3 de febrero de 2009

Etapas de Frutos, Pescados y Juegos (Continuación)

Así como el período comprendido entre los meses de Junio y Agosto había una producción de frutas correspondientes a esos meses, se efectuaba la captura de peces de especial calidad, destacándose entre ellos la muy celebre “sierra”, que solo responde a la carnada de sardina viva, por lo cual los pescadores de entonces debían pasar por el via crucis de ir previamente a la pesca de esa carnada a lugares lejanos y mantenerla viva, inundando la embarcación, lo cual hacía a esta más pesada para navegación hasta el Cabo de Malapascua, que era el placer de pesca más cercano, utilizando solamente los remos para la movilización y muy esporádicamente, las velas. Esa situación duró muchos años, hasta tanto se inventó un mecanismo de carácter físico que permitía a la carnada viva, entrar en contacto con el mar y que fluyera el agua permanentemente. La introducción de los motores fuera de borda alivió la labor de los pescadores y le permitió ir a lugares más remotos. Igualmente era especial la pesca de grandes peces, como los meros “guasas” gigantescos, que podían llegar a pesar más de 200. Kg., los meros tradicionales, los grandes pargos de sus diversas especies de “cunaro”, “pargo de piedra”, “dormilonas” y otras, así como los grandes jureles y las “anchobas” de gran tamaño y de piel suave. Desde hace muchos años no es posible capturar peces grandes, porque los buques de “pesca de arrastre” y los “filetes” de menor abertura en el tejido de mallas, han acabado con los peces chicos y los “ciriales” que permitían el nacimiento de alevines.
En todo el año, los pescadores capturaban las especies pelágicas habituales de: “roncador”, “catacos”, “corocoro”, “cunaros pequeños”, “cazón”, “viejitas”, “tonquichas” “jureletes”, “canarios”, “anchobas pequeñas”, “canarios”, los largos y populares “tajalíes”, “meritos”, los “chuchos”, las “rayas”, el siempre noble “bagre”, el “futre”, el “robalo”, la “morena”, el “carite”, los “cherecheres” y en general, todas esas especies de consumo masivo y diario.
Los niños y jóvenes del pueblo practicaban juegos de acuerdo con la época del año. Asi, en los días cercanos a Semana Santa, cuando aumenta la intensidad del viento, hacían su aparición los “voladores” y “ cigarrones” de diferentes tamaños y colores y largos “rabos”. Muchos elaboraban sus propios volantines, pero los torpes como yo, teníamos que acudir a la compra de nuestros respectivos voladores. Uno sencillo con arco formado por una varilla de coco tensada con un hilo, costaba un centavo y el adquiriente le agregaba el “rabo” de papel, pegado con “cautaro”. El hilo para sostenerlo lo vendían a un centavo, en “ovillos” de 5 metros, con lo cual solo se elevaba a nivel de los techos. Los que podían, iban agregando ovillos hasta alcanzar alturas de hasta 20 metros. Era bonito ver nuestros papagayos flotando en el aire y moviéndose al compás de nuestros movimientos. Los de mayor edad hacían o adquirían volantines de mayor tamaño y estructura diferente, que ameritaba el uso de “pabilos” encerados, para mantenerlos en el aire, grandes “rabos” de tela y apéndices sonoros que producían un ronroneo agradable. En todo el valle del pueblo se veían los niños y jóvenes practicando su juego favorito. En esa fecha los jóvenes y los no tan jóvenes practicaban el juego de pega de cocos, que consiste en confrontar dos cocos entre sí hasta que uno pueda quebrar la cobertura del otro. Se veían los rimeros de cocos para usarlos en este menester y las mujeres incrementaban la elaboración de turrones, arroz con coco y cocadas. En los meses de vacaciones escolares se incrementaban los juegos de trompos, metras, gurrufíos, boliche y otras diversiones variadas.
Entre los meses de Noviembre a Febrero, se presentan en las calles, grupos populares, que debidamente disfrazados, o vestidos a la usanza de la época que se quería representar, actuaban en obras teatrales de corta duración y de mucha presunción. 

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