Cuando llegué a Caracas en Abril de 1.947 estaba en pleno auge el proceso de descentralización de la población del casco central hacia la periferia. Las familias pudientes se trasladaban hacia las urbanizaciones lujosas que entonces se levantaban hacia el Este de la ciudad, dejando el casco central como zona comercial. La clase obrera y marginal, que llegaba en gran volumen del interior del País y aún de países vecinos, obligaba a buscar medios de transporte para esa masa abigarrada de personas que aumentaba diariamente. Ni el tranvía ni el trolebús eran suficientes para le demanda de los habitantes del Centro y antes por el contrario, se les acusaba de ser causa de obstrucción del tráfico y terminaron siendo eliminados el año siguiente.
El servicio de transporte era prestado, por concesión del Municipio, por empresarios particulares que cubrían diferentes rutas, con mediana eficiencia, pero que por lo neurálgico e importante de dicho servicio, se creó una Empresa Oficial que con unidades nuevas, asumió la responsabilidad del transporte de pasajeros comenzó en toda Caracas. Recuerdo que eran autobuses pintados de verde, muy modernos para entonces, que eliminaron los colectores y emplearon un sistema de tickets o cartón de 10 pasajes, que iban perforando los choferes, a medida que se usaban
Para entonces gobernaba el País una Junta de Gobierno presidida por Rómulo Betancourt, producto de un movimiento subversivo de civiles y militares que derrocaron al General Isaías Medina Angarita, el 18 de Octubre de 1.945. Los civiles estaban representados por el Partido Acción Democrática, a quien le tocó un gobierno difícil, ya que el pueblo confrontaba múltiples necesidades y no había suficientes ingresos para afrontarlos, no obstante que se intensificaron las actividades petroleras y se aumentaron los impuestos y participaciones por ese concepto.
Los partidos políticos que hacían vida activa y otros que se crearon, estaban preparándose para realizar sus respectivas campañas electorales para un proceso popular de elección directa que se efectuaría en Diciembre de 1.947 con los candidatos que ya se conocían de Don Rómulo Gallegos por Acción Democrática, Dr. Rafael Caldera por Copei y y el Dr. Gustavo Machado por el Partido Comunista, aparte de otros candidatos folklóricos que se lanzaban sin esperanza de ganar.
Caracas bullía de actividad, de alegría, de gente que buscaba posicionarse. El caraqueño tenía un dejo en el tono de voz que lo identificaba rápidamente e igualmente los marabinos con su sonsonete, los orientales con su hablar veloz y su pronunciación, confundiendo las eles y las erres y los llaneros desenvueltos e igualitarios, más el habla serio y respetuoso de los andinos y los colombianos, dio a los nuevos caraqueños una entonación difícil de reconocer y si se suman los gestos, actitudes y carácter de los españoles de distintas provincias, los portugueses huraños y poco comunicativos y los alegres italianos, que se expresan tanto con las manos como con la lengua, se formó una amalgama de idiomas y surgió uno nuevo que todavía se conoce por sus características especiales
La población seguía aumentando y las familias de escasos recursos se ubicaban en los espacios vacíos, al pie de los cerros y muy pronto se subieron a ellos como si estuvieran reptando hacia arriba. Las viviendas improvisadas se establecían guardando ciertas distancias unas de otras, pero al poco tiempo se densificaban y nacían barrios compactos que crecían cada día más creando graves problemas de servicios y gobernabilidad.
Yo me desenvolvía en el área central dejando pasar el tiempo para que se me diera el tan ansiado ingreso a la Escuela Naval, preparándome al efecto para los exámenes correspondientes y ahorrando para adquirir el equipo que se exigía llevar. De mi trabajo venía a la pensión a estudiar y como ya había hecho amistad con otros aspirantes, nos reuníamos con frecuencia en las casas de ellos para intercambiar noticias.
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