20 de octubre de 2008

Domingo Rondon (Lilaco)

La fama de locos que nos han endilgado desde hace muchos años a los riocariberos, no está lejos de la realidad, ya que todos tenemos algo de desquiciados, aunque parecemos muy normales en nuestro desempeño diario. En un principio, los locos o los medio locos surgían de esas familias con parentesco muy cercano, que al contraer matrimonio y de acuerdo a los postulados de la Ley de Mendel, producían hijos con insuficiencia mental de diferentes grados. Era muy frecuente entre las familias encopetadas del pueblo, descendientes de corsos y europeos en general y esas familias solían tener ' el loco o la loca de la casa' que permanecían enclaustrados en el cuarto trasero de la casa y no eran vistos en la calle salvo que se escaparan del encierro. Había otros que no eran locos del todo, ya que estaban en capacidad de trabajar en algo y finalmente había otro grupo que sufría la acción de la luna o de los cambios de clima, convirtiéndose repentinamente en locos furiosos y agresivos, que debían ser encerrados en cuartos cerrados durante el tiempo que durara la crisis. Paulatinamente iban cambiando y se convertían en personas normales. Son numerosos los cuentos y anécdotas sobre hechos reales ocurridos. Uno de los que recuerdo es el de dos personajes muy queridos del pueblo. Uno era un albañil de muy reconocida aptitud, pero que esporádicamente perdía la chaveta y había que someterlo a la terapia antes citada. Otro era un afamado tipógrafo, que también se volvía loco por corto tiempo y aparte de su encerramiento, había que frenarlo en su manía de comer 'añil' o Azulillo, lo que le teñía la boca de un azul índigo. Poco a poco iba mejorando hasta que se normalizaba del todo y empezaba a dar pequeños paseos por la ciudad. En uno de esos paseos Miguel Gil, el tipógrafo, se topó con el albañil y se produjo el siguiente diálogo: !Tu Miguel Verde, yo Miguel Gil! ! Tu comes mierda y yo como añil!. (CONTINUARA EN PROXIMO CAPITULO)

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