Una vez "remojada" la tela y debidamente secada al sol, "el maestro" venía a rematar su faena de cortar el traje. Al efecto, la primera fase de su labor se inicia con la toma de las medidas del cliente. Después de establecer su estatura, seguía medir con un "metro" de tela, dividido en centímetros. Se medía el grosor del cuello, el pecho, la barriga. Los hombros, la cintura, los brazos, el largo de la espalda, el largo del pantalón, la entrepierna, el contorno de los glúteos y el ancho que tendría el ruedo. No todo el mundo sabía tomar unas medidas, salvo los consagrados y el resultado de su medición lo anotaba en un gran libro que señalaba el nombre y la fecha. Con esas medidas, el "maestro" entraba, armado de reglas, tizas, y reglas curvas a colocar la tela en un alto mostrador, donde procedía primero a aplanchar la tela con una plancha especial, de tamaño grande y pesada, que se calentaba por medio de carbón, que producía además del calor, una ceniza que el maestro liberaba, ubicándose en la puerta de la calle, con tres o cuatro soplidos, que a la vez de liberar la ceniza, avivaba las brazas que quedaban en el interior, Iba aplanchando superficies de tela que le servían para trabajar marcando con las tizas especiales, el curso de las tijeras que irían cortando la tela, para sacar las distintas piezas del traje que posteriormente se armaría. La tijera para el corte era de tamaño extraordinario y siempre debía tener un filo cortante. El traje se preparaba con todas sus partes, incluyendo los forros y botones y se le entregaba a un operario para que se encargara de su elaboración. El pobre aprendiz, al cumplir los tres meses ya estaba ducho en la confección de ojales a mano, el manejo de las máquinas de coser y otras etapas del aprendizaje. Transcurridos tres o cuatro años el novato pasaba a ser operario, con pretensiones de ascender a "maestro". Si el joven escogía la profesión de "zapatero", tenía tres opciones dentro de la misma rama. Podía ser "modelista" y diseñador, cortador y costurero o finalmente un zapatero de banca. El modelista y diseñador se ocupaba de sacar, de revistas y periódicos, los modelos de zapatos que pasarían a estar de moda en los próximos meses o que lo escogiera algún cliente, especialmente las mujeres. Producía los formatos a usar para cortar el cuero y posteriormente elaboraba las partes del corte, que luego era cosido por el costurero. El zapatero de banca era aquel recibía el corte, las suelas, el contrafuerte, la cajeta, la puntera y las distintas suelas para armar el zapato, incluyendo los hilos, los tacones y las tachuelas.
8 de agosto de 2008
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