16 de septiembre de 2008

Casas con vagones de secado de cacao en Río Caribe (IV)

En algunas casas se procesaban pequeñas porciones de cacao, secándolo sobre sacos en los patios de los inmuebles. Se utilizaban para la elaboración de bolitas y panelas que se vendían en las calles o se esperaba que la gente las adquiriera a domicilio. La cuarta factoría que procesaba cantidades importantes del grano era la casa de Los Aquirre, en la Avenida Bermúdez, quienes tenían haciendas grandes en la parte sur de la Península de Paria. Yo apenas me acuerdo del Sr Ramón Aguirre y su hijo del mismo nombre, con marcado rasgos vascos y a sus hijas Lourdes, Dianora y Elena. El inmueble estaba dividido en dos sectores:el sector habitacional, una casa con un largo zaguán, que daba una sala y que tenía un pequeño patio interno, donde se sembraron arboles pequeños y medianos a la vez que rosaseas que de ubicaban en una era. La parte comercial e industrial estaba en un parque industrial que contaba con varios vagones de secado que se deslizaban sobre rieles y donde se movía el cacao periódicamente para un secado parejo y uniforme. Ambos sectores estaban divididos por una alta pared y toda la actividad se realizaba por medio de un portón en el Callejón de Chico Pérez, cuyo nombre no me acuerdo. Esta factoría, como todas las demás, tuvo su época de esplendor y en la Esquina se instaló una bodega de regular tamaño, que suplía al público en general y principalmente a los campesinos que traían sus cargas y a los trabajadores. El hijo mayor de la familia, era amigo de las peleas de gallos, y por supuesto, las fiestas y los tragos. La casa era muy bonita, al igual que los muebles. Cuando llegó la decadencia de la industria cacaotera, la familia le alquiló el local de la esquina a un señor llamado Nicolás Veliz, muy apreciado en el pueblo y que en los primeros años fue muy rentable, pero al venir la decadencia, fue decayendo paulatinamente, hasta que llegó un momento que el comerciante decidió vender el negocio y lo compró Pedro Roberto Martínez, quien en los primeros meses logró animar a la clientela y tuvo un relativo éxito, pero le abrieron en el sector cercano negocios similares, que llevaron a la quiebra a todos. A Pedro Roberto lo agarró la inercia y tuvo que quitar el negocio y después de liquidar la mercancía, empezó a desmontar el armario de las paredes y en un mediodía, estando las puertas cerradas, su suegra quiso ayudarlo y haló con fuerza un sector del armario y se vino la madera con la pared, dejando ver un hueco que tenía en su interior una calabaza forrada en hule, que contenía un montón de monedas de oro. Nunca aceptó Pedro Roberto la veracidad de ese 'entierro', pero lo cierto es que al poco tiempo compró una casa grande en la Calle Rivero y allí instaló su negocio y se mudó con la familia cambiando así su status social.

No hay comentarios: