Juan María Paván fue un hombre inquieto y empecinado en emprender obras para el beneficio del pueblo de Río Caribe. La situación económica de la población había mejorado ostensiblemente, había demanda de trabajadores, había un entusiasmo colectivo. Urbanísticamente se impuso un orden, pero igualmente, las necesidades aumentaron, , especialmente en materia de salud, educación, seguridad pública, transporte, aseo urbano, camposantos, mercados públicos, pavimentación de calles, sitios de esparcimiento, desarrollo del deporte y en general, atender un cúmulo de carencias que no podían cubrirse solos, por los organismos del Gobierno. El pueblo empezó a presionar para que se crearan centros de recreación popular, tales como estadios, teatros, boulevares y mejoramiento de playa y balnearios. Aspiraban las familias que se atendiera suficientemente la cultura, para parangonarse con las ciudades más importantes del País. Paván acogió con beneplacito esas iniciativas y propugnó la construcción de plazas, paseos, bibliotecas, clubes y finalmente, puso su entusiasmo y empeño para que el pueblo contara con un Teatro Moderno para la época, dotado de todos los servicios, lujo y elegancia que lo hicieran resaltar sobre las ciudades cercanas. Buscó el concurso de la Municipalidad y de las clases pudientes de la Ciudad, así como de la población en general. Logró que la Asamblea de ediles le asignara un terreno baldío localizado en la Calle Rivero y enseguida Paván contrató los servicios de un arquitecto, para que elaborara un Proyecto de Teatro de Primera, tomándo como modelo al Teatro Caracas, de la ciudad Capital.
El Proyecto fue presentado y contó con la aprobación de la mayoría de la población. Para el financiamiento de la obra logró los aportes de los hacendados, los comerciantes del cacao y en pequeña proporción por las Autoridades Municipales y Estadales..
Se concibió el Teatro como un Coliseo lujoso y distinguido, para darle realce al pueblo. Se trajeron a la ciudad alarifes, técnicos , albañiles y carpinteros para efectuar la obra en el menor tiempo posible.
En dos años se efectuó la construcción y simultáneamente se fabricaron los muebles, los elementos de iluminación, cortinas, alfombras, telones del escenario y maromas y sirgas para su movilización, barandas de los balcones y puertas y ventanas de madera, vitrales y una colosal Araña de Luces que se colocó en el techo de la localidad de Patio, así como los elementos de lujo y ornato que requiere un Teatro de Categoría.
Cuando el Teatro estuvo listo, ya bautizado pomposamente como “Teatro Elena”, se programó minuciosamente la inauguración con una Temporada de Operas Clásicas, contratando para ello a los mejores artistas, músicos y cantantes del País. Se invitaron al acto inaugural a los representantes de las familias oligarcas de todas las regiones de la Nación y hasta del Exterior, las autoridades civiles y militares, eclesiásticas. Diplomaticos y representantes de varios paises. En el pueblo se contó con un abigarrado conjunto de personalidades que fueron invitados especialmente para la apertura. Ya para entonces los hombres y mujeres de recursos económicos contaban con trajes de trajes de lujo, traidos por los barcos cargueros de cacao desde París, Londres, Madrid, Nueva York y Berlín, perfumes y calzados finos y era usual de las familias ricas, la utilización de coches, victorias y landós que eran tirados por unos caballos de patas gruesas, anchas ancas y un pelamen denso, también traídos de Europa, que llamaban “percherones”, lujosamente enjaezados y conducidos por unos hombres uniformados de negro con polainas, gorro negro de tela, con ribetes blancos rizados y látigo de cuero .Esos hombres eran llamados “aurigas” y debían ser educados, atentos y serviciales, prestos para ayudar a los señores a subir a los carruajes con la ayuda de los escalones del vehiculo y debían esperar en las afueras del Teatro la terminación del espectaculo Los invitados de otras ciudades se alojaban en las residencias de los poderosos, como un proceso de reciprocidad cuando eran invitados a sus sedes..
El Teatro Elena estaba deslumbrante en su Acto Inaugural. La Sala de Entrada y los Pasillos de Circulación, cubiertos de finas alfombras, estaban inmaculados y adornados con flores. Los Balcones laterales, que estaban reservados para las familias ricas, eran cerrados con puertas de madera labrada y sus correspondientes alfombras y luces.. Contaban con una acústica perfecta y un campo visual privilegiado.
En los Intermedios se paseaban por los Pasillos los asistentes, para exhibir sus trajes y sus figuras y en esa oportunidad venían mucamas uniformadas y con cofias. trayendo jugos y refrescos para las damas y champaña para los caballeros, así como bocadillos finos.
La localidad de Patio era la más amplia y dotada de sillones de cuero con espaldares de raso. Para el publico grueso se levantó en la parte alta, casi llegándo al techo,un ambiente llamado Galería o Gallinero, al cual se accedía por una larga escalera, con precios asequibles a la población, pero se hacían exigencias en cuanto el vestuario y el calzado. La localidad de Patio colindaba con el Proscenio, construído en un nivel inferior para ubicar a los músicos, elementos indispensables para un local destinado a la ópera, la musica clásica y eventualmente para operetas y zarzuelas..
Las festividades de inauguración tuvieron su colofón con un baile de Regia Gala, en una de las casas lujosas, con la música de la Orquesta de Salón y el día anterior hubo un Banquete Espectacular en la Casa de Hacienda de una familia corsa. En todas esas actividades lucía como una estrella , Juan María Paván, propulsor de la idea.
Después de la inauguración el Teatro continuó sus actividades, presentando obras de teatro clásico y popular, siempre tratando de elevar el nivel cultural de la población y acostumbrarse a la buena música. Durante años se mantuvo en el mismo tenor, hasta que los tiempos cambiaron, disminuyeron los ingresos de la población y tenía más vigencia el cine, lo que hizo necesario cambiar de género. Ya había muerto Juan María Paván y hubo necesidad de sustituirlo por su hijo: Licho Paván, quien estaba en Caracas estudiando medicina, que debió suspender para dedicarse a administrar el negocio. Por largo tiempo se estuvieron proyectándo en el Teatro peliculas americanas, mejicanas argentinas y españolas, que debido al bajo precio de las localidades, volvió a traer un público numeroso. En contadas ocasiones presentaban a cantantes, bailarines y artistas latinoamericanos.
Con el tiempo, el local vino a menos y poco a poco se fue deteriorando, sin que los dueños procedieran a las reparaciones necesarias, hasta que finalmente, sucumbió al progreso y desapareció definitivamente hace unos 10 años.
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