Ya cubierto el escollo de la inscripción para cursar el Sexto Grado en la Escuela "José Silverio González", el último año de la Educación Primeria Superior, encontramos un ambiente diferente, más distinguido, más señorial. El primer día de clase nos incorporamos como un abigarrado conjunto de muchachos provenientes de distintos estratos de la población, todos con sus mejores vestidos y calzados. Nos fueron pasando a un salón grande y limpio, dotado de pupitres nuevos, de madera y acero, con su correspondiente abertura inferior para colocar los libros y cuadernos. Una vez ubicados en el orden señalado por los apellidos, se produjo un silencio imponente al entrar el "Maestro Julio", un docente respetado y querido, que ademas de maestro de Saxto Grado ejercía las funciones de Director de la Escuela. Para entonces era un hombre de mediana edad, pequeña estatura, enjuto de cuerpo y con una personalidad avasallante. Cuando hizo su entrada, todos nos pusimos de pié y contestamos en coro su saludo de "Buenos Días". Se colocó en el centro del estrado, de frente a nosostros y a su espalda el pizarrón grande. Con voz firme, serena y clara empezó una charla donde nos señaló la responsabilidad del camino que emprendíamos, lo que esperaba el País de su juventud, las esperanzas cifradas por nuestra familia de que lograríamos triunfos en el Porvenir, de la vida que nos esperaba al convertirnos en hombres, padres de familia, profesionales distinguidos y en general, ciudadanos dignos y responsables. Fué una charla larga, fructifera, reiterativa, nacionalista y de honda significación. Pasadas las primeras dos horas salimos a un pequeño receso y al regresar al aula, continuó la charla, pero referida a las normas de la escuela. En primer lugar, la limpieza que debíamos tener en todo nuestro atuendo, la ropa podía ser humilde, pero siempre limpia, igualmente el calzado, fuera este zapato o alpargata, que debía estar pulido o cepillado, incluyendo el arco de la suela,el uso obligatorio del "guardapolvo", una especie de bata que se colocaba sobre la ropa. El debido respeto al horario de clases, la colaboración en las tareas sociales que nos asignaraan, el papel ductor de todos nosotros como alumnos de último año y la intervención en la edición del periódico mural "Cayaurima". La limpieza del cabello era rigurosa, al igual que el peinado y el cepillado de dientes. En general, eran normas que no obstante su cotidianidad, no eran practicadas con orden por la mayoría. Después del primer día, el "maestro Julio" puso como norma que la primera hora de clase era para tratar los asuntos sociales y morales que aspiraba cumplieran sus alumnos.
22 de julio de 2008
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