Desde mi infancia, allá por los años de 1.938-40 empecé a oír sobre las hazañas de algunos jugadores de béisbol, que lograron vencer a equipos de Carúpano, Margarita y Cumaná. Se nombraba a un tal Juan Cedeño, que apodaban “Juan Paela” que pichaba durísimo y los contrarios iban cayendo estroncados uno tras otro. Bateando era un coloso y normalmente botaba la pelota de jonrón.. Como a mí desde entonces me gustaba el béisbol, repetía constantemente esas proezas. Me nombraban también a un catcher que llamaban Chevo, que sacaba la patica cuando recibía la pelota y de Cayito Rondón, que hacía maravillas en la Primera Base, de “Cocuyo” que jugaba el Left Field, de “Gamboíta” que jugaba Centro Field, de Perucho Millán, un histórico Short Stop y mas adelante se hablaba de Pastor Aguilera, un catcher sólido y de Segundo Adrián, un pitcher curvero. Ambos fueron firmados por las Compañias Petroleras para jugar béisbol..
Había otros de diferentes categorías, tales como Benito Gutiérrez, un pitcher a quien su manáger obligaba a comer tomate pintón, para darle fuerza a los brazos.y en algún momento hizo su aparición un jugador extraordinario llamado Victor José, que todo el año estaba jugando pelota en los centros deportivos del País, que lo contrataban por ser un pitcher zurdo ganador, un bateador de respeto y una Primera Base de postín. Jugó el la Liga Profesional de Beisbol, con el equipo Venezuela de Juan Antonio Yánez, “Yanesito” e inclusive incursionó en el béisbol mayor jugando en un equipo de Liga Menor de USA.
Aúnque en Río Caribe no había campos de béisbol propiamente dichos, se jugaba frecuentemente en seis campos abiertos, llamados en orden de importancia: Sabaneta, que era el más grande y señalaban las líneas con cal y que mas tarde le hicieron una pequeña tribuna con techo de zinc, pero sin asientos, La Tena, en Wate Cochino o 14 de Febrero, La Jabilla Grande, al final de la Calle Chamberí, la Jabilla pequeña, donde jugaban los más pequeños, el Alambique, que quedaba frente al Molino y La Punta, en la Calle La Marina.
No habían guantes de cuero, sino que cada quien utilizaba su propia habilidad y fabricaba su guante de lona, de dos dedos, el pulgar y el resto, como un guantin de Primera Base. Se marcaban el la lona y se cortaban tres capas, dos para rellenarlos de barba de jabillo, y la otra para introducir la mano. Los bordes se cosían a mano con hilo encerado, cuidando de meter bastante barba de palo, de manera que al secarse totalmente y asentarse con los golpes de la pelota, quedara un guante suave, con el cual se hacían atrapadas fenomenales. Por supuesto, no había zapatos de ganchos y los más habilidosos, compraban aparte esos ganchos y mandaban a ponérselo a unos zapatos normales, con los cuales no se resbalaban, pero la mayoría de los muchachos jugaban con alpargatas. Tampoco había pelotas de béisbol, pero sí unos improvisadores que las hacían, agarrando una piedra pequeña y la forraban con tiras de tela, tratando de redondearla lo más posible y pegándolas con tiras de adhesivo. Luego le ponían una o dos tiras de tripas de caucho, cortadas muy finas. Finalmente se le pasaban dos tiras de adhesivo fuerte y se empezaba a coser con aguja para lona e hilo encerado, siguiendo la norma de redondearla hasta donde fuera posible.e igualmente, mantener un peso adecuado. Al terminar una pelota, esta era fuerte y compacta, sobresaliendo en la superficie los nudos del hilo encarado. Los catchers no usaban caretas, ni petos, ni chingalas y mucho menos, copas protectoras de genitales, por lo cual era frecuente que recibieran fauls en la cara o en el cuerpo, por cuya razón nadie quería jugar de Catchers. No había uniformes y algunos usaban gorras fabricadas con retazos de tela fuerte, con viseras de cartón. Los bates eran de madera dura y resistente, generalmente de guayabo o palosano, nunca rectos, sino con curvas muy marcadas.
Había bastante practicantes del deporte, involucrándose hasta la Iglesia, ya que el cura párroco, Paulino Satrustegui, era entusiasta del béisbol e inclusive, él jugaba algunas veces el short stop sin quitarse la sotana. Yo me jubilaba cada vez que podía, para ver los distintos juegos y lamentaba ser tan mal jugador, que solo podía ser espectador.
En Río Caribe se practicaba ese simulacro de béisbol, con todas las fallas que podía haber, pero se usaban otros tipos de deportes afines, tales como el juego en calles y aceras, con dos bases, incluyendo juegos con pelotas de golf que se conseguían en los campos petroleros, también se usaban pelotas de goma, que se bateaban con tablas y pelotas de tennis que se usaban en la orilla de la playa, por su capacidad de flotar. Habían una pelotas de balatá, que eran fofas y elásticas y salían mucho, razón por la cual los files tenían que ubicarse a una considerable distancia y las bases, al doble de la distancia entre unos y otros..
Río Caribe tuvo un Mecenas en el béisbol, que en todo momento estaba presente para prestar su ayuda a los equipos y actuaba como representantes de estos en los encuentros interregionales. Ese era Luis Felipe Luciani, un entusiasta del béisbol que cargaba con los gastos de su mantenimiento y fue un deportista cabal en todos los aspectos. Otros fueron Ucho Zapata y su cuñado Lorenzo “La Picoca” Galdona..
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