“El Farol” era una revista mensual, publicada por la Empresa Creole Petroleum Compani con circulación nacional `por suscripción gratuita con distribución por intermedio del Correo. A Río Caribe llegaban mensualmente un centenar de revistas, debidamente nominados, pero cuando los pobladores y especialmente los estudiantes, se enteraron de que con el envío de una carta solicitando una suscripción, lo lograban de inmediato, empezó el bombardeo de solicitudes, las cuales eran satisfechas por la Empresa, quien tenía un Departamento de Publicaciones bastante bueno, con periodistas que producían una revista interesante, con material reciente, reportajes sobre problemas nacionales, fotografías de paisajes nacionales, personales y lugares. Utilizaba papel satinado y su impresión era impecable, así como su encuadernación.
La Oficina de Correos era pequeña y tenía solo dos empleados: Don Jesús Franceschi que era el Jefe de Oficina y el repartidor que era Leo González. En ese tiempo, muchos riocariberos habían emigrado del pueblo dejando en él su familia y mensualmente le mandaban dinero, mediante giros postales o telegráficos, que al no haber Banco en la localidad, se cobraban en la Oficina de Correos, para lo cual el Ministerio de Hacienda le depositaba la cantidad de Treinta Mil Bolívares cada mes, por intermedio del Banco de Venezuela en Carúpano, no siendo rígida la fecha de depósito.
La Escuela Rojas Paúl quedaba al frente del Correo y la Escuela José Silverio González, tres cuadras más allá y muchos de los estudiantes se habían convertido en suscriptores del Farol y de otras revistas de distribución gratuita, por lo cual empezaban durante principio de mes a pasar por el Correo y preguntarle: ¿ Señor Jesús, llegó El Farol?. y esa pregunta era repetida una y otra vez, por estudiantes varones y hembras. Eso era un fastidio y no dejaban trabajar, hasta que ponían un aviso que decía ¡ No ha llegado El Farol ¡ y aún así seguían preguntando a los empleados una y otra vez. El paquete de revistas llegaba cada vez más grande y cada una tenía el nombre del suscritor, por lo que Don Jesús ponía el paquete sobre un cajón para que los suscritores buscaran por sí mismo la revista que le correspondía. A ese montón de muchachos buscando El Farol se sumaron las familias que habían recibido las tarjetas o los telegramas avisándole que acudiera a la Oficina de Correos para efectuar el cobro del giro enviado, pero que dado lo exiguo de la suma que le depositaban en el Banco de Venezuela, no alcanzaba para pagarle a todos y había que esperar nuevas remesas, pero los interesados acudían todos los días.
Al principio, Don Jesús era paciente y comprensivo, pero llegaba un momento en que lo sacaban de quicio, sobre todo al crecer el volumen de correspondencia,, cuando los muchachos y la gente en general, empezaron a mandar cartas de suscripción a las revistas “El Agricultor Venezolano” del Ministerio de Agricultura y Cría y “Tricolor” del Ministerio de Educación. y acudían a la Oficina con el mismo requerimiento.
Para ese entonces la gente leía mucho y cuando recibían la oferta de la Revista “Selecciones de Reader Digest” que por una cantidad infima le enviaban la publicación e inclusive los libros condensados, que con regularidad producían, se inscribían como clientes. Igual sucedía con una oferta que hacían desde USA por métodos y cursos para estudiar Inglés por correspondencia , reparación de radios, mecanica automotriz y otras profesiones por correspondencia. Del mismo modo los muchachos recortaban los avisos para los cursos de Desarrollo Fisico que dictaba Charles Atlas o propaganda de los Rosacruces.. Río Caribe vivía pendiente del Correo para reclamar su correspondencia o su pago y por supuesto, para recargar el trabajo de Don Jesús Franceschi y de Leo González.
Muchos quisieron hacer el mismo trámite para lograr gratuitamente la Revista Shell de Venezuela, que publicaba esa Compañía y también la Revista “En Guardia” que editaba el Departamento de Estado de USA, informando con literatura y fotografías, el curso de la Guerra del Pacífico, pero no lo lograron, ya que esas revistas eran destinadas a Bibliotecas e Instituciones.
En muchas casas de familias pobres, la distribución de las dependencias se hacía mediante tabiques y utilizaban la Revista El Farol para forrar dichos el tabiques y lo actualizaban cada cierto tiempo.
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