22 de septiembre de 2008
Casas con vagones de secado de cacao en Río Caribe (V)
16 de septiembre de 2008
Casas con vagones de secado de cacao en Río Caribe (IV)
En algunas casas se procesaban pequeñas porciones de cacao, secándolo sobre sacos en los patios de los inmuebles. Se utilizaban para la elaboración de bolitas y panelas que se vendían en las calles o se esperaba que la gente las adquiriera a domicilio. La cuarta factoría que procesaba cantidades importantes del grano era la casa de Los Aquirre, en la Avenida Bermúdez, quienes tenían haciendas grandes en la parte sur de la Península de Paria. Yo apenas me acuerdo del Sr Ramón Aguirre y su hijo del mismo nombre, con marcado rasgos vascos y a sus hijas Lourdes, Dianora y Elena. El inmueble estaba dividido en dos sectores:el sector habitacional, una casa con un largo zaguán, que daba una sala y que tenía un pequeño patio interno, donde se sembraron arboles pequeños y medianos a la vez que rosaseas que de ubicaban en una era. La parte comercial e industrial estaba en un parque industrial que contaba con varios vagones de secado que se deslizaban sobre rieles y donde se movía el cacao periódicamente para un secado parejo y uniforme. Ambos sectores estaban divididos por una alta pared y toda la actividad se realizaba por medio de un portón en el Callejón de Chico Pérez, cuyo nombre no me acuerdo. Esta factoría, como todas las demás, tuvo su época de esplendor y en la Esquina se instaló una bodega de regular tamaño, que suplía al público en general y principalmente a los campesinos que traían sus cargas y a los trabajadores. El hijo mayor de la familia, era amigo de las peleas de gallos, y por supuesto, las fiestas y los tragos. La casa era muy bonita, al igual que los muebles. Cuando llegó la decadencia de la industria cacaotera, la familia le alquiló el local de la esquina a un señor llamado Nicolás Veliz, muy apreciado en el pueblo y que en los primeros años fue muy rentable, pero al venir la decadencia, fue decayendo paulatinamente, hasta que llegó un momento que el comerciante decidió vender el negocio y lo compró Pedro Roberto Martínez, quien en los primeros meses logró animar a la clientela y tuvo un relativo éxito, pero le abrieron en el sector cercano negocios similares, que llevaron a la quiebra a todos. A Pedro Roberto lo agarró la inercia y tuvo que quitar el negocio y después de liquidar la mercancía, empezó a desmontar el armario de las paredes y en un mediodía, estando las puertas cerradas, su suegra quiso ayudarlo y haló con fuerza un sector del armario y se vino la madera con la pared, dejando ver un hueco que tenía en su interior una calabaza forrada en hule, que contenía un montón de monedas de oro. Nunca aceptó Pedro Roberto la veracidad de ese 'entierro', pero lo cierto es que al poco tiempo compró una casa grande en la Calle Rivero y allí instaló su negocio y se mudó con la familia cambiando así su status social.
10 de septiembre de 2008
Casas con vagones de secado de cacao en Rio Caribe (III)
El consorcio de origen corso 'Casa Prosperi' también se ubico cerca del Puerto. en un amplio local de la Avenida Bermúdez, casi frente a la Plaza Sucre. Tenía un amplio frente protegido por un portal con acceso directo al Patio de Trabajo y Secado. Se notaba una buena administración. En la parte Sur se ubicaba la Oficina de Administración, con sus tenedores de libros y oficinistas, que llevaban meticulosamente los registros de la Empresa. Los productos fluían a la factoría procedentes de sus haciendas localizadas en la zona de Yaguaraparo, Irapa, Yoco, Soro y lugares adyacentes. Con frecuencia se veían 'recuas' de mulas y burros cargados de sacos de cacao sin procesar, dirigidos por una mula madrina que portaba una campanita que señalaba el camino a seguir por la hilera de animales de carga, protegidos, naturalmente, por uno o más peones de la Empresa, Toda esa carga se llevaba al Patio de Secado, donde existía los ya conocidos vagones superpuestos, donde se vaciaban los sacos del producto para ser secados por el sol y constantemente removidos para hacer parejo el secado del producto. A los lados del Patio existía un área de trabajo, cubierto de techo de zinc, donde se cumplía el procesamiento final del producto, su selección, marcaje y ensacamiento del cacao. El embarque del producto hacia los barcos extranjeros fondeados mar adentro, por ser el puerto muy llano, se hacía por lanchones y barcos panzudos, que se iban llenando porteados por obreros que llevaban a hombros los pesados sacos. Esta Empresa daba empleo a un buen número de trabajadores permanentes y otros a destajo. En la factoría bullía la actividad y al pasar por su cercanía, se sentían los buenos olores del cacao que en ella se procesaba. Era una Empresa moderna para su época y allí vi por primera vez un teléfono dotado de bocina y auricular, por medio del cual se comunicaban con las otras oficinas y hasta con el exterior. Estos corsos eran tenaces y con la idea de expansión de sus negocios. Cuando dominaron el marcado de Río Caribe, extendieron sus actividades ampliando sus oficinas de Carúpano y El Pilar, ampliando inclusive su área de acción, con la comercialización de otros productos. Para entonces hicieron una negociación con una Sociedad integrada por los señores Miguel Gerónimo Aguilera y Próspero Flores Lairet, quienes continuaron administrando con éxito el negocio, hasta que vino el 'ciclón' primero y la Guerra Mundial después, que afectó toda la actividad económica de la Región y paulatinamente fueron cesando las actividades, hasta el cese total. Hoy día solo queda el recuerdo al ver una casa y local semi abandonados, con paredes descascaradas y sin pintura, donde solo funciona precariamente una venta de frutas y una distribución de periódicos.