El día 13 de Noviembre nos presentamos a trabajar en la Oficina de Coche , de lo más normal, preparándonos para empezar a recibir al público que esperaba, cuando se presentó un vehículo militar cargado de soldados con armas largas, al mando de un capitán, quien muy respetuosamente se bajó del transporte y preguntó quién era el jefe de la oficina y al contestarle que era yo, me llamó aparte y me dijo que era conveniente que cerrara el despacho y suspendiera la audiencia, ya que había una situación irregular en el ámbito militar, con un presunto magnicidio, por lo cual él dejaría al cuido del sector, un grupo de soldados al mando de un cabo, que se ubicarían en el techo del Bloque. Inmediatamente le informé al personal, especialmente a las secretarias, para que se prepararan para el regreso a sus casas. Al rato llegó una camioneta a buscar a nuestro policía-chofer Ramón Ortega, quien debía presentarse a la Seguridad Nacional. Antes de irse me dejó las llaves del jeep y se marchó. Como quiera que yo tenía titulo de manejar y no podía quedarme allí en esa situación, embarqué a las muchachas y a las personas que cupieran y arrancamos hacia Caracas para dejarlos lo más cerca posible de sus casas. Las dejé en el Nuevo Circo y como no había acceso hacia El Silencio, me llevé el vehículo y lo paré frente a mi casa en Los Magallanes. Como medida de seguridad, le saqué el ruptor de la distribución y me quedé en espera de noticias.
El siguiente día salí a hablar con mi jefe por teléfono para que me informara lo que debía hacer con el vehículo y sobre la espera para reabrir la oficina. El me dijo que guardara el vehículo en un estacionamiento seguro y que me mantuviera en contacto telefónico para cualquier cosa. Por la prensa y la radio me informé que la Junta de Gobierno designó al Dr. Germán Suárez Flamerich como Presidente de la misma, en sustitución de Delgado Chalbaud, quedando los demás igual. Se reorganizó el Gabinete nombrando algunos nuevos ministros.
Se informó a la población que la muerte del Tte. Cnel. Delgado Chalbaud fue planificada y ejecutada por un viejo militar de tropa de nombre Rafael Simón Urbina, quien trajo para eso a unos facinerosos de la Sierra de Coro y algunos familiares, quienes atacaron al motorizado y al vehículo presidencial, cuando salía de su casa de Chapellín, acompañado solo de uno de sus Edecanes: el Tte. de Navío Carlos Bacalao Lara. El carro fue asaltado por los agavillados y apresaron a los dos militares, los desarman y los conducen a una quinta que tenían preparada en Colinas de Bello Monte. Entre los prisioneros y sus captores hubo siempre una constante discrepancia y cruce de palabras y en un entrevero se le disparó el arma a uno de los bandidos, hiriendo gravemente a Rafael Simón Urbina en una rodilla y al querer intervenir Delgado Chalbáud para ayudar al herido, le fueron disparados ráfagas de bala tanto al Presidente como al Edecán, quien no obstante sus graves heridas, logró fugarse y buscar auxilio en una quinta vecina, de donde llamó a Palacio y comunicó la situación, lo cual motivó la inmediata intervención de las autoridades, quienes apresaron a los asaltantes, incluyendo al cabecilla, quien aún herido, pedía ser llevado a la Embajada de Costa Rica, de donde fue desalojado y según la versión oficial, al ser trasladado, trato de amotinarse y fue acabado a tiros.
La ciudad estaba convulsionada, se corrían rumores sobre la intervención de algunas personalidades del Gobierno en los hechos. Se acusaron unos y otros, pero finalmente la situación se fue calmando. Se produjo el acto de enterramiento del Presidente, con todos los honores y ascensos post Morten. Se apresaron a todos los asesinos que participaron en el magnicidio y la semana siguiente se abrieron las oficinas y comercios. Paulatinamente la ciudad fue adquiriendo la normalidad y los Tribunales a practicar detenciones e iniciar juicios.
En lo que respecta al Banco Obrero, el Director Gerente, Ing. Pedro Emilio Herrera, fue nombrado Ministro de Obras Públicas y designado en su lugar el Ing. Julio Bacalao Lara, un joven profesional de la Ingeniería, hermano del Edecán del Presidente, Tte. de Navío Carlos Bacalao Lara, quien estaba internado en una clínica, donde fue intervenido por sus múltiples heridas, que ponían en peligro su vida. Por supuesto que había una situación de nervio y expectativa por parte del personal, para saber cómo quedaba el Instituto y si cambiarían al personal ejecutivo del mismo. El nombramiento del Ing. Bacalao no cayó bien a los componentes del personal técnico que tenían muchos años de servicio, demostrando su capacidad e idoneidad, en las numerosas obras ejecutadas por lo que se consideraban con méritos para ascender a cualquier cargo de mayor jerarquía, en cambio que el Ing. Julio Bacalao Lara solo actuó como Inspector en las obras de El Silencio. Un numeroso número de ingenieros, arquitectos y personal técnico renunció a sus cargos e igual lo hicieron otros individuos de la Organización, bien sea por irse a trabajar con el Ing. Herrera en el M.O.P. o por otras causas. La toma de posesión del nuevo Director Gerente, se produjo en un clima de tensión y nerviosismo. El Ing. Bacalao Lara concurrió en compañía del Ing. Pedro Emilio Herrera, Director Gerente saliente, a recibir el cargo y fue recibido por todo el personal de la Oficina Central y ambos dirigieron palabras alentadoras y de optimismo para el futuro del Instituto.
La situación se fue normalizando, se reanudó el trabajo y apenas se cubrieron los cargos vacantes por renuncias. El Ing. Bacalao Lara recibió los informes pertinentes sobre la marcha de los distintos Departamentos y trascurridos varios días, bajó a las distintas dependencias para saludar a los empleados en su sitio de trabajo. Se mostró como una persona sumamente educada, simpática en el trato y deseosa de trabajar. Cayó bien al personal y fue cambiando el clima inicial adverso que encontró.
La Junta de Gobierno hizo los nombramientos de Ministros y Gobernadores de Estado que creyó conveniente y decretó la realización de obras tanto en Caracas como en el Interior del País. Se mantuvo por varios días el acuartelamiento del personal militar y se hicieron los ajustes en las Guarniciones. Se empezaban los preparativos para las festividades navideñas y para el pago de los aguinaldos en todas las dependencias de la República.
Nosotros continuamos nuestra labor en la Oficina de Coche, aligerando el trámite de las adjudicaciones pendientes. El movimiento de los nuevos propietarios para acondicionar sus casas avanzaba con toda velocidad y las familias se iban conociendo en su calidad de vecinos. Había alegría en el ambiente y se incrementaba el problema del tránsito al aumentar el número de usuarios, que tenían que hacer el trayecto de Coche-Los Jardines- El Valle-Nueva Granada-Puente Hierro-San Agustín del Norte- El Silencio y al regreso se hacía el mismo trayecto.
A los empleados nos pagaron 15 días de aguinaldo en los primeros días de Diciembre de 1.951 y para el día 24 fuimos citados a la Oficina Central para recibir el saludo navideño del Director Gerente y el brindis correspondiente. El Ing. Bacalao nos dirigió unas palabras de aliento y el deseo de una Navidad Feliz. Las comidas y bebidas fueron generosas y ya para terminar el ágape, nos anunció el pago de una quincena adicional como aguinaldo. Eso fue un impacto para aquel grupo de empleados que devengábamos un sueldo limitado. No había puente navideño y nos reintegramos al trabajo el día 26, contentos por esos 15 días que nos cayó de sorpresa. El día 30 fuimos convocados de nuevo para la despedida del año y ahora las bebidas y los pasapalos fueron todavía más sabrosos. Se notaba el entusiasmo del personal y cierta simpatía para el nuevo Director Gerente, quien acompañado de su esposa se mezclaba con los trabajadores, los saludaba y hasta les dirigía un saludo afectivo.
Cuando la fiesta estaba por concluir llamaron de nuevo la atención de los asistentes y anunciaron al Director Gerente, quien de nuevo les deseó a todos un Feliz Año en compañía de sus familiares y como colofón anunció que a partir del 1ª de Enero de 1.952 todos los empleados y obreros recibirían un aumento lineal de sueldo de un 10 %. Los gritos de satisfacción salieron de todas las gargantas y los aplausos no se hicieron esperar. Las esperanzas salieron a relucir. Terminábamos un año aciago y comenzaba otro donde se vislumbraba un gran porvenir.
Mi familia estaba compacta, unida en la casa de mi tía Paela en Los Magallanes. Juanita estaba trabajando como Jefe de Enfermeras del Hospital Policlínico de Los Teques, dependiendo de la Gobernación del Estado Miranda. En el mes de Septiembre hubo una terrible inundación en Barlovento, que afectó a Río Chico, San José de Río Chico, Higuerote y un alto número de pueblos y caseríos de la Región, la cual fue declarada en emergencia y se mandó para hacerle frente, un contingente de médicos, ingenieros, enfermeras y otros profesionales. Igualmente maquinarias y equipos necesarios en esa contingencia. Durante 3 semanas ese personal trabajó denodadamente atendiendo los grupos damnificados. Juanita estaba dentro de ese personal, representando a la Gobernación y dentro de los médicos enviados por el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, estaba el Dr. Eriberto Echezuría, Epidemiólogo recién llegado de un curso post grado de 2 años en la Universidad John Hoppins de Baltimore. Necesariamente tenía que haber una comunicación entre los profesionales actuantes y cuando regresaron de Barlovento, se estableció un acercamiento entre Juanita y el Dr. Echezuría, quien invitaba a la familia a comer tostadas en Palo Grande. Eran arepas cocidas, envueltas en huevos. Fueron intensificando las visitas y terminaron en amores. Comenzaron los preparativos de matrimonio y al efecto yo le conseguí un apartamento en la Urb. “Francisco de Miranda” (Casalta) en Catia, de 4 habitaciones en Planta Baja, ya que Echezuría tenía su mamá y necesitaba un cuarto sola. En Diciembre de 1.951 contrajeron matrimonio en una fiesta muy agradable donde abundó el licor y la comida. Se fueron de luna de miel para la Isla de Barbados y al regreso se mudaron a su nuevo hogar.
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