A los pocos días los supervisores se enteraron que yo no solo sabía leer y escribir, como sucedía con la mayoría de los obreros, sino que tenía el 6ª grado aprobado y por eso, me cambiaron a otro departamento, donde mi rendimiento aumentó y hasta me dieron un incremento de sueldo.
En ningún momento desmayé en mi propósito de ingresar a la Escuela Naval para ser un digno oficial de la Marina de Guerra de Venezuela y por supuesto, tenía que venirme a Caracas.
El ambiente en Caripito era acogedor. Ya tenía vivienda, asistía al Club de la Compañía, me vinculé con la comunidad, tanto del Campo como del pueblo, participando en actividades sociales y culturales.
Cuando leí en la prensa el aviso llamando a la inscripción en la Escuela Naval, hablé con el Superintendente de la Empresa y le hice conocer mis propósitos y la necesidad de renunciar al cargo. Me felicitó por mi decisión y aceptó la renuncia, ordenando mi liquidación. Con mis ahorros y prestaciones sociales, reuní unos Bs. 6.000.oo y preparé mi viaje a Caracas, pasando primero por Río Caribe.
Compré mi pasaje para La Guaira en primera clase, pagando por él, Bs. 59.oo, le dejé Bs. 400.oo a mi mamá y estuve esperando 18 días que regresara “el vapor” “Guayana”, que ya había hecho escala en el puerto y continuado su viaje hasta Ciudad Bolívar, haciendo escala en Guiria, Pedernales, Tucupita y San Félix y que debía regresar en 8 días.
En ese entonces cuando alguien venía para Caracas, la gente que tenía algún familiar en esta ciudad, aprovechaba la ocasión para mandarle paquetes de dulces, chorizos, regalos y todo género de cosas, a dichos familiares; de allí que en esos 18 días de espera me fui llenando de peroles y cachivaches que no me cabían en el equipaje.
Cuando al fín llegó el barco de regreso, empaqué lo que pude y salí lleno de optimismo, en compañía de un grupo de pasajeros, para seguir ese viaje para La Guaira, haciendo sus respectivas escalas, puerto por puerto, donde la nave tenía que embarcar y desembarcar carga y pasajeros. De Río Caribe fuimos a Carúpano, luego a Porlamar, la Salina de Araya, donde estuvimos 5 días cargando sal, seguidamente Guanta y finalmente a La Guaira.
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