30 de agosto de 2010

QUE ME HA DADO CARACAS - Llego la Televisión.

Ya ubicados de nuevo en nuestra casa de Coche decidimos efectuar algunas modificaciones y mejoras al inmueble y al efecto quisimos, ante todo, hacerle un baño moderno, con cerámica hasta el techo, bañera, piso de granito y lámpara fluorescente. Aprovechamos que se presentó Angel, un primo margariteño que trabajaba de albañil y le pedimos un presupuesto. El vio lo que queríamos y nos sugirió tirar una placa que abarcara los dos anexos del patio y hacer así, de una vez, el baño nuestro, una habitación grande que sirviera de habitación de servicio, salón de plancha y deposito, un baño auxiliar. Todo eso por un lado y por el otro, cambiar la ubicación de la cocina, hacer un lavadero y un comedor auxiliar. Le aprobé el Presupuesto y que comenzara de inmediato, dejando otras obras para más adelante. Caracas seguía creciendo urbanísticamente e igualmente desde el punto de vista económico, con el establecimiento de empresas nacionales y multinacionales de diferentes índoles. La industria automovilística vivió un crecimiento inusitado. La empresa General Motors instaló una planta ensambladora en Antímano. La Ford no se quedó atrás y se instaló en Valencia, la Chrysler, la Fiat, la Volkswagen, la Jeep y otras encontraron un buen mercado para instalarse, al igual que las industrias conexas, Cauchos General, Cauchos Royal, Cauchos Good Year, Acumuladores Duncan y Fulgor, Baterías Good Year, Fabricantes de Radiadores, Camiones y Autobuses. Aumentaron los concesionarios de venta, que presentaban facilidades de pago, contribuyendo con esto al aumento de la demanda y el acceso de la clase media y media baja a la adquisición de vehículos. Otro incentivo fue la facilidad de crédito por la Banca y la variedad de modelos que salían anualmente al mercado y los diferentes vehículos lujosos que se traían importados. Cuando la mujer ingresó al mercado de trabajo, inmediatamente subió la demanda de automóviles y al igual cuando a estos se le incorporó como equipamiento normal, el aire acondicionado, la trasmisión automática y la dirección hidráulica. Los modelos importados eran: el Lincoln, el Packard, el Studebaker, el Cadillac, el Oldsmovil, el Nash, el Hudson, el Dodge y el Rolls Royce. Apareció una Tienda por Departamentos, con la instalación de la Sears de Venezuela, ubicada en un sector aledaño llamado Bello Monte, con un Edificio Central de dos plantas y un gran Estacionamiento de Vehículos al aire libre que tenía inclusive Bomba de Gasolina y trabajaba hasta las 10.oo de la noche y días feriados. Por primera vez hubo una tienda con sus artículos a la vista y acceso del público. Esta tienda causó revuelo e inclusive mucha gente iba al almacén con el deliberado propósito de traerse algo al descuido y los empleados y fiscales los veían, pero no decían nada, hasta que fue el momento oportuno y cada vez que veían a un ratero, lo agarraban a la salida y lo llevaban a la oficina para que pagara los artículos que se llevaba o lo presentaban ante el Inspector Vargas, famoso detective de la P.T.J. que estaba contratado por la Empresa. No solo se instaló la Tienda por Departamentos, sino que puso en servicio el Primer Mercado CADA, con alimentos y mercancía importada. Los T-Bon y Sirloin que allí se vendían fueron los más grandes y suaves que comí en mí vida. Al poco tiempo se instaló otra tienda por departamentos en Edificio propio, localizada en la Avda. Andrés Bello, con capital nacional, encabezado por la Familia Taurel, con relativo éxito y mucha afluencia de público, pero entró en crisis cuando se produjo el secuestro del niño Taurel, que costó mucho dinero rescatarlo y posteriormente secuestraron al propio Presidente de la Compañía. Todo esto creó la debacle financiera y finalmente, tuvo que cerrar sus puertas. El Gobierno Nacional terminó la Autopista Caracas-La Guaira, con la intervención de Empresas Inglesas y Francesas, que construyeron los dos túneles y los tres viaductos, empleando las más modernas técnicas para el momento y abrió un nuevo empuje a la zona del Litoral, creando además un vertiginoso proceso de construcción de casas de veraneo de familias pudientes, fundación de clubes, urbanizaciones lujosas, edificios de apartamentos, marinas, muelles de yates, restaurantes, hoteles, el nuevo puerto, con sus modernos almacenes y terminal de pasajeros, la ampliación del Aeropuerto, la Escuela Náutica, la inmensa Escuela Naval de Venezuela y el Terminal del Teleférico, entre otras. Se empezó a ver otra cara al Litoral, aumentó la población, aumentó el trabajo, se construyeron nuevas vías de comunicación urbana, hubo una nueva Aduana, se construyó la Avda. Soublette y se incorporó más la Parroquia Catia La Mar, al igual que Carayaca. La Industria Textil y la Manufactura de Vestidos para hombres y mujeres adquirieron un gran auge. Se instalaron las tiendas de Dovilla, Azteca, Montecristo, Wendel, Rori y otras, que abarataron los trajes, zapatos, camisas y pantalones de hombre, quedando para las familias pudientes, las Sastrerías de Félix Morreo, José Savino, Ramírez y algunos establecimientos que elaboraban los trajes a mano y a la medida, con telas finas o los traían del exterior. Los vestidos de damas tenían una variedad de tiendas que les ofrecían una gama de modelos de diferentes precios e inclusive hacían remates y ofertas especiales La construcción con todo su efecto multiplicador y el desarrollo de industrias conexas, sufrió un auge inusitado. Numerosas Urbanizaciones fueron apareciendo. A vuelo de pájaro citaremos algunas de ellas: San Bernardino, Vista Alegre, La California Norte y Sur, Prados del Este, Santa Cecilia, Santa Eduvigis, Bello Monte, Las Mercedes, Los Chaguaramos, Cumbres de Curumo, Los Palos Grandes, Los Ruices, Macaracuay, San Román, El Peñón, La Carlota, Campo Claro, Club Hípico, La Castellana, Boleíta, Las Acacias, Sebucán, El Marquez, La Florida, Chacaíto, Altamira y muchas más. Cuando uno echaba una mirada desde el cielo alrededor de la ciudad, veía en primer lugar, el cinturón de ranchos que cada día iba creciendo, de todos los cerros de Catia, el Cementerio, El Valle, El Calvario, 23 de Enero y el más impresionante, todo el Sector de Petare, con más de 1.000 barrios. Igualmente se veían como manchas, terrenos sin construir, pudiendo citar a espacios entre la Iglesia de Los Palos Grandes y Bella Vista, entre Chacaíto y Chacao, entre Chacao y La Castellana y el más grande, entre La Castellana y Petare, donde apenas se estaba promoviendo la creación de granjas agrícolas. La Empresa Granjas Arroyo ofrecía la venta de terrenos, desde una Hectárea en adelante, librándose así de los gastos por la dotación de servicios de luz, agua y cloacas. El Dr. Gustavo Arroyo era un riocaribero reconocido mundialmente como técnico en jardinería y agricultura, señalándose entre sus obras más importantes, los jardines de los siete edificios de la Urb. El Silencio y toda la jardinería y áreas verdes de la Urb. Altamira. Cuando el Gobierno Nacional terminó la Autopista Caracas La Guaira, se abrió para la población caraqueña la oportunidad del disfrute de las playas y el mar, creando un polo de desarrollo, especialmente de la clase media, pero al poco tiempo se puso en servicio La Ciudad Vacacional “Los Caracas”, integradas por casas y apartamentos que se alquilaban dotados del mobiliario y equipo necesario para pasar ocho días de vacaciones, pagando el módico arrendamiento de Bs. 180.oo. En este vergel, que estaba suficientemente mantenido, dividido en Sectores, con bastantes árboles de sombra, tenía cercano a cada sector, una corriente de río donde existían pozas y sitios de picnic e igualmente existían amplias playas, restaurantes, supermercados y tiendas. Lástima que esa experiencia no se mantuvo. Después de varios meses de espera, al fin se inauguró el Teleférico al Avila con se extensión hacia El Litoral Central, con el natural regocijo popular que podía ver la impresionante vista de la ciudad y de La Guaira, así como patinar sobre hielo y disfrutar de las ventas de frutos y productos, aparte del viento y el frío que impera en la zona. Nosotros nos asentamos firmemente en nuestra casa, donde estábamos rodeados de gente amiga y agradable que nos hacía los momentos agradables. Todos los días o temporadas cortas, las dedicábamos a efectuar largos viajes a Río Caribe, cuando se tardaban 19 horas en recorrer el camino, que era de tierra casi en su totalidad, pero al arribar al pueblo encontrábamos un ambiente grato y familiar, con mamá y papá en una actitud tan armoniosa y placentera que nos provocaba el volver. Eran reuniones familiares con asistencia de un numeroso grupo, que desde la mañana a la noche estábamos inventando actividades alegres al espíritu y al estómago, ya que encontrábamos todo tipo de frutas criollas, granjerías diversas, frutos del mar y diferentes hervidos de gallinas y de pescado, chorizos y morcillas del pueblo y lo más importante, los baños de mar que teníamos al frente y nos invitaba al solaz con sus límpidas arenas y sus olas maravillosas. Mi esposa se adaptó maravillosamente a todos los miembros de la familia, que siempre la han querido entrañablemente y tanto a ella como a mí nos jugaban constantes bromas, porque pasaba el tiempo y no cristalizaba la llegada de un heredero. Nosotros no les hacíamos caso pero empezamos a preocuparnos por esa situación y comenzó nuestra visita a médicos especialistas y seguir un tratamiento y otro. Las aventuras corridas en esos viajes y los chistes que ellos originaron son tan numerosos que haría muy larga esta narrativa El carro Mercury me está echando broma. Tengo que ocurrir con frecuencia al taller mecánico, cuando no es por una cosa es por otra. Vamos a ver si es posible cambiarlo. Por allí he visto un carrito Chevrolet Bel Air de 2 puertas y dos tonos, que se ve bien conservado y lo están vendiendo por Bs. 4.500.oo. Yo tengo en venta el mío y aspiro me den Bs. 3.000.oo y conseguir los Bs. 1.500.oo prestados. La Banca Comercial tuvo que adaptarse a las innovaciones que estaban ocurriendo en el Mundo. Ancestralmente solo existían en Venezuela, los conocidos; Banco de Venezuela, Banco Caracas, Banco Venezolano de Crédito y Banco de Maracaibo que inclusive tenían licencia para emitir billetes, respaldados por oro depositado en sus arcas. También existían unos Bancos extranjeros, que eran en realidad sucursales de Bancos del Exterior. Citaremos entre ellos, el Royal Bank of Canadá, el National City Bank, el Banco Holandés Unido y el Banco América del Sur. Estos eran los que operaban a puertas abiertas, ya que había otras Instituciones Bancarias, que operaban como oficinas cerradas en Edificios. Todos estos Bancos tenían actividades muy restringidas, sus socios eran algunos comerciantes prósperos que no aceptaban caras nuevas. Era muy difícil ser clientes de esos Bancos, aún para las Cuentas de Ahorros, ya que tener una Cuenta Corriente y movilizarla mediante chequeras era una labor grandiosa y se necesitaba gozar de la amistad de los miembros de la Junta Directiva. Inclusive hubo Instituciones Bancarias reacias a la modernización y cuando el Gobierno Nacional resolvió crear el Banco Central de Venezuela, que tendría entre sus responsabilidades, la exclusividad de la emisión de los Billetes, para lo cual los Bancos que tenían facultad de emitir esos Instrumentos, tenían un plazo fijo para cesar en esas actividades y consignar en las bóvedas del Banco Central de Venezuela, todo el oro que tuvieran en su poder, quedando esa facultad limitada solo en el Banco Central de Venezuela, al igual que la moneda fraccionaria. Una de esas Instituciones, concretamente el Banco Venezolano de Crédito, fundado y presidido por el Dr. Enrique Pérez Dupuy, aceptó cesar en la emisión de billetes, pero no así con la entrega de todo el oro que tenía en sus bóvedas y al efecto, introdujo una demanda contra el Gobierno Nacional, que llegó hasta la Corte Suprema de Casación, bajo la asesoría y representación de su Abogado, el riocaribero Alejandro Prieto, habiendo salido victorioso en esa querella, entregando solo una parte del oro y manteniendo en sus bóvedas otra parte sustancial. Yo hice crisis con el carro Mercury y endeudándome hasta la coronilla, hice negocio por el carrito Chevrolet Bel Air y en la primera oportunidad, me fui a Río Caribe con mi esposa y otros familiares. Después de rodar 18 horas y cuando ya teníamos el pueblo a la vista, en una colina, perdí los frenos como a las 5:00 de la tarde y como pensé que se me haría muy tarde, quizá de noche para buscar un mecánico, pedí a los pasajeros que bajaran a pié hasta el final de la colina, que yo bajaría el carro, ayudándome con la velocidad y el freno de mano, pero dejé a uno para que fuera con una piedra al lado del carro y si veía que el vehículo adquiría velocidad, le metiera la piedra al caucho trasero. No hubo necesidad de nada y frenando con la velocidad y el freno de mano, llegamos a la casa y para el otro día vino el mecánico y en una hora me reparó la falla. Gozamos de los favores del pueblo, el mar que teníamos al frente de la casa, el río al final de la playa y los dulces y granjerías a las puertas de la casa. Programamos visitas a los pueblos cercanos, fuimos a las casas de familiares y amigos, hicimos los honores a las comidas de mamá y finalmente emprendimos el regreso, contentos y con ganas de volver. Nuestra vida se desenvolvía normalmente en nuestra casa de Coche y no perdíamos oportunidad de visitar a nuestros amigos y de asistir a fiestas que se realizaban con frecuencia, por la celebración de matrimonios, bautizos o cumpleaños y si algo empeñó lo normal de nuestra vida fue la enfermedad de papá, que tuvimos necesidad de traerlo porque sentía dolores en el estómago. Lo vio el médico especialista, amigo de mi cuñado, quien le encontró úlceras duodenales y que era imperioso operarlo urgentemente. Lo operaron y salió bastante bien, pero a los pocos meses sintió nuevos dolores en el aparato urinario y hubo que operarlo otra vez. Frecuentemente tenía que ausentarme de la casa para ir a las Sucursales del Interior para hacerles las vacaciones a los Gerentes o a dirigir la formalización y entrega de viviendas, que ya se hacía en forma masiva. Eso me ayudaba un poco, porque ahorrando en la comida y hotel, podría obtener un pequeño beneficio. El tiempo seguía pasando inexorablemente, los sueldos se mantenían iguales, había mucho trabajo, pero ningún incremento en su monto, cuando los gastos familiares iban creciendo. Comencé a buscar alguna oportunidad de trabajo en otra Empresa o Institución, pero era difícil, ya que había una saturación de personal en la mayoría de las Empresas y eso me convenció una vez más, que debía estudiar cualquier carrera, para optar a una mejor posición. Los Bancos Comerciales tuvieron que abrir un poco sus limitaciones y al efecto, se crearon varios Bancos Privados. El Banco de Comercio fue uno de ellos y siguieron el Banco Italo Venezolano y el que causó más impacto, el Banco Unión, que tomó como emblema una casita, con la cual invitaba a la población a ahorrar para optar a una vivienda, contando con el crédito seguro del Banco Unión. Eso movilizó a una población numerosa que pasó a ser ahorristas por primera vez o emigrantes de otros Bancos. El Unión se vio obligado a crear Agencias en diferentes sitios de la Ciudad y en algunas Capitales de Estados. Igual hicieron otras Instituciones Bancarias que nacieron en el Interior del País, abrieron Sucursales en Caracas, que al poco tiempo superaron a la Casa Matriz. Siguió llegando gante a Caracas, arreciaron los problemas de carácter económico y social. No hay agua suficiente, hay problemas de recolección de basura, está cerrado el mercado de vivienda, faltan escuelas primarias, aparecen los ladrones y rateros, se acentúa la paternidad irresponsable y la prostitución infantil. Se hace patente el desempleo. Después de muchos anuncios y expectativas, hace su aparición la Televisión en Venezuela. Salió primero Televisa de Gonzalo Veloz Mancera y posteriormente Radio Caracas Televisión de la Familia Phels. Inmediatamente respondió el mercado, apareciendo aparatos de todas las marcas y facilidades de compra: Zenit, Phillips, Motorola, R, C. A, Victor, Westinghouse y toda una gama de marcas, que destacaron a sus vendedores a domicilio para colocar sus receptores de imagen. La campaña fue feroz, los vendedores dejaban en demostración sus aparatos hasta por una semana y no era raro ver en algunas casas, más de un reproductor encendido. El talento artístico criollo salió a relucir. Nuestros cantantes, actores, orquestas, locutores y técnicos, rápidamente se adaptaron a la nueva faceta que nacía. Las novelas, programas cómicos, cantantes y artistas en general, aparecían en la pantalla, compitiendo con programas y documentales extranjeros. Pero había unos programas que hacían vibrar al público, que creía fielmente en la veracidad de las refriegas entre los participantes. Esa era la Lucha Libre, cuyos programas se proyectaban una o dos veces por semana en los dos canales. Existían nobles y villanos, los buenos y los malos, los limpios y los sucios, los criollos y los extranjeros. Todo tipo de máscaras, cabelleras, capas, turbantes, bigotes y barbas, que muchas veces se jugaban en el ring para mayor emoción del público asistente, que había bastante, y el público televidente. El más nombrado, odiado o querido, era El Dragón Chino, un personaje capaz de todas las trácalas y que inclusive, cuando se veía en desventaja apelaba a una “sustancia” que le aplicaba al contrincante en los ojos y luego lo remataba con tacles, patadas voladoras y una terrible estranguladora. Cada luchador tenía su especialidad. Los livianos volaban por el ring, los pesados cazaban a los livianos y los enmascarados no se dejaban tocar las máscaras. Unos llegaban de la selva impenetrable, otros del Asia o de la China. Total que era un jolgorio. Por supuesto, había los criollos como Bernardino La Marca, que era un ídolo especializado en el “cangrejo” o el Apolo Venezolano, que lucía un cuerpo atlético y luchaba descalzo. Había también un gordito mejicano que llamaban “Montañita”, que todo el mundo le pegaba y no ganaba nunca, por lo cual el público lo quería con lástima. Era tanto el furor, que la gente discutía al tomar partido por uno o por otro. Como nosotros no teníamos televisor, ni mis vecinos tampoco, mi compadre Argenis Gutiérrez, que en paz descanse, nos invitaba todos los jueves y domingo para ir a la casa de Pablo, el hermano de mi esposa, que sí tenía televisión para ver las luchas y gritar de emoción por las actuaciones. Una vez anunciaron con bombos y platillos la inminente llegada del Campeón Mejicano, “El Médico Asesino”, que venía a enfrentarse con un terrible enemigo en las arenas del Velódromo, ya que el Nuevo Circo era chiquito. Mi esposa y el vecino no aguantaron la emoción y en la fecha anunciada nos presentamos en el Velódromo. Muchos gritos en las presentaciones, ofrecían la máscara de El Médico, anunciaron autoridades, el Réferi de Smokin, las muchachas que anunciaban el round con bikinis estrechísimos. Toda una Feria. Al fin comenzó la lucha y el Médico agarró al enemigo por las costillas, lo levantó en vilo y lo jamaqueó tres veces y el hombre se desmayó. Allí terminó la pelea. El público estafado se levantó en protesta, agarro los carteles y las casetas y los destruyó, persiguió a los porteros y anunciantes y finalmente empezaron a volar las sillas de hierro que habían colocado. Yo le sacaba el cuerpo a las sillas a la vez que buscaba a mi señora y al vecino, hasta que finalmente salí y los encontré muertos de risa, celebrando el acontecimiento. Recibimos la visita de la pareja formada por Licinio Pérez Páez y Magdalena Castillo de Pérez, amigos nuestros que venían a despedirse porque la semana siguiente se marchaban para la ciudad de Pittsburgh en Estados Unidos, para cursar unos estudios de Siderúrgica, becado por la Oficina de Estudios Especiales de la Presidencia de la República. Me entusiasmé cuando me dijo que todavía había chance para conseguir una beca y que acudiera lo más pronto a esa oficina para bregar el cupo. Yo vi la oportunidad de resolver mi problema de insatisfacción en el Banco Obrero y muy temprano me dirigí a la Oficina de Estudios Especiales de la Presidencia y hablé con su Director, el Profesor Rubén Gómez, quien me dijo que, lamentablemente, ya estaba completo el número de becarios para Estados Unidos, pero que estaba empezando un curso de aspirantes a becas para estudiar en Italia, en la ciudad de Terni, cercana a Roma y que este era el último envío de estudiantes al exterior. Que si quería, me inscribiera en ese curso y optara a la oportunidad. En la noche lo hablé con mi esposa, sopesamos la situación, vimos el pro y los contras y finalmente nos decidimos. Llevé mis recaudos a la Oficina de Estudios Especiales e inmediatamente me incorporamos al curso, que comenzaba a las 5:00 PM

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