaba con un Superintendente responsable del personal obrero y del funcionamiento de toda la Urbanización, reportando directamente a la oficina respectiva del Departamento de Inmuebles. Los locales comerciales eran arrendados por un tiempo máximo de seis meses renovables, a voluntad de las partes y a cada vencimiento se revisaba el canon de arrendamiento. Nuestro Departamento era celoso en el cumplimiento de las normas establecidas y los comerciantes, que eran temerosos de la Ley, se cuidaban de contravenir cualquier disposición establecida en el contrato de arrendamiento. En la parte administrativa, el Instituto se regía por métodos ancestrales. La Contabilidad era llevada a mano, el sistema de cobranzas era domiciliario y los recibos se elaboraban manualmente, agregándole copias al carbón. Los controles de ingresos eran rudimentarios e igualmente los inventarios. Por eso, desde la administración del Ing. Pedro Emilio Herrera, se contrataron estudios de empresas especializadas, para incorporar nuevos sistemas para las distintas actividades. Importante papel jugó en ese estudio, la Empresa norteamericana IBM, que estaba cumpliendo por entonces, igual rol en la Industria Petrolera. El control de las Urbanizaciones y de los inmuebles que las integraban, se realizaba mediante largos listados con columnas donde se vaciaban las distintas características. No había completa seguridad de que todos los inmuebles estaban señalados en esos listados. Por esa razón, se designó una comisión de 4 funcionarios, comandada por mí, para que armado de los planos de cada urbanización, verificara en sitio, la existencia del inmueble, su dirección correcta, nombre del propietario u ocupante, su situación legal y la respectiva solvencia. Se escogió para iniciar el Censo la Urbanización Montecristo en Los Chorros, por ser una comunidad pequeña y de fácil comprobación. La Empresa IBM trajo unas maquinas y se ubicaron en un salón especial, ya que necesitaba frío y un personal especializado, dirigido por un Técnico Portorriqueño. Con los datos obtenidos en el Censo y verificados con los expedientes del Archivo, se fueron perforando tarjetas y en las primeras pruebas se evidenció la diferencia. La Comisión siguió en su trabajo, levantando nuevos censos en todas sus urbanizaciones, siguiendo mi asesoramiento, hasta completar con las Urbanizaciones de Caracas, para luego seguir con las Urbanizaciones del Interior del País. En cuanto al Departamento Técnico, cuya Oficina de Arquitectura era dirigida por el famoso Arquitecto, Carlos Raúl Villanueva, tuvo que reorganizarse, porque las necesidades de vivienda en todo el País eran de dimensiones mayores y el Gobierno Nacional pensaba entonces en construcciones masivas y conjuntos de viviendas multifamiliares, que permitieran erradicar los ranchos. Esa idea comprendía también la atención de las Capitales del Interior. Muchos proyectos hubo que contratarlos con Empresas de Arquitectos. Todos estos cambios y otros que se efectuaron posteriormente, le dieron al Instituto una dimensión enorme y yo fui protagonista de ese crecimiento. El personal aumentó, con mayor proporción de mujeres, muchas bonitas y casaderas, que se incorporaban a las actividades sociales del nuevo Club de Empleados, que con frecuencia organizaba fiestas de tronío con 2 y hasta tres orquestas. Los jóvenes solteros éramos asediados por las aspirantes a matrimonio y no eran raros los enamoramientos, la mayoría sin cristalizar en compromisos serios. Yo viví esos devaneos. Ya en el año 1.952 yo tenía 22 años cumplidos y haciendo un análisis retrospectivo, no tenía ninguna fortuna ni hogar y podía tener la posibilidad de lograr una buena casa en Coche, pero mi problema era que no tenía un grupo familiar consolidado, pero podía demostrar que mi grupo familiar, compuesto por papá y mamá, mas 5 hermanos, eran reales aunque no vivieran conmigo. Mientras más lo pensaba, más me agradaba esa posibilidad. Hice la solicitud y hablé con mi Jefe planteándole el caso y me la aprobó de inmediato. Ya tenía vista una casa de esquina con un terreno anexo, que había quedado disponible al desistir el adjudicatario, que quedaba medio escondida y permitía disimular la ausencia del grupo familiar. Hablé con la Caja de Ahorros del Personal para que me prestaran la cuota inicial que era de Bs. 6.000.oo, pero mi sueldo mensual de Bs. 1.140.oo era insuficiente para asumir el compromiso de pago de la cuota de la casa y el préstamo simultáneamente, pero como todos los directivos eran amigos míos, nos sentamos a buscar una solución. La primera era pedir a la Junta Administradora del Banco Obrero que me aceptaran en lugar de los Bs. 6.000.oo, una cuota inicial equivalente al 10 % del valor de la casa, que era de Bs. 36.000.oo. Mi proposición fue aceptada y entonces la Caja me permitió un retiro de haberes por Bs. 1.600.oo y un préstamo por Bs. 2.000.oo. Hice todo mi trámite, me mudé a mi casa, acompañado solo por mi hermano Cheché. Estaba contento porque por fin tenía algo. Los fines de semana me levantaba temprano para ir dándole configuración al terreno anexo para convertirlo en jardín. Antes estuve más de un mes limpiando el interior de la casa a punta de escoba y mopa, ayudado por mi hermano, cortando el monte y recogiendo escombros dejados por la constructora, Me compré fiada una cama con su colchón y una cocina a kerosén Perfección de 4 hornillas y una nevera pequeña también fiado en el negocio de Antonio Cova en El Silencio. Debía hasta el modo de caminar, pero era propietario de mi casa. Al levantarme ponía a hacer mi café en mi Perfección, y luego sacaba de la nevera el queso, el jamón y el salchichón, para hacer con el pan que me traía el portugués, tremendo sándwich, tanto para mí como para Cheche. Así estábamos pasando el tiempo, sin poderme mover mucho porque no tenía plata, sino deudas. Algunas familias ya mudadas en casas de la cercanía, me sorprendían trayéndome en las mañanas, café y arepas rellenas para el desayuno, no faltando invitaciones para almuerzo o cenas en los fines de semana. Poco a poco fui equipando mi casa, comprando ollas, platos, tazas y cubiertos. También toallas, sabanas, manteles, almohadas y algunas lámparas para sustituir los cables con bombillos que tenía en casi todos los ambientes. Compré una mesita con 4 sillas que me serviría de comedor. Todo iba bien, menos el problema del transporte, que se me volvía problemático cuando había lluvia y tenía que bajar o subir una distancia larga para tomar el autobús. No vi otra solución que procurar comprarme un carrito usado, que me sirviera para ir y venir, además de escape para visitar a los familiares y amigos, pero confrontaba el eterno problema de la escasez de dinero, aparte que mis fuentes de financiamiento estaban copadas, pero me acordé que me quedaba una y era que mi amigo, el Negro Figueroa estaba en el Banco de Comercio y por su intermedio, podía conseguir un pagaré con fiador por un monto suficiente para la adquisición. Hablé con el Negro sobre la posibilidad y me dijo que sí, siempre y cuando el fiador fuera solvente. Entonces me puse a revisar las ofertas y la mejor que conseguí fue un carro Mercuri del año 1.949, con placa de alquiler y que luego de regatear, me lo dejaron en Bs. 4.500.oo, pudiendo vender la placa de alquiler por Bs. 500.oo. . Hice mi negocio, vendí la placa, compré dos cauchos, le cambié bujías y con un pote de pulitura y estopa, me llevé a dos primos míos a Los Caobos y allá nos pusimos, a la sombra de los árboles, a pulir el viejo carro. Yo no sabía que ese trabajo de pulitura se hacía por áreas pequeñas y mientras los muchachos sacaban brillo con la estopa, yo iba cubriendo toda la superficie, pero llegó un momento que yo iba muy adelante de ellos y poco a poco se fue endureciendo la cera, hasta que no pudimos sacarla y debimos llevar el carro a un taller para que, con cepillo eléctrico, lograran sacarle el pegoste de cera. Eso me llevó dos días y tener que buscar nuevo préstamo para pagarle al taller. Cuando uno es joven, no le teme a los desafíos y yo me veía como un gladiador que estaba librando mi batalla. Ya tenía mi casa media equipada y mi carro, que podía llevarme donde quisiera. Solo me preocupaba que iba pasando el tiempo y yo no estaba estudiando en un liceo o una universidad, como era mi promesa interna, pero los liceos privados eran caros para mis ingresos y vivía posponiendo le fecha para iniciar los estudios. Era Abril de 1.952 y tenía 22 años ya cumplidos y próximos a llegar a los 23. Ya habíamos terminado el trabajo en la oficina de Coche y seguíamos en trabajos diversos en la Oficina Central. En una reorganización del Departamento, pasé a ocupar un nuevo cargo llamado Jefe de Sección de Boletines y Contratos, con un sueldo de Bs. 1.410.oo y responsabilidades varias en todo el funcionamiento del Departamento. Fui incluido en una plancha de la Caja de Ahorros y resulté electo Vocal de la Junta Directiva. Sentimentalmente estaba vinculado con una o dos muchachas que tomando el asunto en broma, teníamos acercamientos sin importancia, aunque algunas hablaban de que era hora de hablar con los padres, pero yo le sacaba al cuerpo a tal perspectiva, debido a que en la situación económica en que estaba, no podía asumir ningún compromiso. Claro que eso era un secreto que yo no divulgaba y me hacía el loco. Entre las amistades, la Familia González Flores, quienes me invitaron la Semana Santa a un viaje a Higuerote, en el cual gocé bastante, no dejé de advertir que había una sobrina y ahijada de Lastenia, que la familia concebía que era la ideal para mi, visto la mutua simpatía que hubo en el viaje y las largas horas de conversación que sosteníamos, por lo cual me llamaban por teléfono para que fuera a visitarlas y a comer los dulces que tanto me gustaban. En los Magallanes, donde vivía antes con mi tía Paela, había varias muchachas que visitaban la casa en su condición de amigas de mis hermanas y dos de ellas tenían la ilusión de que con el tiempo pudieran lograr una conquista y posterior matrimonio. La Secretaria del Jefe del Departamento era una señora muy simpática, casada con un compañero de oficina y por el tiempo que teníamos conociéndonos, había cierta confianza, dentro del debido respeto. Ella tenía una hermana, que trabajaba en una Empresa Comercial y con frecuencia visitaba a su hermana en nuestra oficina. Con el tiempo, logró un cargo en el Banco Obrero y en su condición de familiar de la secretaria, hubo un acercamiento y como ella vivía en Coche y yo también, le daba la cola en la mañana y en la tarde. Con los motivos reales o inventados me invitaban a su casa en la noche, bien sea para conversar con su mamá que era una señora muy agradable o para oír unas sesiones de música que daba su padre cuando venía de Barquisimeto y convocaba a sus amigos músicos para interpretar viejas composiciones o estrenar nuevas obras logradas en su condición de Director de la Orquesta Sinfónica de Barquisimeto. Entre ellas oí como primicia a la luego fue popular canción “Como llora una estrella”. Otras veces me convidaban a visitar a las hermanas, casadas con dos artistas reconocidos en el País, donde departíamos por largo tiempo y viendo ese encuentro frecuente, muchos pensaron que mi destino estaba ligado a esta agradable compañera. Para Abril 1.952, ya mi hermana Juanita estaba embarazada y toda la familia estaba contenta por la posibilidad de crecimiento. Chela, a quien yo dejé en mi cargo en el Royal Bank of Canadá, estaba consolidada en esa Institución. Con su carácter extrovertido, se hizo amiga de todo el personal, incluyendo a los canadienses y había logrado incorporar a mi otra hermana Aura, que ya graduada de Químico Industrial no encontró cupo en su carrera y prefirió emplearse en el Banco. Igualmente ingresaron al Banco Royal, en épocas diversas, mis primos Emira, Carlos y Manuel Marcano, al igual que mi hermano Ángel José, por poco tiempo. Aura se casó con un compañero de trabajo, con un cargo ejecutivo, mi prima Emira se casó con otro compañero de trabajo y mi otro primo Manuel Marcano se casó con una canadiense, también del Banco. Entretanto, mi hermana Chela se enamoró de un empleado del Banco Agrícola y Pecuario y también se casaron en fechas cercanas. Ya con mi carro, mi casa, la cercanía al Club Social, la cantidad de amigos y familiares, contribuían a hacerme la vida más llevadera y hasta agradable Cenaba regularmente en el Club, donde me permitían pagar con vales, que rescataba cada quincena. Con mis amigos y compañeros jugaba mis partidas de dominó y trataba de aprender a jugar billar, pero en ninguno de los dos pude descollar, siendo en ambos un jugador de tercera categoría que siempre perdía y los compañeros me sacaban el cuerpo. Como el ambiente del Club Social era muy agradable, con sus jardines de árboles añosos, técnicamente recuperados y mantenidos permanentemente, al igual que las áreas de grama, parques infantiles, salas de juego de damas, instalaciones de piscina, baños de damas y de caballeros, un buen servicio de restaurant con precios módicos, contribuían a que los socios acudieran con regularidad a sus salones. Por supuesto, que la gente joven aprovechaba la buena música para bailar en una de las dos pistas exteriores que funcionaban en las áreas recreativas. El respeto y buen comportamiento era exigido con todo rigor y cualquier falta en ese sentido, era penado con la expulsión del Club y con un gobierno dictatorial que nos regía, llegaba hasta el despido del cargo que ocupara en el Banco Obrero. Ese castigo era extensible hasta los invitados de los socios. Estando ya instalado en mi casa, la vivienda vecina quedó disponible y fue adjudicada a una familia tachirense, que de primera mano, me pareció muy decente, educada y respetable, sobre todo la persona mayor, responsable de la casa. Cuando la titular de la adjudicación, una señorita joven, alta, delgada y con porte distinguido, concurrió a mi oficina para regularizar la negociación, se comportó altiva, lejana, seca y pretenciosa. No le impresionó nada que le dijera que íbamos a ser vecinos y que yo estaba a la orden para cualquier cosa que necesitara. Eso fue todo, yo seguí mi rutina de levantarme tarde los fines de semana y días de fiesta y luego de tomar café, me sentaba en el porche de mi casa a leer la prensa, sentado en un mecedor. Como a los 15 días de haberle dado la orden para retirar la llave, sentí ruido en la Vereda y me asomé a ver qué pasaba y alcancé a ver a la familia vecina que se estaba mudando. Me senté en mi porche para mirar el traslado de muebles y conocer de lejos a los miembros de la familia. Estaba una señorita joven, muy simpática, que hablaba en voz alta y se reía con frecuencia, una señora mayor que se notaba su don de mando y jefa del hogar, un joven que caminaba con dificultad, una señora gorda con su hija con pelo amarillo y la señorita titular de la negociación que se mantenía con su actitud lejana. Aunque me daban ganas de ayudarlas en la mudanza, me abstuve de hacerlo para que no creyeran que yo trataba de inmiscuirme. Terminó la mudanza y yo me fui para la calle y me olvidé del asunto. El día siguiente, que era domingo, me fui para Los Magallanes para almorzar en la casa de mi tía Paela y conversar un rato con la familia. Algo se habló sobre la posibilidad de que Juanita y su esposo se mudaran conmigo. Regresé en la tarde a mi casa y me dormí temprano. Como quiera que yo me trasladara solo en mi carro a mi oficina en la mañana, había 3 vecinos que aprovechaban el chance y se venían conmigo como compañía y gozábamos un puyero con los cuentos del día. La joven mayor era trabajadora social y trabajaba en el Ministerio de Sanidad y la otra trabajaba en el Ministerio de Comunicaciones. La primera era simpática y extrovertida. Diariamente se trasladaban en la mañana a sus respectivas oficinas, en horas muy tempranas, bajando hasta la Avenida con sol y con lluvia a tomar el autobús. En algunas oportunidades las invité a que se vinieran conmigo, pero me eludían la invitación, dado su carácter retraído y penoso. Se hizo habitual que pasara por la compañera de oficina y los pasajeros le dejaban el sitio a mi lado en el asiento delantero. Tanto ella como su hermana menor, se sentían con cierto derecho en el uso del vehículo y eso a mí no me importaba. La vecina, quien ya me saludaba displicentemente, siguiendo el ejemplo de su hermana y la jefa de la casa, en algunas ocasiones me aceptaba la invitación para que se fuera conmigo hasta el centro y ya yo notaba cierta empatía de mi parte hacia ella. Ya en Mayo 1.952, mi hermana Juanita se sentía sola en Casalta y como el embarazo le cayó muy mal y ante el hecho de que yo estaba solo en la casa, me propuso mudarse conmigo y ante mi propia soledad, acepté su petición y en la semana siguiente se mudaron Juanita y su marido, mas la suegra y ya sentí el calor de hogar. La compañera de trabajo, que se sentía segura en su relación conmigo, veía que sus fronteras eran vulneradas y apretó sus acciones para defender lo aparentemente conseguido y yo me iba acercando hacia la vecina, ya que cada vez le admiraba su educación y decencia en el trato. Me atrevía hasta visitar la casa y sostener conversaciones con la Jefa del Hogar, quien era una señorita mayor que a la muerte de una hermana, adoptó prácticamente a los tres hijos huérfanos, un varón y dos hembras, a quienes crió y educó con el mayor esmero. Yo noté cierta afinidad con mi vecina, pero se interponía la compañera de trabajo, que no se daba por vencida. Mis conversaciones eran largas con la señorita Jefe de la casa y como defensa de mi soltería decía que yo era casado en Río Caribe y que tenía dos hijos. Así iban pasando los días y dejaba que la lucha interna se resolviera por sí misma, sin embargo, no despreciaba el café matutino ni la ración de dulce criollo que me brindaban algunas noches.

23 de agosto de 2010

QUE ME HA DADO CARACAS.Asesinato del Coronel Carlos Delgado Chalbaud. Presidente Junta de Gobierno.

El día 13 de Noviembre nos presentamos a trabajar en la Oficina de Coche , de lo más normal, preparándonos para empezar a recibir al público que esperaba, cuando se presentó un vehículo militar cargado de soldados con armas largas, al mando de un capitán, quien muy respetuosamente se bajó del transporte y preguntó quién era el jefe de la oficina y al contestarle que era yo, me llamó aparte y me dijo que era conveniente que cerrara el despacho y suspendiera la audiencia, ya que había una situación irregular en el ámbito militar, con un presunto magnicidio, por lo cual él dejaría al cuido del sector, un grupo de soldados al mando de un cabo, que se ubicarían en el techo del Bloque. Inmediatamente le informé al personal, especialmente a las secretarias, para que se prepararan para el regreso a sus casas. Al rato llegó una camioneta a buscar a nuestro policía-chofer Ramón Ortega, quien debía presentarse a la Seguridad Nacional. Antes de irse me dejó las llaves del jeep y se marchó. Como quiera que yo tenía titulo de manejar y no podía quedarme allí en esa situación, embarqué a las muchachas y a las personas que cupieran y arrancamos hacia Caracas para dejarlos lo más cerca posible de sus casas. Las dejé en el Nuevo Circo y como no había acceso hacia El Silencio, me llevé el vehículo y lo paré frente a mi casa en Los Magallanes. Como medida de seguridad, le saqué el ruptor de la distribución y me quedé en espera de noticias. El siguiente día salí a hablar con mi jefe por teléfono para que me informara lo que debía hacer con el vehículo y sobre la espera para reabrir la oficina. El me dijo que guardara el vehículo en un estacionamiento seguro y que me mantuviera en contacto telefónico para cualquier cosa. Por la prensa y la radio me informé que la Junta de Gobierno designó al Dr. Germán Suárez Flamerich como Presidente de la misma, en sustitución de Delgado Chalbaud, quedando los demás igual. Se reorganizó el Gabinete nombrando algunos nuevos ministros. Se informó a la población que la muerte del Tte. Cnel. Delgado Chalbaud fue planificada y ejecutada por un viejo militar de tropa de nombre Rafael Simón Urbina, quien trajo para eso a unos facinerosos de la Sierra de Coro y algunos familiares, quienes atacaron al motorizado y al vehículo presidencial, cuando salía de su casa de Chapellín, acompañado solo de uno de sus Edecanes: el Tte. de Navío Carlos Bacalao Lara. El carro fue asaltado por los agavillados y apresaron a los dos militares, los desarman y los conducen a una quinta que tenían preparada en Colinas de Bello Monte. Entre los prisioneros y sus captores hubo siempre una constante discrepancia y cruce de palabras y en un entrevero se le disparó el arma a uno de los bandidos, hiriendo gravemente a Rafael Simón Urbina en una rodilla y al querer intervenir Delgado Chalbáud para ayudar al herido, le fueron disparados ráfagas de bala tanto al Presidente como al Edecán, quien no obstante sus graves heridas, logró fugarse y buscar auxilio en una quinta vecina, de donde llamó a Palacio y comunicó la situación, lo cual motivó la inmediata intervención de las autoridades, quienes apresaron a los asaltantes, incluyendo al cabecilla, quien aún herido, pedía ser llevado a la Embajada de Costa Rica, de donde fue desalojado y según la versión oficial, al ser trasladado, trato de amotinarse y fue acabado a tiros. La ciudad estaba convulsionada, se corrían rumores sobre la intervención de algunas personalidades del Gobierno en los hechos. Se acusaron unos y otros, pero finalmente la situación se fue calmando. Se produjo el acto de enterramiento del Presidente, con todos los honores y ascensos post Morten. Se apresaron a todos los asesinos que participaron en el magnicidio y la semana siguiente se abrieron las oficinas y comercios. Paulatinamente la ciudad fue adquiriendo la normalidad y los Tribunales a practicar detenciones e iniciar juicios. En lo que respecta al Banco Obrero, el Director Gerente, Ing. Pedro Emilio Herrera, fue nombrado Ministro de Obras Públicas y designado en su lugar el Ing. Julio Bacalao Lara, un joven profesional de la Ingeniería, hermano del Edecán del Presidente, Tte. de Navío Carlos Bacalao Lara, quien estaba internado en una clínica, donde fue intervenido por sus múltiples heridas, que ponían en peligro su vida. Por supuesto que había una situación de nervio y expectativa por parte del personal, para saber cómo quedaba el Instituto y si cambiarían al personal ejecutivo del mismo. El nombramiento del Ing. Bacalao no cayó bien a los componentes del personal técnico que tenían muchos años de servicio, demostrando su capacidad e idoneidad, en las numerosas obras ejecutadas por lo que se consideraban con méritos para ascender a cualquier cargo de mayor jerarquía, en cambio que el Ing. Julio Bacalao Lara solo actuó como Inspector en las obras de El Silencio. Un numeroso número de ingenieros, arquitectos y personal técnico renunció a sus cargos e igual lo hicieron otros individuos de la Organización, bien sea por irse a trabajar con el Ing. Herrera en el M.O.P. o por otras causas. La toma de posesión del nuevo Director Gerente, se produjo en un clima de tensión y nerviosismo. El Ing. Bacalao Lara concurrió en compañía del Ing. Pedro Emilio Herrera, Director Gerente saliente, a recibir el cargo y fue recibido por todo el personal de la Oficina Central y ambos dirigieron palabras alentadoras y de optimismo para el futuro del Instituto. La situación se fue normalizando, se reanudó el trabajo y apenas se cubrieron los cargos vacantes por renuncias. El Ing. Bacalao Lara recibió los informes pertinentes sobre la marcha de los distintos Departamentos y trascurridos varios días, bajó a las distintas dependencias para saludar a los empleados en su sitio de trabajo. Se mostró como una persona sumamente educada, simpática en el trato y deseosa de trabajar. Cayó bien al personal y fue cambiando el clima inicial adverso que encontró. La Junta de Gobierno hizo los nombramientos de Ministros y Gobernadores de Estado que creyó conveniente y decretó la realización de obras tanto en Caracas como en el Interior del País. Se mantuvo por varios días el acuartelamiento del personal militar y se hicieron los ajustes en las Guarniciones. Se empezaban los preparativos para las festividades navideñas y para el pago de los aguinaldos en todas las dependencias de la República. Nosotros continuamos nuestra labor en la Oficina de Coche, aligerando el trámite de las adjudicaciones pendientes. El movimiento de los nuevos propietarios para acondicionar sus casas avanzaba con toda velocidad y las familias se iban conociendo en su calidad de vecinos. Había alegría en el ambiente y se incrementaba el problema del tránsito al aumentar el número de usuarios, que tenían que hacer el trayecto de Coche-Los Jardines- El Valle-Nueva Granada-Puente Hierro-San Agustín del Norte- El Silencio y al regreso se hacía el mismo trayecto. A los empleados nos pagaron 15 días de aguinaldo en los primeros días de Diciembre de 1.951 y para el día 24 fuimos citados a la Oficina Central para recibir el saludo navideño del Director Gerente y el brindis correspondiente. El Ing. Bacalao nos dirigió unas palabras de aliento y el deseo de una Navidad Feliz. Las comidas y bebidas fueron generosas y ya para terminar el ágape, nos anunció el pago de una quincena adicional como aguinaldo. Eso fue un impacto para aquel grupo de empleados que devengábamos un sueldo limitado. No había puente navideño y nos reintegramos al trabajo el día 26, contentos por esos 15 días que nos cayó de sorpresa. El día 30 fuimos convocados de nuevo para la despedida del año y ahora las bebidas y los pasapalos fueron todavía más sabrosos. Se notaba el entusiasmo del personal y cierta simpatía para el nuevo Director Gerente, quien acompañado de su esposa se mezclaba con los trabajadores, los saludaba y hasta les dirigía un saludo afectivo. Cuando la fiesta estaba por concluir llamaron de nuevo la atención de los asistentes y anunciaron al Director Gerente, quien de nuevo les deseó a todos un Feliz Año en compañía de sus familiares y como colofón anunció que a partir del 1ª de Enero de 1.952 todos los empleados y obreros recibirían un aumento lineal de sueldo de un 10 %. Los gritos de satisfacción salieron de todas las gargantas y los aplausos no se hicieron esperar. Las esperanzas salieron a relucir. Terminábamos un año aciago y comenzaba otro donde se vislumbraba un gran porvenir. Mi familia estaba compacta, unida en la casa de mi tía Paela en Los Magallanes. Juanita estaba trabajando como Jefe de Enfermeras del Hospital Policlínico de Los Teques, dependiendo de la Gobernación del Estado Miranda. En el mes de Septiembre hubo una terrible inundación en Barlovento, que afectó a Río Chico, San José de Río Chico, Higuerote y un alto número de pueblos y caseríos de la Región, la cual fue declarada en emergencia y se mandó para hacerle frente, un contingente de médicos, ingenieros, enfermeras y otros profesionales. Igualmente maquinarias y equipos necesarios en esa contingencia. Durante 3 semanas ese personal trabajó denodadamente atendiendo los grupos damnificados. Juanita estaba dentro de ese personal, representando a la Gobernación y dentro de los médicos enviados por el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, estaba el Dr. Eriberto Echezuría, Epidemiólogo recién llegado de un curso post grado de 2 años en la Universidad John Hoppins de Baltimore. Necesariamente tenía que haber una comunicación entre los profesionales actuantes y cuando regresaron de Barlovento, se estableció un acercamiento entre Juanita y el Dr. Echezuría, quien invitaba a la familia a comer tostadas en Palo Grande. Eran arepas cocidas, envueltas en huevos. Fueron intensificando las visitas y terminaron en amores. Comenzaron los preparativos de matrimonio y al efecto yo le conseguí un apartamento en la Urb. “Francisco de Miranda” (Casalta) en Catia, de 4 habitaciones en Planta Baja, ya que Echezuría tenía su mamá y necesitaba un cuarto sola. En Diciembre de 1.951 contrajeron matrimonio en una fiesta muy agradable donde abundó el licor y la comida. Se fueron de luna de miel para la Isla de Barbados y al regreso se mudaron a su nuevo hogar.

20 de agosto de 2010

QUE ME HA DADO CARACAS - Creación Oficina de Negociaciones Urb. Coche. El Valle

Al regresar a Caracas desde El Tocuyo y presentar mi informe, me incorporé al grupo que se estaba organizando para instalar con carácter provisional, una Oficina de Formalizaciones de Negociaciones en la Urb. Coche, que tendría a su cargo recibir a los solicitantes que habían sido beneficiados con la adjudicación de viviendas del Conjunto Residencial. Escogimos como sede a dos apartamentos en la Planta Baja del Bloque № l, donde ubicamos una oficina de recepción, dotada de 20 sillas plegables de hierro y allí se orientaba al público, para que se sentara en esas sillas, para ser llamados a medida que el personal se desocupaba.En una de las habitaciones se guardaron los archivos de expedientes y el material de oficina, en otra se colocaron a las tres secretarias mecanógrafos que nos designaron, dotadas de sendas máquinas de escribir y sus respectivas mesas y sillas. Igualmente se localizaron en dos habitaciones, sus correspondientes escritorios con su silla ejecutiva y dos sillas para el solicitante beneficiario y su acompañante. Allí estaríamos los dos representantes del Instituto. Teníamos un mensajero y un vigilante, más un vehículo que manejaba un chofer guardaespaldas, que trabajaba también en la Seguridad Nacional, que nos llevaba y traía, ya que hasta el sitio no había transporte. Nos instalamos a mediados del mes de Junio de 1.950, pero se recibieron los primeros adjudicatarios en la semana siguiente. El procedimiento establecido era muy simple: Una comisión creada especialmente con ese fin, iba adjudicando las viviendas, señalando en la carpeta o expediente, la dirección correspondiente al inmueble adjudicado, su precio de venta, la cuota inicial, la pensión mensual y el plazo de cancelación. Ese expediente se le pasaba a una de las mecanógrafas, quien le llenaba la carta de adjudicación, la enviaba al Jefe de Departamento para que la firmara y la devolviera a la mecanógrafa para su envío por correo ordinario. Ese formato de carta tenía varias copias para control y una de ellas iba anexa al expediente, el cual era remitido a nuestra Oficina de Formalización en Coche. En ese entonces el servicio de Correos era medianamente eficiente y las cartas llegaban a sus destinatarios con suficiente antelación para que estos cumplieran con el plazo de 10 días que se les daba para su concurrencia a nuestra Oficina. La correspondencia diaria que salía de la Oficina Central para el Correo era abundante, con un mínimo de 25 cartas que se suponía era nuestra capacidad de atención y al regularizar la asistencia, el trabajo a realizar en nuestra Oficina aumentó vertiginosamente, ya que debíamos elaborar cada caso en forma completa, desde la firma de documentos, boletines para el registro contable de la negociación hasta entregarle constancias al adjudicatario para que tramitara el servicio eléctrico ante la Electricidad de Caracas y otra orden para que el Dpto. Técnico le hiciera entrega de las llaves del inmueble. Eso tenía que repetirse con las 1.152 casas y 416 apartamentos. Este procedimiento funcionó bastante bien y en Caracas se notaba la menor afluencia de público en las Oficinas Centrales del Banco Obrero y la disponibilidad de viviendas en las Agencias de Alquiler, con los inmuebles que desocupaban los beneficiarios de las adjudicaciones. Nosotros estábamos organizados en nuestra Oficina. Recibíamos los expedientes de los inmuebles adjudicados y vaciábamos los datos en un listado de control y luego las introducíamos en el Archivador por orden alfabético. Cuando llegaban los interesados, debían traer consigo la carta de adjudicación y la Libreta de Ahorros. Los recibíamos indistintamente cualquiera de los dos oficinistas, los identificábamos y les informábamos el monto de la cuota inicial que debían trasladar de ahorros a Cuenta Hipotecaria, para lo cual tenían que venir a la Oficina Central con un formato firmado por uno de nosotros. Al regresar, ya teníamos adelantado el contrato y demás recaudos que debía de firmar. Le entregábamos las órdenes para luz y llaves y allí acababa el trámite individual. Internamente organizábamos los expedientes, con todos sus documentos y los remitíamos a la Oficina Central, Dpto. de Inmuebles, para su desglose y remisión de copias a Contabilidad, Cobranzas y Oficina Legal. Finalmente el expediente iba al Archivo General y se acababa el trámite. Una vez marcado un ritmo, el trabajo fluía normalmente, pero surgían algunos problemas de pequeña monta. Por ejemplo, el otro funcionario se sintió enfermo y pidió su relevo, quedando yo encargado de la Oficina. Otro problema más grande era que en Coche no existían restaurantes y solo unos tugurios de ventas de comida, sucias y abarrotadas de gente desaseada. Los varones nos defendíamos comiendo cualquier cosa, pero las muchachas no, por lo que debíamos mandar al chofer a Los Rosales para adquirir algunas comidas, pero eso le salían caras para el sueldo que devengaban. En el área de terreno situada frente a los Edificios y que estaba reservada para un Centro Comercial, que luego se construyó, había un Barrio insalubre, sucio, maloliente y peligroso, que cuando el Banco Obrero decidió su eliminación, contrató con el constructor Sergio Casado su eliminación, quien usó un tractor para ir demoliendo poco a poco los ranchos, permitiéndole a los dueños llevarse sus tablas y puertas para levantar otro rancho en la zona de Las Mayas, donde se le daba un terreno, creando un nuevo Barrio que todavía dura y sigue creciendo. El Sr. Casado era un catire de baja estatura, que no abandonaba sus lentes Ray Ban, sumamente simpático y educado, que nos visitaba frecuentemente y era nuestro protector ante cualquier necesidad. Tenía muchos amigos en todos los ambientes, sobre todo en las altas esferas del Gobierno y era el contratista de confianza para obras de envergadura. Logró que le dieran al cuido la vieja casona de la Hacienda Coche, que aún estando en ruinas, dejaba ver lo majestuoso que había sido. Limpió toda el área, sacó a los indigentes que la habían invadido y bajo el asesoramiento de un arquitecto paisajista, la fue restaurando con buen gusto. Cuando nosotros llegamos a Coche, ya la casona estaba lista y allí instaló sus oficinas, la dotó de muebles finos y contrató un personal de servicio para los distintos fines, incluyendo una cocinera martiniqueña, que había sido cocinera del General Isaías Medina Angarita cuando fue Presidente de la República y un barman español de primera clase.. Tenía un deposito con las reservas alimentarias que pudiera necesitar y una bodega refrigerada con vinos finos y licores diversos, sobresaliendo la variedad de whiskys escoceses más caros y champañas finas. Se decía que allí concurrían, por invitación especial, ministros, embajadores y altos ejecutivos del Régimen. Viendo un mediodía las dificultades que teníamos para almorzar, ya que poco a poco se iban demoliendo los comederos populares, el Sr. Casado nos dijo que de ahora en adelante, éramos sus invitados permanentes para almorzar en La Casona, hasta que termináramos el trabajo que teníamos asignado. Ya teníamos allí tres meses y se habían formalizado un 70 % de las negociaciones, con la ocupación de un 60 % de los inmuebles Había movimiento, los autobuses y carritos por puestos prolongaron sus recorridos hasta Coche. Los albañiles, carpinteros y pintores particulares contrataban con los propietarios los trabajos menores que son usuales en esos casos. Los motociclistas de las panaderías visitaban inmediatamente a los recién mudados, para ofrecerles el servicio a domicilio del pan, la leche y el periódico diario y como prueba de su buena intención le regalaban una torta y el primer servicio de pan. Un grupo de vendedores cubanos ofrecían a crédito unas lámparas que llamaban “Lámparas Quesada”, que ellos mismo instalaban en cuestión de minutos. Los vendedores recorrían calles y veredas ofreciendo sus productos. La Urb. Coche era un polo de atracción. Pasaron los meses de Junio, Julio, Agosto y Septiembre de 1.950. Ya tenía 21 años y muchas carencias, sobre todo económicas. Pocos ingresos y muchas necesidades. Muchas personas a quien darle y ninguna colaboración. Lo que tenía era una gran fuerza espiritual y fe en mí. Sabía que había un futuro. No podía retroceder y mucho menos desmayar en mis propósitos. Al día siguiente de la invitación, al mediodía, vino el mismo Sr. Casado a buscarnos para ir a almorzar, nos introdujo por la puerta de la Administración y nos presentó ante el responsable y le dijo que de lunes a viernes vendríamos 7 personas a almorzar allá y le encargaba de nuestra atención, estuviera él o no. Septiembre y Octubre fueron meses de buenos almuerzos, buena comida. Degusté allí platos que nunca en mi vida había probado .Unas sopas y cremas exquisitas, carnes de res y aves preparadas en forma especial, las ensaladas eran gustosas. Pero lo más inolvidable eran los mariscos en sus variadas formas, creo que uno de los tres miembros de la Junta de Gobierno era fanático de los mariscos y en algunas oportunidades, la madama cocinera me preparaba guilladito, una ración de percebes y lo más excelente, una ración de angulas, que parecen fideos. Algunas veces, muy pocas, sentíamos un revuelo con la presencia de grupos militares que tomaban los sitios estratégicos, era la Junta de Gobierno completa o alguno de ellos que venía a almorzar con el Sr. Casado y sus invitados, que no éramos nosotros. Estábamos separados, más cercanos a la cocina y las personalidades entraban y salían por puertas especiales, así que nosotros almorzábamos y luego nos regresábamos a nuestra oficina, haciendo mutis por la puerta administrativa. Olvidé citar los postres especiales que preparaba la madama cocinera. Eran manjares para nuestro paladar.

19 de agosto de 2010

QUE ME HA DADO CARACAS Ingreso al Banco Obrero

Con fecha 4 de Febrero de 1.950 me incorporé al Banco Obrero para trabajar en el Departamento de Inmuebles con el cargo de Oficinista III. Para ello me levanté temprano, me bañé y afeité la barba y luego me enfundé en un traje nuevo, de gabardina color beige, hecho a la medida y una camisa blanca, haciendo juego, con una corbata Botani inarrugable, que compré en un negocio de sastrería ubicado de Gradillas a Sociedad. Hice mi entrada por la puerta que ya conocía, saludé al portero Morales y me presenté ante el Sub Gerente Víctor Rojas Cardozo, quien ya me esperaba y me saludó con gran deferencia. Mandó a llamar al Jefe de Servicio Sr. Humberto Briceño, un trujillano, chiquito y de pelo aindiado, de trato muy protocolar, a quien le noté un complejo por mi estatura y porte atlético, al caminar a mi lado.. Quiso demostrar su jerarquía presentándome a los dos empleados que trabajaban en la Sección de Vivienda, adonde me adscribieron en ese instante. Eran dos muchachos muy jóvenes que tenían la función de recibir a los solicitantes de vivienda, informarle los requisitos y documentos que debían anexar a la planilla que le entregaba a continuación y le fijaba fecha para nueva cita, portando consigo los recaudos señalados y la planilla debidamente llena. Como apenas se estaba implantando el sistema de cedulación, casi toda la población carecía de ese documento, por lo cual había que identificar a los solicitantes por sus apellidos y nombre, que se anotaban en unos libracos de hojas intercambiables y portada negra. Esos libros se consultaban con frecuencia y por supuesto, con el tiempo, se dañaban las hojas y había que cambiarlas. Con mi llegada y viendo que tenía buena letra, el Sr. Briceño me encargo de efectuar los cambios de hojas y como yo no tenía lápiz, me entregó un lápiz Mongol № 2 y me dijo, agarrándolo por una punta, lo siguiente: ¡ Ud. tiene aquí este lápiz, procure no borrar mucho¡ .
Comencé a trabajar con el mayor entusiasmo, recibí la correspondencia pendiente de respuesta y me aboqué a redactar las correspondientes cartas, que después de ser revisadas por el Sub Gerente pasaban a manos de la mecanógrafa que me asignaron, una funcionaria sumamente competente, que en una máquina de escribir manual y sin ver el teclado, mecanografiaba esas cartas con una velocidad admirable. Rápidamente me puse al día con el trabajo pendiente y al quedarme libre unos espacios de tiempo, trabajaba en los libros y ayudaba a los compañeros en sus labores. Transcurría el tiempo y a las pocas semanas, pude ganarme la amistad del personal, no solamente los de mi Departamento, sino también, paulatinamente, iba conociendo gente y estableciendo vínculos. En un alto porcentaje, era gente joven y sin compromisos de ninguna índole. No obstante estar viviendo un tipo de gobierno anárquico, la política no influía en las relaciones personales. Con alguna frecuencia se organizaban fiestas familiares y yo era invitado a ellas, al igual que otros compañeros de oficina. Cuando el Banco Obrero se mudó para el Bloque 1 de El Silencio, se asignaron espacios para las distintas dependencias del Instituto e inclusive, se dejaron reservas de áreas, entre las cuales se destacan los sótanos y un local amplio en la terraza del piso 7, donde estaban provisionalmente los arquitectos y que después quedó disponible. Se aprovechó esa oportunidad y se creó una comisión organizadora del Club Social de los Empleados del Banco Obrero, que hizo una campaña para incorporar a los empleados y su familia y llegaron a la realización de reuniones bailables y otras de carácter social. Se estableció la Sede en el local del piso 7. Se llamó a elecciones, saliendo vencedora una plancha formada por socios entusiastas, que de allí en adelante fomentó la unión y armonía de los empleados. Para entonces estábamos en el mes de Agosto de 1.950 y yo había cumplido 21 años en Julio. Desde su fundación en el año 1.928, el Banco Obrero solo realizó actividades modestas para el fin por el cual fue creado. Apenas unas casas en Maracay y Puerto Cabello y en Caracas se asomó con unas casas en la Urb. Bella Vista, en Pro Patria y otras en Prado de María, Los Castaños, Agua Salud y José María Vargas en La Guaira. Realizaba su labor con un exiguo número de empleados en sus Agencias de Maracay y Caracas y que siguiendo instrucciones presidenciales, empezó en el año 1.948 a incrementar sus actividades y al efecto, se construyeron las casas de la Urb. Urdaneta en Catia, la Urb. Montecristo en Los Chorros, las casas de El Prado y Los Rosales. Posteriormente se acometió un Plan de Construcción para Clase Media, construyendo unos Edificios de 4 pisos, con apartamentos de 4 habitaciones y espacios amplios en las Urbanizaciones Los Rosales, Prado de María, Pro Patria y Pariata en La Guaira, así como otros pequeños desarrollos en Maracaibo, Valencia, La Victoria. Desde el año 1.941 se decidió acabar con el Barrio Insalubre de El Silencio y se tomaron las providencias técnicas y administrativas para enfrentar el tremendo reto de ejecutar esa obra. Hubo que vencer los ingentes problemas que se presentaban. Se elevó el capital de la Institución, desde Bs. 6.000.000.oo á 20.000.000.oo, se emitieron por primera vez cédulas hipotecarias por un monto de Bs. 13.000.000.oo y se consolidó un crédito por Bs. 8.300.000.oo con un Banco Norteamericano. Los esfuerzos realizados dieron su fruto y El Silencio vino a constituirse en la obra monumental del Gobierno Nacional y cuando yo ingresé al Banco Obrero, en Febrero de 1.950, todavía había reminiscencias de la influencia que ejercía en todas las actividades del Instituto, pero no se quedó en sus laureles. Los desarrollos de vivienda que hacía hasta entonces eran modestos y restringidos a decenas de vivienda llegando al centenar en muy raras ocasiones. Pero para ese año 1950 tenía en construcción a la Urbanización Coche con 1.150 casas y 416 apartamentos, Casalta con 780 apartamentos y San Martín con 525 apartamentos adicionales. Todos para solicitantes de clase media, salvo un pequeño número para obreros en Coche. El Dpto. Técnico del Banco estaba dirigido por el Arq. Carlos Raúl Villanueva. Yo continuaba mis actividades en el mismo Departamento de Inmuebles y cuando en Septiembre de 1.950 quedó un cargo vacante de Oficinista IV, por renuncia del torero español Antonio Aragón, fui promovido a esa posición y cuando en Octubre de ese mismo año surgió un problema con un crédito que le fue concedido a la Caja de Ahorros del Personal del Estado Mérida y el Gobernador decidió entregarle en calidad de compensación al Banco, las 18 viviendas construidas, nos comisionaron al Ing., Abraham Gutiérrez y a mí para recibir las viviendas y hacer los contratos a que hubiere lugar. Nos fuimos a Mérida en un viaje con escalas y allá nos estaba esperando el Dr. Vicente Tálamo, Gobernador del Estado y su Secretario General. Nos alojamos en el Hotel La Sierra, el único que había e inmediatamente nos dedicamos a conocer el problema de la Caja de Ahorros y el lío que había entre dos grupos de trabajadores litigantes. Las casas presentaban pequeños desperfectos fácilmente corregibles según el Ing. Gutiérrez y yo empecé a recibir las planillas que debían llenar los solicitantes, pero al parecer, cuando las partes se percataron que las dos podrían salir perjudicadas, resolvieron arreglarse y entonces quedaba zanjado para nosotros el problema y regresamos a Caracas a los 3 días. Yo quedé encantado de la ciudad, de su clima y la cultura de su población En Venezuela y especialmente en Caracas, se realizaban grandes obras: la Autopista Caracas-La Guaira, la Ciudad Universitaria con su Hospital Universitario, los Estadios de Beisbol y Futbol, diferentes Avenidas, Carreteras y Autopistas, Puertos y Aeropuertos, Hospitales, Liceos, Escuelas, Acueductos y en general, construcciones que demandaban mano de obra y materiales en gran cantidad. Socialmente el País soportaba un gobierno totalitario, con un fuerte régimen de vigilancia y control de las fuerzas políticas, por la Seguridad Nacional, que mantenía en varias prisiones a miles de venezolanos que no comulgaban con las ideas dictatoriales. Se hablaba de El Obispo, la Cárcel Modelo, la Penitenciaría General de San Juan de los Morros, las Colonias Móviles de El Dorado y de la tenebrosa Isla de Guasina en el Río Orinoco. Centenares de políticos padecían sus penurias en el exilio y la población vivía en una situación de temor y precaución contra las delaciones. Pero, por otra parte, había cierta seguridad personal y familiar. Había raterismo y hasta robos grandes, pero no existía la cantidad de asesinatos, secuestros, hurtos y atracos que poco a poco se fue haciendo presente, hasta alcanzar límites elevados. No existía la cantidad de estafas, delincuencia organizada ni alto consumo de drogas. Cuando se instaló una organización de procedencia argentina, llamada Robert, que con lujosas oficinas en el Centro de Caracas y apabullante publicidad, ofrecía un programa de vivienda que, en breve tiempo. Concedía créditos para adquisición de inmuebles. Eso se regó como pólvora y acudió un numeroso público que entregó mansamente sus ahorros a la Organización y esta empezó a cumplir con lo ofrecido, entregando todas las semanas varios créditos para adquisición de casas y apartamentos, efectuando ruidosos actos con publicidad, que atraían más ahorristas, hasta que la estafa se descubrió y apresaron a los delincuentes. Yo continuaba viviendo en la casa de mi tía en Los Magallanes de Catia, con mis hermanas Juanita, Aura y Chela, además de mis primos Emira, Carlos y Manuel. Ya la situación económica era diferente. Mi tía Paela estaba viajando con regularidad a la Isla de Curazao y traía mercancía para vender, Juanita estaba trabajando en el Policlínico de Los Teques, yo estaba en el Banco Obrero, Chela en el Banco Royal y Aura terminando el Bachillerato en el Fermín Toro para incorporarse al Instituto Rodolfo Loero para estudiar Química Industrial en la noche y trabajar en cualquier Empresa en el día. Para el transporte se utilizaban los autobuses y luego se consiguió a un señor que trabajaba en el Banco de Venezuela y aceptó llevarnos en su carro en las mañanas por un pago modesto para pagar los gastos del vehículo. Llegó Diciembre y tanto yo como mis hermanas recibimos nuestras remuneraciones de fin de año, que nos permitió un desahogo económico y realizar reuniones familiares, intercambiar regalos, adquirir artículos indispensables y gozar de las festividades del mes de Diciembre. Con el inicio del año 1.951 reanudamos nuestras actividades normales. Yo en el Banco Obrero estaba sólido, gozaba de la confianza de mis superiores y de buenas relaciones con el personal. Se trabajaba fuertemente en la selección de los peticionarios de vivienda que calificaban para el programa de la Urbanización Coche. Cuando en Febrero se celebraron las Fiestas de Carnaval, en nuestro Club se hicieron actividades propias de esa fecha, que incluyeron, elección de la Reina, celebración de la coronación, preparar la participación en el Desfile de la Gobernación, fiestas infantiles de disfraces con premios a los participantes. Todo estuvo muy bien y abrió la puerta para que el club arrancara con buen pié en la nueva sede, que se hablaba iba ser la Casa Colonial de El Valle, que ya se estaba rescatando y haciéndole modificaciones sustanciales, que incluían reforestaciones en los jardines, colocación de nuevos pisos y nuevas instalaciones de aguas blancas y aguas negras. La casona tenía que mantenerse con su arquitectura original por ser una reliquia histórica. Vino casi en seguida la Semana Santa y para entonces visitaba algunas veces a la Familia Flores en Quebrada Honda. Esta Familia caraqueña tenía vínculos con la nuestra desde hacía varios años y se estableció por medio de mi Tío Pancho, un carpintero ebanista, que se había venido hacía algún tiempo a Caracas a trabajar en un Taller que montó su maestro Roque Millán y lo llamó para que colaborara con él en un trabajo especializado. Pancho era muy enamoradizo y entre las novias que tenía, escogió a Lastenia, una de las niñas de la casa, con quien entabló amores y se preparaban para contraer matrimonio, pero por razones baladíes, pasó el tiempo y no se casaron, por lo cual ella aceptó casarse con otro, pero la amistad de las dos familias se mantuvo por muchos años y yo, en base a esa amistad, los visitaba algunas veces y siempre encontraba cariño y atención de parte de toda la familia, especialmente de la Sra. Flores, la matrona de la casa, que era buena cocinera, quien me preparaba dulces que a mí me agradaban y me llamaba para que fuera a buscarlos o comerlos allá. El Sr. Luis González, marido de Lastenia, se hizo amigo mío y en la oportunidad de mi última visita, me invitó que me fuera con ellos a pasar la Semana Santa en Higuerote, donde él había alquilado una casa de playa. Con gusto acepté la invitación y me fui con ellos, pasando una buena temporada a la orilla de la playa y comiendo pescado frito y platos criollos con una gente que me demostraba cariño y consideración. Regresamos a Caracas muy contentos y yo les agradecí su invitación. Al volver a mi trabajo en los primeros días del mes de Abril, me avisaron que había sido designado para ir, a nombre del Banco Obrero a entregar las casas que estaban terminando en la ciudad de El Tocuyo en el Estado Lara. En efecto, en el año anterior había ocurrido un movimiento sísmico que devastó a la zona larense, especialmente, la Región del Tocuyo y las familias afectadas fueron ubicadas transitoriamente en galpones y viviendas improvisadas. Ese sismo causó un revuelo inusitado, no solo en Venezuela, sino en muchos países del Mundo. Se nombro una Comisión responsable de las finanzas que se recaudaran para el costo de las obras, inclusive los aportes del Gobierno Nacional. También tenían responsabilidad en la programación de obras de refacción o de sustitución y señalar los Organismos que realizarían los trabajos respectivos. Al Banco Obrero le asignaron la construcción de 250 casas tipo colonial, con todos sus servicios y en base a ello elaboraron los proyectos de los inmuebles y sus servicios y sometidos a consideración de la Comisión de Reconstrucción y al esta aprobarlos, creó una Oficina de Ingeniería para dirigir las obras y al terminar estas, se procedió a adjudicar las viviendas y celebrar los respectivos contratos, para lo cual me mandaron a mí para que en base a los informes sociales que realizarían las dos trabajadoras sociales que llevé de Caracas, le asignara las viviendas a los afectados y celebrara los respectivos contratos. Me fijaron un mes para efectuar ese trabajo. Cuando llegamos al Aeropuerto de Barquisimeto, nos esperaba el Jefe de la Agencia del Banco Obrero en el Estado Lara, quien después de recibirnos, nos acompañó hasta El Tocuyo, a una hora de Barquisimeto y como no había hoteles en la ciudad, ya que esta fue devastada por el sismo, la Oficina de Ingeniería nos habilitó dos locales para dormir, uno para las trabajadoras sociales y otro para mí, con los servicios mínimos de baño y lavamanos. Igualmente incorporaron tres camitas de hierro, unas sabanas y toallas. Las calles se estaban construyendo, al igual que la Plaza Bolívar, La Iglesia Colonial, el Hospital, la Escuela Primaria y el Liceo. Se contaba con un modesto Restaurant y algunas cafeterías y abastos. Era un ambiente ingrato que no provocaba alargar la permanencia. La Agencia de Barquisimeto nos asigno una mecanógrafa y un oficinista de su personal, para agilizar el proceso. Empezamos a trabajar el día siguiente en una oficina improvisada El proceso de adjudicación de viviendas se me hizo difícil debido a que los arquitectos diseñaron los inmuebles en grupos de dos casas adosadas, una casa de dos habitaciones y otra de cuatro. Como quiera que los damnificados formaban parte de grupos vinculados, bien sea por familiaridad o por amistad de muchos años y aspiraban que su vecino fuera una familia de su parentela o cuando menos, de su rango social. Aparear esos grupos familiares se me hizo difícil, porque debía adjudicar las viviendas en base al número de miembros de los mismos y la afinidad entre los presuntos ocupantes. Al principio pude lograr esa afinidad e ir resolviendo los problemas, pero a medida que se avanzaba en el proceso, se producía el rechazo de las adjudicaciones y como el Gobernador del Estado, el Secretario General de Gobierno, dos Ministros, varios diputados y militares de alta graduación eran de El Tocuyo y muchos de los afectados eran familiares de esos personeros del Gobierno Nacional, acudían a ellos para solicitar su intervención, lo cual motivó a que por tres veces el Gobernador me mandó a buscar con su chofer, para que le explicara los casos y recomendarme su solución. Por supuesto, yo no podía negarme a ello y tuve que acceder a la contravención a las normas y tratar de complacer a los damnificados hasta donde pude. Le pedí al Jefe de la Agencia de Barquisimeto, para que colaborara conmigo, enviándome al Sr Virgilio Torrealba, también tocuyano y segundo suyo, para dejar a su cargo la tramitación de los documentos y yo regresar a Caracas. Todo eso se cumplió y yo permanecí en El Tocuyo por una semana más orientando a Torrealba y con la anuencia de mis superiores, retorné a mi cargo, siguiendo en contacto, por radio, con el funcionario delegado