17 de noviembre de 2008

Cruz Malave

El riocaribero es un hombre trabajador, alegre, sincero, amable, embustero, polifacético y sobre todo, muy inteligente y honrado. Cruz Malavé, con su trabajo, logró ser propietario del único Hotel del pueblo, llamado pomposamente “Hotel Mauraco”, en honor al Río que alguna vez fue caudaloso y que ahora está seco y solamente aparece arrastrando cuanto encuentra a su paso, cuando las lluvias son copiosas en su cabecera. Los visitantes del pueblo eran pocos, especialmente comerciantes y Agentes Viajeros de las más importantes casas de comercio de Caracas. En esa actividad llegó al pueblo mi amigo Expedito Morales Ramírez, representante de la Casa Blohm para el Oriente y fue acogido por los propietarios del Hotel con beneplácito. Le gustó al huésped el ambiente familiar del albergue, su limpieza y especialmente su cocina, con platos sabrosos, gustosos, sanos y abundantes. El Chef de cocina era el famoso “Chofo”, reconocido como tal en todo el Oriente. Le asignaron una habitación con vista al jardín interior y muy ventilada. Por los avatares del viaje desde Caracas, Expedito se sintió indispuesto y llamó al propietario para preguntarle si había en el pueblo una persona que le aplicara una inyección contra la gripe. Malavé esbozó una sonrisa y le contestó con el acto de buscar en su habitación una cajita metálica que contenía una jeringa, alcohol y algodón y le dijo: Ud. Ha dado con el mejor inyectador del mundo, famoso por lo ligero de sus manos. Le inyectó la medicina con una poción mágica que al poco tiempo le quitó el malestar y. Expedito dio gracias a Dios por la existencia de un individuo que sabía de todo. En la mañana Expedito le preguntó a Cruz si podía recomendarle una buena Barbería, ya que deseaba cortarse el pelo. Nuevamente se sonrió Malavé y le respondió asiéndolo por el brazo, con toda confianza y lo llevó hasta un salón vecino, donde reposaba una flamante Silla de Barbería con sus correspondientes espejos y una mesita con los afeites, polvos y colonias y le comunicó sonriente: Ud. Ha dado con el mejor barbero del pueblo y especialista en cortes modernos. Lo sentó en la silla, le colocó un paño blanco impoluto y lo afeitó con especial deferencia, que dejó complacido a Expedito y abierto para una verdadera amistad. Se fueron a desayunar al comedor, haciendo comentarios sobre sus habilidades y al terminar el desayuno, Expedito le preguntó a Cruz si había una persona que le hiciera un viaje expreso hasta Carúpano, donde debía hacer varias diligencias. Malavé le respondió llamándolo con la mano hasta la puerta del Hotel y le dijo: Ud. ve ese carro Ford de dos tonos que está allí, es mío y con él hago yo dos viajes diarios a Carúpano. Así que Ud. Encontró el mejor chofer del mundo y conocedor de todas las direcciones. Se sorprendió Expedito y emprendió su viaje a la vecina ciudad, donde cumplió su cometido y regresó contento al Hotel. Una vez visitado a los diferentes clientes y efectuado los cobros pendientes, Expedito empezó a organizar su regreso a la Capital y como vio en un comercio, unas bonitas tallas en madera de pino, quiso traerle varias a su esposa, como regalo y nuevamente ocurrió a Malavé y le preguntó dónde podía lograr varias tallas tan bonitas. Este soltó la carcajada y le respondió tomándolo del brazo y lo llevó al sótano del Hotel, introduciéndolo en una habitación donde estaba ubicada una mesa-taller, con los instrumentos, navajas y cuchillos en uso y una hilera de figuras ya terminadas y otras a medio hacer y le dijo: Todas esas figuras las hago yo y si no le gustan las que existen, yo le hago por encargo las que quiera. Expedito no salía de su asombro, compró varias obras y encargó otras, haciendo cruces sobre lo polifacético del personaje, su simpatía e inteligencia. El siguiente día llevó Malavé a Carúpanp para tomar el avión a Caracas y al llegar a Puerto Santo, Expedito le manifestó su preocupación porque tenía vencida la licencia de conducir. Malavé frenó en seco y le dijo: Ud. es sortario, deme su licencia para renovársela, ya que tengo facultades para ello en virtud de que soy Inspector de Vehículos del Distrito Arismendi. Morales se la entregó e inmediatamente Cruz le colocó el sello oficial y firmó el documento. El amigo Morales se hacía cruces sobre lo extraordinario del personaje, se hicieron amigos y hasta compadres. Mensualmente le enviaba Malavé a Expedito su caja de dulces caseros, exquisitos al gusto, que elaboraban las Hermanas Suniaga. Nunca supo Expedito de las varias habilidades que cumplía Malavé como rezandero, poeta, cantante y bailarín. Así eran los riocariberos de entonces.

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