Cuando yo llegué a Caracas en el año 1.947, la ciudad contaba con una población considerable, pero no llegaba al millón de habitantes, pero estaba en pleno auge de expansión y remodelación de áreas. Ya se había construido la Reurbanización El Silencio, obra de envergadura, realizada con todas las limitaciones de la Segunda Guerra Mundial, que ameritó la erradicación de un barrio sórdido compuesto por ranchos y viviendas improvisadas. Igualmente la construcción de los liceos “Fermín Toro” y Andrés Bello”, Aplicación y Luis Espelozín, así como varios Grupos Escolares identificados con los nombres de Repúblicas Latinoamericanas.
Recuerdo que el proceso se inició con la construcción de la Avda. “Andrés Bello”, que va desde la Florida hasta las inmediaciones de San Bernardino. Hubo que demoler viviendas, barrios enteros, construir drenajes, dotar de los servicios esenciales y propiciar la aparición de nuevas Urbanizaciones. Así aparecieron: Guaicaipuro, Las Palmas y Santa Rosa, el Mercado de Guaicaipuro, el Hospital Ortopédico Infantil y otras obras más.
Después vino la construcción de Avda. San Martín, que motivó la demolición de ranchos y antiguas viviendas que presentaban graves deficiencias. Dieron paso a la Maternidad Concepción Palacios, los Edificios del Banco Obrero, la Plaza Gervasio Artigas y desarrollos diversos y vino a comunicar a Caracas con las Urbanizaciones aledañas de Bella Vista y Artigas, Vista Alegre y El Atlántico. La Avenida Nueva Granada, unió Puente Hierro y el Cementerio con Los Rosales, la Avda. Victoria, la Avda. Roosevelt, Los Chaguaramos y Santa Mónica. Igualmente estaba en construcción, la Avda. España en Catia, la Avda. Sucre, también en Catia, la Intercomunal de El Valle, la Avda. Intercomunal de Antimano, la Avda. Fuerzas Armadas, la Avda. O! Higgins o La Paz, La Cota Mil, la Cota Novecientos Cinco y otras vías imprescindibles para el desarrollo de la ciudad. La Avda. Urdaneta, en el Centro de Caracas, se prolonga desde el Palacio de Miraflores hasta la entrada de la Urbanización San Bernardino. La construcción de esta vía afectó una cantidad de inmuebles antiguos del Casco Colonial de Caracas. Se salvaron muchos, tales como la Casa del Correo, la Escuela de Música, la Iglesia de Santa Capilla, el Banco Central, el Edificio Karam y muchos más, pero, lamentablemente, sucumbieron bajo la picota, casas que eran reminiscencia del pasado colonial de Caracas, tales como el Colegio Chávez y otras.
En muy poco tiempo la población alcanzó el millón de habitantes y se hizo un acto en la Plaza Diego Ibarra, celebrando ese acontecimiento. El crecimiento de Caracas fue vertiginoso. La inmigración interna como la externa atrajo una enorme cantidad de personas, las nuevas construcciones emergían por doquier, se demolían casas antiguas, se acabaron rápidamente las famosas “casas de vecindad”, las viejas construcciones y las casas ruinosas de los aledaños. Las familias de clase alta y de buenos ingresos, fueron emigrando a Urbanizaciones lujosas como El Paraíso, la Florida La Castellana, Country Club, la Floresta y los integrantes la clase media alta se mudaron a las Urbanizaciones emergentes de San Bernardino, el Conde, las Acacias, la prestigiosa Altamira, los Chaguaramas, Santa Mónica, los Palos Grandes, Vista Alegre, Prados del Este, la Trinidad, Las Fuentes, los Rosales, el Prado de María, Los Dos Caminos, la Avenida Victoria, El Pinar, Santa Eduvigis, los Caobos y numerosos Edificios diseminados por toda la ciudad.
La ciudad bullía de actividad, cada día aumentaba su población, la oferta de trabajo crecía en forma desmedida, aumentaba el nivel de vida de la gente, mejoraba la calidad de la alimentación, la salud, la educación y el vestido, pero un gran porcentaje de los habitantes de Caracas no podía gozar de los beneficios que le ofrecía la ciudad emergente, muy especialmente en materia de vivienda y se veían obligados a recurrir a la ocupación de los espacios vacíos en las zonas aledañas, creando así núcleos de población marginal, carentes de todos los servicios y propiciando su crecimiento en forma desmedida. El primero de esos Barrios fue el 18 de Octubre, que ocupó todo el cerro de Los Flores de Catia y vino a unirse con la Cañada de la Iglesia, Monte Piedad y el Observatorio.
Hacia el Oeste se desarrolló una cadena de viviendas improvisadas o ranchos, que se extendían desde Gramoven hasta Pro Patria, ocupando desde el piedemonte hasta cerro arriba que se fueron densificando hasta formar un abigarrado conjunto de ranchos que carecen de servicios de agua, cloacas, calles, aseo urbano y otros servicios esenciales.
Igualmente se extendieron estos barrios a los cerros de El Atlántico, el Valle, Artigas, Gramovén, Carretera Caracas-La Guaira, Los Flores de Catia, Cútira, Altavista, Lídice, Agua Salud, Las Mallas y un sin número de Barrios más, incluyendo entre ellos a las decenas de aglomeraciones de personas que invadieron las áreas de terrenos de Petare.
El crecimiento de estos barrios no se ha detenido nunca y con ello se han fomentado los vicios, carencias, deficiencias y problemas que sería largo de enumerar y desglosar en un aparte.
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