En mis narraciones anteriores, totalmente escritas de memoria, olvidé, sin querer, hacer referencia a unos hechos ocurridos en el Banco Obrero, que en algo me rozaron, cuando trabajaba allá. En efecto, cuando nombraron al Dr. Julio Bacalao Lara como Director Gerente del Instituto, cumplió una labor aceptable y se mantuvo en el mismo durante pocos años. Era época de Dictadura, pero no se notaba mucho la represión, ya que el personal tenía muchos años de servicio y salvo pocas excepciones, no afloraba la cuestión política, hubo progreso. El personal se mantenía tranquilo por cuanto al asumir el cargo, el Director aprobó un aumento lineal del 10 % para todos. Fue tan inteligente, que se aprendió los nombres de casi todos los trabajadores y cuando nos veía, nos saludaba con nuestro primer nombre. En Venezuela, algunas personas se apegan a los cargos para los cuales han sido designados, que se mantienen pendientes de sus obras. Tal es el caso de Pepito González Lander, que se echó sobre los hombros el Metro de Caracas, desde su inicio hasta su conclusión y cuando entró en servicio, estaba pendiente de su mantenimiento y conservación y aquí todo el mundo se hacía lenguas sobre el buen funcionamiento del Metro.
El mismo caso se vivió con la Autopista Caracas La Guaira, cuando designaron como Director de Obra, al Ing. Marco Antonio Casanova, un profesional joven que se metió de cabeza en la realización de las obras, tanto las que se ejecutaban por contrato con Empresas Extranjeras, como las que se efectuaban por administración directa o con Empresas Nacionales. Presionaba para que las obras se terminaran para el día 2 de Diciembre, según lo ordenaba la Presidencia y debido a su dedicación todo salió de maravilla y Pérez Jiménez quedó contento con su actuación. Se supone que en el curso de le ejecución de la obra, él usaba sus días de descanso en viajes cortos a La Habana, México, Aruba y Santo Domingo. En esos viajes se vinculó con una señora muy bonita, cuyo hermano estaba casada con una cubana, por lo que, de repente, el señor se ligó con varias familias cubiches.
El Ing. Pedro Emilio Herrera era el Director Gerente para la fecha del magnicidio del Cnel. Carlos Delgado Chalbaud y en ese maremágnum de reorganización del gabinete, nombraron al Ing. Herrera como Ministro de Obras Públicas y para sustituirlo en el Banco Obrero, designaron al Ing. Julio Bacalao Lara. A los pocos meses, el Ing. Pedro Emilio Herrera renunció al cargo de Ministro de Obras Públicas y entonces para reemplazarlo, nombraron al Ing. Julio Bacalao Lara, quien duró varios años en ese Despacho y rindió una buena labor, según palabras del Presidente de la República. En virtud de la buena actuación que tuvo en la Autopista Caracas La Guaira, designaron al Ing. Marco Antonio Casanova como Director del Banco Obrero. Para nosotros era una noticia esperada, pero nos quedó la incógnita sobre el recién llegado. El hombre tomo inmediata posesión de su cargo y seguidamente designó su equipo de gobierno. Nuestro Gerente fue mantenido en su cargo, pero fue cambiado todo el equipo técnico del Instituto. De repente se fue llenando aquello de cubanos, que llegaron mandando y dando muestras de nuevos ricos. Trajeron a la novia como Secretaria del Directorio y a su hermano como Comisionado de la Dirección. En aquella fecha se estaba realizando el Campeonato Mundial de Beisbol Amateur y Cuba competía con un buen equipo, que bajo la dirección del Manager Cubano Oswaldo Castellanos, ganó invicto el Campeonato. Mundial.
El equipo cubano fue objeto de varios homenajes en el Instituto y de inmediato nació la idea de que el Banco Obrero reorganizara su equipo de Beisbol Amateur bajo la dirección del Manager Castellanos. El mentor de la idea fue el cuñado y se puso en práctica de inmediato. Para entonces había en Caracas la Liga de Beisbol Amateur, con varias categorías y en la Doble A estaba un equipo modesto del Banco Obrero, que conjuntamente con el INOS , la Intendencia Naval, los Sapos, y otros equipos, realizaban sus campeonatos anuales, siendo el sempiterno Campeón el equipo de la Intendencia Naval.
Cuando surgió el nuevo equipo del Banco Obrero, tenía en sus filas a tres jugadores del Equipo de Cuba que se quedaron aquí, incluyendo entre ellos al Campeón Pitcher y dos jonroneros. No conforme con esto, se dedicaron a piratear a los mejores jugadores de otros equipos, ofreciéndoles cargos en la Institución y buenos sueldos. En los tres campeonatos siguientes no hubo quien le ganara al Banco Obrero, hasta que terminó su hegemonía.,
Simultáneamente, llegó la época de Carnaval y el Banco Obrero se hizo presente con una preciosa carroza de dos pisos, bellamente decorada, que engalanaba una bella muchacha llamada Virginia Márquez, que con su sola presencia encandilaba con su iluminación. Quedó como Reina del Municipio y posteriormente como Reina de Caracas.
Con su triunfo en el ámbito deportivo y luego en la competencia de belleza, el Banco Obrero era enaltecido en las páginas de la prensa y con la llegada de Casanova, las Relaciones Públicas se dispararon favorablemente. En los salones del Club del Banco Obrero en Coche, se efectuaban unas fiestas bailables de tronío, con dos orquestas y una selecta concurrencia.
Siguieron llegando cubanos. Se incorporaron unas secretarias bonitas y con buen cuerpo, que con su sonsonete caribeño, embelesaba a los compañeros de trabajo y al bailar, se desataba todo el ritmo. Trajeron a un fotógrafo que al parecer era una estrella en su profesión, que se paseaba por los pisos y pasillos del Instituto, fumando un tremendo tabaco marca Cohíbas, que valía entonces Bs. 15,oo y dejaba su aroma en el ambiente. Se coló la especie de que el Banco iba a editar primeramente una Revista lujosa, con circulación trimestral, que se llamaría Revista del Banco Obrero, donde un conjunto de reporteros, escritores y periodistas, tanto criollos como extranjeros, abordarían los temas más álgidos e interesantes de la Nación, especialmente los relativos a la vivienda y su entorno. Se tramitó la compra de un equipo de impresión a colores, de última generación y se organizó una distribución, a nivel nacional, para todas las ciudades y urbanizaciones del Banco Obrero y la punta de lanza fue el envío de fotógrafos y reporteros que adelantaran el material. No había limitación en el gasto, todo estaba justificado. En el Instituto había movimiento, desfile de gente rara, algunos criollos estaban hablando cubano, siempre había un cubano cobrando en la Caja, por cualquier concepto.
Se envió una Comisión a Estados Unidos para seleccionar la imprenta y demás equipos para la Revista, el cual arribó al País en un plazo breve, se nombró al Director, el cuerpo de redacción y el resto del personal, que inmediatamente empezó a trabajar para la edición del número de prueba y el Primer Número. Pero se les presentó el primer problema y era grave. ¿Donde ubicarían ese equipo, que en algunos casos era voluminoso? Se pensó entonces en mudar a la Unidad de mantenimiento y conservación, que estaba en la Planta Baja del Bloque 4, pero al ver el numeroso equipo de trabajo y la cantidad de material que allí se acumulaba, tuvieron que descartarlo. Pero les quedó como alternativa, los locales interiores del Bloque Nª 1 , donde funcionaba, debidamente organizado, el Archivo del Banco Obrero, contentivo de toda la documentación, planos, estudios de suelos, informes, documentación oficial y en general, todos los documentos importantes del Instituto, desde su creación en el año 1.928, hasta el año 1.957, es decir, 29 años de historia, que ya resultaban pequeños para lo voluminoso de los recaudos y que obligaba más bien, en estudiar algún sistema de microfilmación, ya que estaba aumentando exponencialmente y en poco tiempo, rebasaría su capacidad. Encontraron ese espacio ideal para sus fines y rápidamente propusieron al sótano del Bloque 3 de El Silencio, para ubicar al Archivo y lo que no cupiera, fuera llevado al Taller de Carpintería de Catia. Fue aprobado por el Directorio el traslado, procediendo a la mudanza, sin orden ni concierto y sin pensar en los daños que sufrirían los documentos, con la humedad, los hongos, los insectos y el moho que atacaría al papel. A nadie le importó el grave daño que se causó a la Institución, ni se pensó en restaurar los documentos dañados, ni en reponer los extraviados.
Al llegar la imprenta y los equipos de Estados Unidos y resuelto el problema que se les presentó con la energía eléctrica, se instaló el Equipo y entraron a trabajar con la Edición de Prueba. Siempre se pensó en usar papel satinado y con profusión de color.
La edición de prueba fue todo un éxito, la revista tenía un tamaño mediano y el diseño guardaba relación con el objeto propuesto. No faltaron los reportajes sobre las Urbanizaciones emblemáticas del Instituto, los logros alcanzados y el futuro provisor que se esperaba. Los reportajes sobre Pérez Jiménez eran un dechado de exaltación y la “jaladora de mecate” abierta o disimulada, dejó muy atrás a las que le hacían los mismos personajes a Fulgencio Batista en Cuba. En materia de papel, el uso indiscriminado del color y el empastado de los ejemplares, su calidad era extraordinaria.
El Dictador le dio el Visto Bueno a la Revista y ordenó la profusión de la publicación a todo el País. Si la prueba fue buena, el Primer Número fue mejor. Hubo un coctel de presentación, con asistencia de las más altas autoridades del Gobierno e invitados especiales de Venezuela y del Exterior. Los cubanos mandaban, gastaban, cobraban y algunos, como el fotógrafo de marras, trató de enamorar a Virginia, pero se encontró con una mujer virtuosa, de dignidad y decencia, que a las primeras de cambio lo puso en su puesto y la largó con cajas destempladas, hasta que tuvo que largarse a Cuba, ordenado por la Presidencia de la República.
Los gastos por la edición de la Revista fueron cuantiosos, hasta el punto que solo se editaron 4 ó 5 números y obligó a descartar la idea de crear una Revista Mensual, para todo público y a los dos años, la idea fracasó, debiendo liquidar el aparato armado. Allí empecé yo a hacer mis diligencias para lograr la beca para el estudio en Europa o Estados Unidos.
La Junta Administradora del Instituto decidió eliminar la Revista del Banco Obrero y sacar a la venta la imprenta y todos los equipos, produciéndose una puja que ganó un financista marabino, que empezó a editar la Revista “MOMENTO”, que duró varios años circulando, hasta que sucumbió.
En sustitución de Casanova, designaron a un Ing. Civil veterano, amigo del Régimen y miembro de la godarria tachirense, de nombre Alberto Díaz González, a quien le tocó recoger las velas desplegadas que dejó su antecesor, pero muy amigo de los chismes y con tendencia a exigir la adulancia por parte de los hombres y la simpatía y facilidad, por parte de las mujeres. Yo sabía que él me tenía ojeriza porque me iba del Instituto por propia voluntad y se vengó negándome las prestaciones sociales, cuando presenté mi renuncia al cargo.
2 comentarios:
Puedes intentar ampliar un poco mas tus escritos sobre el Dr. Alberto Díaz González? porque por lo que leí fue usted nada más despectivo. Gracias.
Me pudiera enviar su correo electronico? Quisiera hacerle algunas preguntas sobre los cubanos a quien se refiere en su blog ya que creo que uno de ellos es mi mama. Yo desconozco muy poco de su pasado y debido a que ya fallecio, estoy tratando de encontrar cualquier informacion disponisble. Mi correo electronico es yoyi3164@aol.com
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