3 de octubre de 2008

Julio Gonzalez

Mediante una labor pedagógica de muchos años, el Maestro Julio González dedicó sus mejores esfuerzos a la enseñanza de una juventud ávida de conocimientos. Comenzó muy jóven su actividad educativa, con dedicación, entusiasmo y una lucha tenaz para trasmitir a sus alumnos, principios morales, espirituales, religiosas y culturales, además de las materias lectivas que señala la Ley. Las promociones anuales se sucedieron por años y todos sus alumnos, que luego fueron sus amigos, guardan por él una estimación y respeto admirable. Llevó una vida austera, quizas debido al escaso ingreso que devengan los maestros venezolanos, pero también por su dignidad y honradez reconocida. Lo acompañó en su sacrificada vida, una mujer ejemplar, también docente, llamada Luisa Yánez, con quien procreó tres hijos; janet, Julio César y Luis César, quienes siguiendo su ejemplo formaron hogares dignos y cursaron estudios superiores, hasta obtener meritorios grados universitarios. El Maestro Julio le dió lustre a su profesión y a su escuela. Yo tuve la fortuna de asistir durante un año a sus clases, que me pareció corto, cuando cursé el Sexto Grado, proveniente de varios planteles , donde se impartía una educación ortodoxa y al llegar a la Escuela 'José Silverio González' me encontré con un ambiente diferente, con un maestro con fama de riguroso y disciplinado. El primer día de clases nos recibió con una charla en la cual señaló las normas a seguir en el año escolar, el horario de clases, las conductas de los alumnos en la escuela y en la calle, el necesario rendimiento escolar y en general, los lineamientos del comportamiento en sociedad. Enfatizó sobre la limpieza personal, el vocabulario diario, la pulitura del calzado, incluyendo la suela vecina al tacón. El obligatorio uso diario del 'guardapolvo', que se coloca encima de la ropa y se debia mantener impoluto en su blancura. Las clases del Maestro Julio eran un dechado de enseñanza, de cultura, de preparación sobre el futuro. Exigia la colaboración con el periódico mural 'Cayaurima' y los actos culturales y teatrales que esporádicamente se realizaban. Propugnó la creación de dos grupos aparentemente 'antagonicos', formados por alumnos de conocimiento parejos. Esos grupos se identificaban como 'Esparta' y 'Cartago' y se 'enfrentaban' en duelo de preguntas y respuestas que inducían al estudio, la competencia y la amistad entre los participantes. En vida se le hicieron múltiples homenajes y con estas palabras le rendimos un recuerdo que lo acompañará en su descanso eterno.

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