17 de junio de 2010

QUE ME HA DADO CARACAS Ingreso a la Escuela Naval. I

En la Segunda Quincena de Mayo de 1.948 salió en la prensa el Listado de los Aspirantes a Cadetes de la Escuela Naval y las fechas y lugares donde se realizarían los exámenes correspondientes. Me dio una gran alegría aparecer en dicha lista, pero me bajó el entusiasmo el hecho de que el número de Aspirantes era de 700, para aceptar 150 y en las conversaciones de grupos me decían que eran familiares de políticos, militares y personas encumbradas. Eramos muy pocos los que como yo, no teníamos a ningún conocido, ni ascendencia militar. Pero ya la decisión estaba tomada y yo confiaba en mis conocimientos y aptitudes.

Los exámenes se realizaron en tres días seguidos en el Centro de Adiestramiento Naval en Catia La Mar y se nos informó que los resultados se publicarían por la prensa en la Primera Quincena del mes de Julio.

Yo me reincorporé a mi trabajo y quedé a la espera de la publicación, que efectivamente, salió en “El Nacional” y “El Universal” el día 14 de Julio y mi emoción fue inmensa, al ver mi nombre en la Lista de 150, con el número 13 entre los aceptados.

En la noche fue la celebración por el hecho de haber sido seleccionado y yo tenía una gran amistad cultivada en las diligencias, con el paisano Yoel Farías Barazarte, hermano de mi amigo Emilio y sobrino de los hermanos Barazarte, que tenían el Laboratorio Farmacéutico Tropical que funcionaba frente a la Fábrica y también con Enrique Zambrano Rincones, hijo de un TTe. Coronel del Ejército. Los tres fuimos aprobados y los Zambrano nos hicieron una bonita fiesta que incluyó una cena. El grupo de amigos nos acompañaron y entre ellos un enfermero del Hospital Militar y Naval, que me nombró padrino de un hijo que acababa de nacer, al cual no he visto más nunca y ahora debe tener 58 años. Estábamos muy contentos y por mi parte me aboqué a cuadrar la forma de cubrir mis gastos hasta la fecha de ingreso, ya que había renunciado al empleo y con las prestaciones sociales, cuyo monto era exiguo, debía pagar la pensión y comprar algunas cosas del equipo que me faltaban. Regalé ropa, zapatos, libros, trajes, camisas, ropa interior y todo lo que no necesitara en la Escuela.

Los números no me cuadraron, porque debía cancelar Bs. 70.oo semanales de pensión y cubrir otros gastos personales y como el ingreso a la Escuela era en fechas establecidas en días seguidos, según el sitio de procedencia, y ya se había fijado como fecha límite el 4 de Octubre para la incorporación de mi grupo, se me ocurrió irme a la Escuela, con el periódico donde figuraba mi nombre, para pedirle al Oficial de Guardia, aceptara mi ingreso adelantado en tres semanas, sincerándome sobre la carencia de recursos para pagar la pensión por ese lapso. Me atendió el Alférez de Navío Alvaro Del Castillo, quien analizó el caso y después de pensar bien al asunto, autorizó el ingreso adelantado.

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