El consorcio de origen corso 'Casa Prosperi' también se ubico cerca del Puerto. en un amplio local de la Avenida Bermúdez, casi frente a la Plaza Sucre. Tenía un amplio frente protegido por un portal con acceso directo al Patio de Trabajo y Secado. Se notaba una buena administración. En la parte Sur se ubicaba la Oficina de Administración, con sus tenedores de libros y oficinistas, que llevaban meticulosamente los registros de la Empresa. Los productos fluían a la factoría procedentes de sus haciendas localizadas en la zona de Yaguaraparo, Irapa, Yoco, Soro y lugares adyacentes. Con frecuencia se veían 'recuas' de mulas y burros cargados de sacos de cacao sin procesar, dirigidos por una mula madrina que portaba una campanita que señalaba el camino a seguir por la hilera de animales de carga, protegidos, naturalmente, por uno o más peones de la Empresa, Toda esa carga se llevaba al Patio de Secado, donde existía los ya conocidos vagones superpuestos, donde se vaciaban los sacos del producto para ser secados por el sol y constantemente removidos para hacer parejo el secado del producto. A los lados del Patio existía un área de trabajo, cubierto de techo de zinc, donde se cumplía el procesamiento final del producto, su selección, marcaje y ensacamiento del cacao. El embarque del producto hacia los barcos extranjeros fondeados mar adentro, por ser el puerto muy llano, se hacía por lanchones y barcos panzudos, que se iban llenando porteados por obreros que llevaban a hombros los pesados sacos. Esta Empresa daba empleo a un buen número de trabajadores permanentes y otros a destajo. En la factoría bullía la actividad y al pasar por su cercanía, se sentían los buenos olores del cacao que en ella se procesaba. Era una Empresa moderna para su época y allí vi por primera vez un teléfono dotado de bocina y auricular, por medio del cual se comunicaban con las otras oficinas y hasta con el exterior. Estos corsos eran tenaces y con la idea de expansión de sus negocios. Cuando dominaron el marcado de Río Caribe, extendieron sus actividades ampliando sus oficinas de Carúpano y El Pilar, ampliando inclusive su área de acción, con la comercialización de otros productos. Para entonces hicieron una negociación con una Sociedad integrada por los señores Miguel Gerónimo Aguilera y Próspero Flores Lairet, quienes continuaron administrando con éxito el negocio, hasta que vino el 'ciclón' primero y la Guerra Mundial después, que afectó toda la actividad económica de la Región y paulatinamente fueron cesando las actividades, hasta el cese total. Hoy día solo queda el recuerdo al ver una casa y local semi abandonados, con paredes descascaradas y sin pintura, donde solo funciona precariamente una venta de frutas y una distribución de periódicos.
10 de septiembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario