18 de octubre de 2008

Domingo Figueroa Verde

Mingomón, como le decían cariñosamente sus familiares y amigos más cercanos, fue un riocaribero insigne, de esos que nacen pocas veces. Desde muy joven sintió predilección por la música, tanto la clásica como la popular. Con los pocos maestros que consiguió en el pueblo, estudió hasta agotar su repertorio. Perseveró en su empeño y logró destacarse como un prominente maestro de la música en el pueblo. Fue un virtuoso de la trompeta y el cornetín, sin desconocer a los demás instrumentos. Por años fue el Director de la Banda Municipal y Director además de la Escuela de Música del Distrito, donde acudían muchos jóvenes, ansiosos de obtener conocimientos de tal arte. Semanalmente se oían en la sala de su casa, los compases de corcheas y semicorcheas de los noveles músicos que bajo su dirección aprendían el difícil manejo de instrumentos, del arpegio y la armonía. Duró muchos años con esa responsabilidad, recibiendo un escaso estipendio, pero satisfecho de encaminar a los jóvenes de la localidad. Con su Banda era ficha obligada en procesiones,retretas. actos solemnes y hasta en los entierros de cruz alta de personas notables. Coetáneamente con las actividades musicales, cumplía obligaciones como funcionario público en los Organismos Municipales, con la probada eficiencia y honradez que caracterizó su vida. Desde el punto de vista familiar, formó una familia digna y honorable, habiendo contraído matrimonio, en una primera etapa, con una bella dama de apellido González, con la cual procreó dos hijos: José Tomás y Rafael José, ambos inteligentes, creativos y estudiosos. Al enviudar, contrajo segundas nupcias, años después, con Chochón Salazar, con quien tuvo un tercer hijo de nombre Raúl, que aparte de sus méritos de madre y esposa, preparaba el mejor talcarí de chivo que me he comido en mi vida. Los tres fueron sobresalientes y en cualquier momento escribiré algo, por separado, de sus vidas y sus logros. En otro aspecto, Mingomón toda su vida fue masón, habiendo alcanzado los más altos grados, respeto y consideración hacia su persona. Cuando decidió venirse a Caracas con su familia, logró colocarse en un cargo administrativo de la principal Empresa de Transporte de la Ciudad, donde trabajó muchos años, hasta su retiro. Murió hace varios años en Caracas y aprovecho la oportunidad de rendirle los honores que se merece, como personaje importante de mi querido pueblo de Río Caribe.

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